La dana (Depresión Aislada en Niveles Altos) que azotó la Comunidad Valenciana el 29 de octubre ha dejado varias preguntas en el aire. En medio de la tormenta, los líderes políticos, los servicios de emergencia y los ciudadanos se han estado cuestionando el proceso de gestión del desastre y, sobre todo, quién fue el responsable de los errores que provocaron una tragedia que afectó a 850.000 personas. Pero, antes de entrar en el meollo del asunto, si en tu mente surgen imágenes de una película apocalíptica, déjame aclararte que, aunque parezca, esto no es un filme de Hollywood, es la cruda realidad.

Una tormenta de criticismo

La vicepresidenta y portavoz del Consell, Susana Camarero, se ha convertido en la voz que explica la situación actual. Sin embargo, a pesar de su esfuerzo, las preguntas persisten. A medida que avanza la investigación, un juzgado ha dado un ultimátum a la Generalitat para que aclare quién envió la alerta el día fatídico. ¿Pero realmente hay una sola persona que pueda ser considerada culpable en este tipo de situaciones?

No se trata solo de una falla en la alerta, sino también de un fallido en la interpretación de la información disponible. Según el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, Miguel Polo, el aviso de la crecida de la rambla del Poyo no llegó hasta las 18:43 horas, poco antes de que todo se desbordara. Ahora, ¿quién en su sano juicio se sentiría seguro sabiendo que el agua sube a niveles de película de terror y no recibió una llamada de emergencia? En la oficina del CECOPI, la Administración de la Generalitat y la Administración General del Estado se sientan juntos, pero parece que la comunicación se evaporó más rápido que el agua de una lluvia de verano.

Un juego de responsabilidades

La situación ha despertado una serie de interrogantes sobre las responsabilidades en la gestión de emergencias. Al parecer, todo gira en torno a un recurso extremadamente valioso: la información. Cuando el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, llama desde Colombia para alertar sobre la posible rotura de la presa de Forata, las cosas comienzan a complicarse. Luego, la falta de preocupación sobre el barranco del Poyo se convierte en uno de los puntos más delicados. ¿Por qué el presidente Polo no elicitó su preocupación en esas horas críticas? Tal vez pensaba que el universo conspiraba para darle una tarde tranquila en vez de una catástrofe.

Así es como, ante una situación de crisis, la falta de proactividad puede ser un enemigo mortal. La Junta de Emergencias se debería haber consultado proactivamente sobre los datos de caudales a tiempo real. Pero, en vez de eso, parece que todos estaban más pendientes de sus almuerzos y cenas. Recuerdo una cena en casa de mis padres en la que, mientras todos comíamos, el perro dejó caer su comida. ¿Adivinen quién tuvo que limpiar el desastre? Esa misma intensidad se necesitaba en ese momento: no se puede esperar que siempre sea “hora de comer” cuando la vida y la seguridad de cientos de miles de personas están involucradas.

La importancia de aprender de los errores

Es crucial que se tomen lecciones de esta experiencia, tanto para el futuro de la Comunidad Valenciana como para el resto de España. En medio de la tormenta, es necesario poner en la balanza las decisiones que se tomaron y el contexto en el que se dieron. Claro, todos en la Generalitat están de acuerdo: hay que aprender de los errores. Pero, ¿eso se traducirá en acciones concretas o se quedará en un discurso vacío como tantas promesas políticas?

Lo que es evidente es que no se trató de una dana ordinaria. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) había informado que las lluvias cesarían a partir de las seis de la tarde, y, de ahí en adelante, se desató el caos. Al parecer, las predicciones no eran tan precisas, aunque, francamente, con el clima hoy en día, ¿quién puede confiar plenamente en las predicciones meteorológicas? Al menos, una vez más, mi abuela tenía razón: ‘si no está lloviendo ahora, ¡¿por qué llevar paraguas?!’

¿Es hora de mirar hacia adelante?

A medida que se acumulan las preguntas sobre la falta de coordinación y la alerta tardía, el presidente Carlos Mazón fue visto preocupado y trabajando arduamente para mitigar los efectos de la tragedia. Sin embargo, en medio del dolor y las críticas, ha surgido la pregunta: ¿será este el momento que marcará su futuro político? Los valencianos deben decidir entre la reconstrucción y los intereses políticos de los partidos.

La comunidad está buscando un liderazgo fuerte, y si bien la tragedia ha unido a algunos personajes políticos, como Alberto Núñez Feijóo, el presidente del PP, también ha suscitado críticas por haber estado, tal como describe la oposición, «distraído» durante las horas críticas. ¿Es acaso más importante asistir a un congreso partidista que cuidar de su propia comunidad?

Reflexionando sobre el futuro

La realidad es que la Generalitat ha invertido más de 1.800 millones de euros para hacer frente a la dana, y de esos, 900 millones son ayudas directas. Sin embargo, la situación económica actual y el «asfixiante» apoyo del Gobierno central para con la Comunidad Valenciana son temas críticos que merecen atención. ¿Es posible que en lugar de ponerse de acuerdo en este momento de crisis, la política siga interfiriendo en la ayuda que la comunidad necesita?

La exigencia de una reforma del sistema de financiación autonómica también es inminente. Y mientras tanto, la Generalitat tiene sus ojos fijos en el fondo de nivelación transitorio, demandando liquidez adicional. «¿Por qué no aprueban el FLA extraordinario de 3.000 millones?», se preguntan muchos. De nuevo, la política se cruza con los intereses de quienes solo buscan recuperar y reconstruir sus vidas.

La necesidad de un cambio en la narrativa

Lo que se requiere ahora es un cambio en cómo se aborda la gestión de emergencias en la Comunidad Valenciana y en todo el país. Las lecciones extraídas deben ser una guía para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, y no solo un reflejo de un sistema que ha fallado una vez más. La visión hacia el futuro no puede estar marcada solo por la crítica, sino por la colaboración y la transparencia.

La comunidad necesita líderes que puedan enfrentarse a la adversidad con valor y no evadir responsabilidades. Y, al final del día, lo que realmente importa son las personas que salvan vidas.

Entonces, ¿quién va a tomar la iniciativa para mejorar este mecanismo de emergencia? ¿El futuro de la Comunidad Valenciana depende de la correcta respuesta de sus líderes en las crisis?

Conclusión: La voz de la comunidad

Como ciudadanos, no solo debemos ser críticos; también debemos ser activos en la búsqueda de soluciones. Nos enfrentamos a desafíos que requieren nuestra atención y acción. La tragedia de la dana no es solo un asunto político; es un recordatorio de que la preparación y la comunicación son esenciales para la seguridad y bienestar de todos.

Y así, mientras esperemos la próxima tormenta (porque, digámoslo, siempre hay una próxima tormenta), es crucial que estemos preparados, informados y, sobre todo, unidos. Porque cuando el aguacero viene, no solo se trata de quién envió el mensaje de alerta, sino de cuántos estamos dispuestos a crear un cambio real en nuestra comunidad. ¿No es esa la verdadera misión que todos tenemos?

¡Recuerda, el próximo día de lluvia, lleva un paraguas y mantente alerta!