En las últimas semanas, el mínimo ruido político ha pasado a ser un estruendo ensordecedor al punto de eclipsar lo que realmente importa: la recuperación de las zonas afectadas por el Desastre Anatural de Adicción (DANA) en Valencia. Podría parecer que el enfoque está desviado, pero la realidad es que las maquinarias de la administración, a pesar de todo, están bien engrasadas y trabajando arduamente. Y eso, mis amigos, merece ser destacado.

Un vistazo a la devastación

Las lluvias torrenciales que azotaron a Valencia han dejado a su paso más de 200 fallecidos, una cifra que te deja pensando en lo frágil que puede ser la vida. Recuerdo un verano hace algunos años, cuando pasé unas vacaciones en Valencia. La ciudad lucía vibrante, llena de vida y alegre. Pero, tras el impacto de la DANA, la realidad cambia de manera drástica. ¿Cuántas vacaciones arruinadas, cuántos planes en suspensión y cuánta esperanza destruida?

Como siempre, la naturaleza tiene su manera de recordarnos quién manda. El agua y el lodo han irrumpido en cada rincón, junto con la noticia de un amplio número de infecciones potenciales que podrían salir de esta situación. Las neumonías, gastroenteritis, e incluso leptospirosis, están a la vuelta de la esquina. Un panorama inquietante que, como sé bien por experiencia personal, puede llenar de angustia a cualquier familia.

El papel de las autoridades y los profesionales de la salud

Ahora, antes de que se te ocurra pensar que estamos en una situación sin salida, déjame ofrecerte una luz de esperanza. Los departamentos de salud pública han decidido no solo correr, sino correr en tándem. Hasta han creado un sistema que busca detectar problemas de salud emergentes derivados de esta calamidad. ¿Quién dijo que la burocracia jamás podría moverse con presteza?

La buena noticia es que no están solos en esta lucha. El Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias y el Instituto de Salud Carlos III están bajo el mismo techo, trabajando codo a codo. No quiero sonar como un futbolista durante una entrevista, pero eso es un gran equipo.

¿Qué hay de los enfermos?

Pero mientras el sistema se activaba, yo no dejaba de preguntarme: ¿qué hay de aquellas personas que ya comenzaron a mostrar síntomas de enfermedad? El especialista en Salud Pública, Salvador Peiró, ha sido una voz activa en este proceso, alegando que «los problemas persistirán una temporada». Parece que el fin de semana pasado lo escuché hablando en un programa semi-serio sobre salud, mientras la vida seguía su curso en otras partes del mundo, ¿no es irónico?

Los protocolos de emergencia tienen en cuenta desde el monitoreo de casos sospechosos hasta la medición de muestras de agua. Algo me dice que en este punto, nadie quiere beber agua del grifo, por el simple hecho de que el contenedor se ha visto contaminado por las aguas residuales. Más vale una botella de agua embotellada, ¿cierto?

La importancia de la vigilancia activa

Peiró ha subrayado la necesidad de hacer vigilancia activa, y eso incluye una serie de atenciones variadas, desde recolección de datos sobre infecciones hasta el rastreo de contactos. ¿Cuántos médicos en nuestra comunidad son los verdaderos héroes anónimos a quienes a menudo no se les da el crédito que merecen? Ellos están luchando a diario, armados solamente con un estetoscopio y muchas, muchas preguntas.

He tenido mis propias experiencias con médicos en emergencias. En una ocasión, tras una caminata un poco más intensa de lo planeado, terminé en el hospital con una torcedura de tobillo. El médico, con una sonrisa y un tono ligero, me preguntó si estaba tratando de ganar un medallero olímpico en mi tiempo libre. Pero claro, ese mismo médico podría estar pensando lo mismo cuando se enfrenta a una multitud de casos tras un desastre como el que ha dejado la DANA.

La contaminación del agua y el riesgo de mosquitos

El riesgo de enfermedades en situaciones de desastres es como el café mal preparado: lo necesitas, pero sabes que deberías evitarlo. Más aún cuando esos mosquitos vuelven a salir a jugar en días templados, justo después de las lluvias. Si ya te está picando el bichito de la curiosidad sobre la leptospirosis, permíteme preguntarte: ¿sabías que los mosquitos podrían ser portadores de virus? En Valencia, por ejemplo, normalmente no vemos casos de enfermedades transmitidas por estos vectores, pero después de estas lluvias, la situación puede cambiar en cualquier momento.

Fernando Valladares, un científico del CSIC, ha lanzado una alerta sobre los biocidas y las trampas instaladas para controlar la proliferación de mosquitos. Parafraseando a uno de mis libros favoritos: «el futuro no se puede predecir, pero puedes prepararte». Esto es exactamente lo que los responsables sanitarios están intentando hacer.

Persona y salud mental

Si bien hablamos de las físicas, la salud mental es un aspecto que a menudo queda en el olvido en situaciones como esta. Los equipos de salud mental están desbordados. Porque, vamos, ¿cuántos de nosotros no hemos sentido que tenemos todo bajo control hasta que la realidad nos golpea con un puñetazo de rabia y frustración? La insistencia en que todos permanezcan fuertes se vuelve agobiante a veces.

Entre todas las fracturas y heridas visibles, ¿dónde se encuentra el cuidado de la mente? Las emociones son difíciles de medir, y hay quienes preferirían enfrentarse a un tifón que a sus propios sentimientos. Recuerdo una conversación sobre esto con un amigo que siempre parece tener todo bajo control. “Así es la vida”, decía, “me resulta más fácil lidiar con los problemas externos”. Sin embargo, el tiempo me ha enseñado que, al igual que los medicamentos, es vital dar la misma importancia a la salud mental que a la física.

Mirando hacia el futuro

Si bien el camino hacia la recuperación es largo y tortuoso, el trabajo ya está en marcha. Parece que ya hemos pasado a la fase de controlar el daño causado. Sin embargo, todavía hay cuestiones que no se han resuelto, y la comunidad necesita unirse más que nunca.

La asistencia sanitaria nos ha mostrado que no se trata solo de cumplir con protocolos preestablecidos, sino de la empatía, la conexión humana y el deseo de mejorar las cosas. ¿Qué pasaría si cada persona en Valencia decidiera que, además de recibir ayuda, también ofrecería una mano a sus vecinos? Reflexionando sobre mis experiencias pasadas, ¿no podrían ser momentos de crisis la oportunidad perfecta para crear lazos más fuertes?

Por lo tanto, la próxima vez que te encuentres con alguien de tu comunidad que ha sido impactado por la DANA, ofrece un gesto pequeño pero significativo: escucha, pregunta cómo pueden necesitar ayuda. Recuerda, al final del día, todos estamos en el mismo barco, y un poco de empatía puede ser el faro que nos guíe en la niebla.

La respuesta a estos desastres no solo está en las cifras y respuestas científicas, sino también en la voluntad de cada uno de contribuir. Al final, la vida sigue, las riadas pueden volver a desbordarse, pero también lo puede hacer la esperanza. ¿no crees?