La vivienda en España se ha convertido en un tema candente, uno de esos asuntos que provoca café de forma permanente en las conversaciones familiares y en los almuerzos de trabajo. ¿Alguna vez has tratado de alquilar un piso en una gran ciudad? Es algo que fácilmente podría rivalizar con escalar el Everest en términos de dificultad. De hecho, según una reciente encuesta realizada por ING Consumer Research, ¡más del 60% de los españoles destinan un mínimo del 60% de sus ingresos al pago del alquiler! ¿Cuál es el problema? La respuesta puede ser más complicada de lo que parece, y más aún si nos adentramos en las opiniones de aquellos que están en el centro de la polémica.

En este artículo, exploraremos a fondo el contexto actual de la vivienda en España y la crítica particularmente mordaz de José Elías, un empresario que, aunque podría estar disfrutando de un día soleado en una playa de Mallorca, prefiere hablar de un tema que nos afecta a todos: la regulación de la vivienda.

¿Por qué se habla tanto de la vivienda?

Quizás porque se trata de uno de los pilares más fundamentales de nuestra vida cotidiana. La vivienda no solo es un lugar donde vivir, sino también una base sobre la cual se construyen nuestros sueños. Si alguna vez has hecho la mudanza, sabrás lo que quiero decir: no hay experiencia más ‘emocionante’ que intentar encajar tus muebles en un espacio más pequeño de lo planeado, mientras escuchas a tus amigos preguntarse si realmente necesitas todos esos libros que has acumulado. Pero volviendo al tema, el acceso a una vivienda asequible ha dejado de ser una realidad para muchos españoles, lo que convierte la conversación en una cuestión urgente y necesaria.

El impacto de la regulación en la vivienda: el análisis de José Elías

Según Francisco José Elías Navarro, presidente de Audax Renovables y figura destacada en la lista de los más ricos de Forbes, el principal problema de la vivienda no es tanto que no haya suficiente, sino que las regulaciones existentes impiden el desarrollo de proyectos que podrían aliviar la presión sobre el mercado. En una reciente entrevista en B3tter Pódcast, Elías argumenta que:

«El problema de la vivienda es solucionable, simplemente, con sentido común».

¡Vaya, esas son palabras que podría querer tatuarme en la frente! Pero seamos honestos, ¿cuánto sentido común hay realmente en las decisiones del gobierno en términos de vivienda? Es como si, en lugar de abrir la ventana para dejar entrar un poco de aire fresco, decidieran taparla con una manta. El análisis de Elías sobre los costos de la vivienda es revelador y, aunque un poco desalentador, también puede ser cierto.

El coste del terreno y su consecuencias

Elías sostiene que una parte significativa del costo de una vivienda proviene del precio del terreno, que puede oscilar entre 4.000 y 5.000 euros por metro cuadrado en las zonas urbanas más demandadas. A esto se suman los costos de construcción, que no son insignificantes, y los permisos de obra que suelen tener un alto componente impositivo. La fórmula básica que se desprende de esto es simple:

  • Precio del terreno: 4.000 € por metro cuadrado
  • Costo de construcción: 1.000 a 1.500 €
  • Permisos y otros impuestos: 500 €

Ahora, si haces los cálculos, tienes un montón de gastos que un constructor necesita cubrir antes de pensar en un margen de beneficio.

¿Qué pasa con las viviendas de protección oficial?

Una parte fascinante de la conversación gira en torno a las viviendas de protección oficial (VPO). Aquí es donde las opiniones de Elías se tornan más críticas. Él menciona que la regulación actual establece precios de venta tan bajos que a las constructoras simplemente no les resulta rentable construir dichas viviendas. Según su visión:

«Hay una ley que te dice, por ejemplo, que puedes venderlo a 2.000 euros por metro cuadrado. Sin embargo, si el constructor hace números, pierde dinero».

Elías comparte su experiencia personal, ya que él mismo construye aproximadamente 400 VPO al año, pero se encuentra con que muchos terrenos que podrían ser ideales para este tipo de vivienda no se desarrollan debido a los precios fijados artificialmente por la normativa. Es como si, en lugar de alimentar a la gallina de los huevos de oro, estuvieran tratando de comprarle el oro a precio de ganga. ¿Recuerdas ese viejo dicho sobre «no hay almuerzo gratis»? Aquí tenemos una manifestación clara.

La mirada al futuro: ¿El sentido común puede prevalecer?

La pregunta que muchos nos estamos haciendo ahora es: ¿podremos salir de esta encrucijada? Si tomamos en cuenta la persistencia de precios altos, la falta de oferta de vivienda asequible y la creciente frustración social (¿ya mencioné el café desbordado por las colas en las agencias inmobiliarias?), es razonable sentir un poco de inquietud.

Sin embargo, el discurso de Elías también sugiere que hay esperanza. Podemos hacer algo, y quizás, solo quizás, perdernos en la burocracia no es el único destino posible. Si todos los actores involucrados apostaran por un poco de sentido común —oh, la hermosa frase que todos desearíamos ver en las actas de las reuniones del parlamento— podríamos cambiar las cosas.

Preguntas que vale la pena considerar

  1. ¿Qué pasaría si los desarrolladores y el gobierno trabajaran juntos en lugar de estar constantemente en conflicto?
  2. ¿Acaso es posible redefinir la regulación de la vivienda sin sacrificar la calidad de vida?
  3. ¿Podría el sentido común ser más contagioso que el virus más reciente?

La respuesta a estas preguntas puede ser fundamental.

Humor y empatía: La vida real sobre el papel

Y entendemos que se nos pide que seamos empáticos en este asunto, porque nadie quiere verse atrapado en el eterno ciclo de alquilar (como un conejillo de indias en una rueda) o comprar (y luego mirar cómo pierde su valor). Después de todo, nada duele más que ver que tus amigos consiguen hipotecas a precios de risa mientras tú sudas en la vida del alquiler. Siempre hay un amigo que dice algo como: “Yo veo el lado positivo: ¡no tengo que cortar el césped!”. Claro, querido amigo, pero ¿qué pasa con esa sensación de estabilidad?

En resumen, el mundo de la vivienda en España está en una encrucijada potencialmente catastrófica, pero no sin su lugar para la risa y la reflexión. José Elías ha hecho un valiente llamado a explorar soluciones prácticas, a revisar las políticas actuales y a tener en cuenta el sentido común en la búsqueda de una vivienda asequible. Mientras suspendemos nuestra próxima mudanza, espero que podamos encontrar respuestas antes de que tengamos que salir corriendo a buscar un contrato de alquiler más.

Conclusión: La vivienda es un derecho, no un privilegio

A medida que nos adentramos en un futuro incierto en cuanto a la vivienda, es fundamental recordar que: la vivienda debería ser un derecho y no un privilegio. Es un tema que nos afecta a todos, y la falta de acción no solo es irresponsable, sino que también es insostenible. Resulta relativamente fácil criticar desde el sofá de casa, pero es necesario que cada uno de nosotros también forme parte de la conversación y la protesta.

Quizás el próximo café no sea el momento más adecuado, pero está claro que, si queremos cambios, deberemos continuar hablando, cuestionando y, sobre todo, buscando soluciones. Porque, al final del día, queremos vivir en un lugar donde podamos sentirnos, al menos, un poco más como en casa.