La vida suele traernos historias sorprendentes y, a veces, desgarradoras. En este caso, nos encontramos ante una denuncia que tiene como protagonista a un docente de Alaquàs, Valencia, acusado de implementar terapias de conversión en estudiantes homosexuales. ¿Cómo llegamos a este punto? ¿Por qué un educador, la persona a la que confiamos nuestros hijos en un ambiente educativo, se embarca en un camino tan controvertido y dañino?
Alahuas, un municipio con una mezcla de modernidad y tradición, se ve inmerso en un escándalo que no solo cuestiona la moralidad de ciertos métodos educativos, sino también la integridad de un sistema que, teóricamente, debería proteger a todos los estudiantes por igual. La situación se desarrolló a partir de las denuncias de cinco alumnos cuyas experiencias tuvieron un impacto profundo en sus jóvenes vidas. Así que, pongámonos cómodos y analicemos este caso desde diferentes perspectivas.
¿Qué son las terapias de conversión?
Las terapias de conversión, también conocidas como terapias de reorientación sexual, son prácticas que buscan cambiar la orientación sexual de una persona a través de métodos psicológicos, físicos o espirituales. Pero aquí está el detalle: son ampliamente rechazadas por las principales organizaciones de salud, como la Asociación Americana de Psiquiatría y la Organización Mundial de la Salud. No solo son consideradas ineficaces, sino también perjudiciales. Así que, uno se pregunta, ¿qué llevó a este docente a pensar que tenía el derecho de “curar” a sus alumnos?
Mientras reflexiono sobre esto, no puedo evitar acordarme de mi propio paso por la escuela secundaria. Recuerdo a un profesor de historia que, por extrañas razones, intentó «corregir» a un grupo de estudiantes en sus elecciones de moda. Su excusa fue que teníamos que «representar» a la escuela. Spoiler: la mayoría de nosotros jamás lo olvidamos y la creatividad, lejos de verse potenciando, se vio reprimida.
Los hechos: ¿qué ocurrió en el colegio de Alaquàs?
Regresando a Alaquàs, la historia comienza en el colegio concertado Madre Josefa Campos. Aquí es donde la Inspección de Educación recibió denuncias de cinco alumnos de diversas edades, quienes, según relataron, fueron sometidos a una serie de actividades que buscaban cambiar su orientación sexual. Entre estas prácticas, se menciona la entrega de pastillas para «curar la homosexualidad».
Es sorprendente pensar que en pleno siglo XXI aún podamos encontrar actitudes que parecen sacadas de alguna película de los años 80. No puedo evitar preguntarme: ¿quién se creería realmente que una pastilla podría «curar» una identidad? Suena a una combinación de ficciones de ciencia ficción y una profunda falta de comprensión humana.
Según la fiscal delegada de delitos de odio de la Fiscalía Provincial de Valencia, Susana Gisbert, estos hechos podrían derivar en acciones legales serias que violan derechos fundamentales.
La reacción de las autoridades
Cuando la Consejería de Educación llevó los hechos a conocimiento del Ministerio Fiscal, inició un proceso judicial que tiene como objetivo investigar a fondo el caso. Aquí es donde vale la pena destacar la respuesta del Centro de Orientación Familiar Mater Misericordiae, donde también se dice que se llevaron a cabo algunas de estas «terapias». Aunque el centro aseguró que ninguna queja había llegado a sus oídos, es difícil de creer que algo tan dañino pudiera pasar desapercibido.
De hecho, me llevó a recordar un episodio en la facultad, donde un amigo se sintió presionado a seguir las normas de un grupo que no representaba su esencia. Es una experiencia común, ¿verdad? Pero no te preocupes, al final, salió del armario con un estilo propio que muchos de nosotros admiramos.
Reacciones de la comunidad
Desde que el asunto salió a la luz, las reacciones han sido mixtas. El Arzobispado de Valencia anunció que se llevaría a cabo una investigación sobre las acciones del docente, aunque, curiosamente, indicaron que no tenían constancia de que se hubieran realizado prácticas de este tipo en el centro. Uno se pregunta, ¿qué más necesitan ver para reaccionar? Y por si fuera poco, la Asociación Española contra las Terapias de Conversión también ha decidido involucrarse y acudir a la Fiscalía por estos hechos.
La sociedad se encuentra en un momento crucial de reflexión y discusión. Las manifestaciones de apoyo a las víctimas no han tardado en llegar, mientras que otros, lamentablemente, intentan justificar lo injustificable. Una situación más característica de un contendor político que de un espacio educativo. ¿Cómo es posible que algunos sigan atados a creencias obsoletas?
La importancia de la empatía y la educación inclusiva
Habrá quien se sorprenda al leer esto, pero la mayoría de nosotros deseamos educar a nuestros hijos en un ambiente de amor, tolerancia y comprensión. Este caso resalta la necesidad urgente de una educación inclusiva que celebre y respete todas las identidades y orientaciones sexuales. Al contrario de tratar de curar lo que no está roto, deberíamos enfocarnos en crear entornos donde cada estudiante se sienta seguro y válido tal como es.
De hecho, el simple acto de escuchar las historias de vida de aquellos que han pasado por terapias de conversión es un ejercicio poderoso de empatía. A veces me gusta imaginar que cada uno de nosotros puede ser un faro de luz para alguien en su momento de oscuridad. ¿No es maravilloso pensar en el impacto positivo que podemos tener en la vida de los demás?
La lucha por los derechos humanos
Este escándalo también pone de manifiesto la existencia de una lucha mayor por los derechos humanos. Las terapias de conversión no son simplemente un acto individual o aislado. Forman parte de un fenómeno cultural más amplio que busca marginar y reprimir la diversidad. Vivimos en un mundo donde la religión y la ciencia a menudo chocan, y es nuestro papel como ciudadanos exigir que los derechos de cada individuo sean respetados. Mientras esto suceda, tendencia a tener debates sobre temas que no deberían ser debatidos, como la validez de amar a quien uno elija.
Es un momento crucial para el activismo y la educación sobre diversidad sexual. Los estudiantes de hoy están más empoderados que nunca y están dispuestos a alzar la voz contra el abuso y la discriminación. No podemos permitir que las lecciones del pasado nos encadenen a un futuro incierto. Si hiciéramos una encuesta en nuestros círculos sociales, estoy casi privado de dudas de que la mayoría opina que el amor es amor, independientemente de la forma que tome.
Reflexiones finales: ¿hacia dónde vamos?
A medida que el caso avanza por los tribunales, muchas preguntas quedan en el aire. ¿Qué tipo de responsable tiene una ley que permite la existencia de tales prácticas? ¿Cuál es el mensaje que queremos enviar a las generaciones futuras sobre la aceptación y el amor? En un mundo lleno de tanto potencial, comentarios provocativos me han llevado a preguntarme si aprenderemos de nuestros errores o si nos atreveremos a revertir el pasado.
Lo que es seguro es que la comunidad se alza y exige justicia por aquellos que sufrieron. Las voces de los jóvenes estudiantes han logrado salir del silencio y claman por un cambio. Y esos son los cimientos sobre los que podemos construir un futuro más brillante.
Quizás, solo quizás, esta historia en Alaquàs pueda abrir la puerta para que la educación sea, finalmente, sobre la aceptación, el amor y el respeto. Aquí, en este rincón del mundo, tenemos la oportunidad de transformar el miedo en luz.
¿Nos unimos a este movimiento? La respuesta está en cada uno de nosotros.