En un mundo que cambia más rápido que un meme viral, la información se ha convertido en uno de los activos más valiosos de la democracia. En medio de este escenario, nos encontramos con un tira y afloja fascinante –y a veces cómico– entre la política y la prensa. Permitidme que me desahogue, porque como diría mi abuelo, «la realidad siempre supera a la ficción».

La reciente intervención de Juanma Moreno, el presidente de la Junta de Andalucía, en el VI Andalucía Investors Day ha encendido las alarmas. Con su proverbial sutileza, hizo un toque de atención al jefe del Ejecutivo central, Pedro Sánchez, al mencionar la “fiebre reguladora” que ha observado. ¿Acaso alguien ha confundido la política con un control remoto? ¿Hay un botón que apaga la crítica cuando les da la gana? La historia está llena de políticos que pensaban que podían hacer lo que quisieran, pero la prensa siempre encuentra la forma de llevar la batuta.

La importancia de una prensa libre en tiempos inciertos

Imagina esto: te levantas por la mañana y los titulares son todos sobre cómo un político local ha decidido que la verdad es opcional. Suena a una mala película, pero curiosamente, es parte de la vida política diaria en muchos lugares del mundo, incluida España. Moreno, en su intervencionista discurso, tocó la fibra sensible cuando afirmó que la prensa es un contrapoder. Es un término que evoca imágenes de gladiadores en la arena; o, en este caso, periodistas luchando con plumas y papel, en vez de espadas.

Pero, ¿realmente entendemos qué significa tener una prensa libre? Permíteme contarte una pequeña anécdota: recuerdo la vez que un compañero de trabajo, sumido en la desesperación, me preguntó si podía ignorar las malas críticas que recibía de nuestros medios. Yo le respondí: «Si la gente está hablando de ti, es porque te importa. Así que usa eso a tu favor». Aquí el mensaje se clarifica: la crítica, aunque a veces dolorosa, puede ser una forma de crecimiento. La libertad de expresión no solo protege a quienes tienen el poder; también es el baluarte de aquellos que buscan cambiarlo.

La «fiebre reguladora» y su carga de consecuencias

Sin embargo, lo que evidenció Moreno fue una inquietante tendencia. La fiebre reguladora, como él la llamó, podría compararse con una gripe: si no se controla, puede transformarse en una epidemia. El Gobierno de Sánchez ha propuesto un Plan de Acción por la Democracia que incluye un registro de medios de comunicación que dependa de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

¿Pero realmente se necesita un registro para saber qué medio se puede leer y cuál no? Tal vez un día deberíamos tener un «indice de medios de comunicación autorizados«, ¿no crees? Esta medida busca separar el trigo de la paja, o mejor dicho, distinguir entre medios serios y “pseudomedios”. Pero aquí surge la pregunta: ¿quién decide qué es un medio serio y qué es un «pseudomedio»?

Sánchez, al parecer, tiene su propia definición basada en ciertas informaciones que no le agradan, comenzando por la imputación de su esposa, Begoña Gómez. Aquí, Moreno le lanzó un consejo cargado de historia: “Cuidado con eso”, citando el ejemplo de Richard Nixon. El pasado puede ser un maestro implacable, y si algo podemos aprender es que esta no es una batalla fácil de ganar.

Una guerra de titanes: prensa versus política

La tensión entre la política y la prensa se ha intensificado en los últimos años, como si viviéramos en una serie de Netflix llena de giros inesperados. Lo que comenzó como una simple guerra por el control de la narrativa ha escalado a un nivel en el que los políticos sienten la necesidad de censurar o regular a quienes informan sobre ellos.

Imagina que te invitan a una cena, pero cada vez que intentas hablar, alguien interrumpe y dice: “Eso no es verdad, así que no lo digas.” Es incómodo, ¿verdad? Y eso es exactamente lo que debemos evitar en nuestro sistema democrático. La libertad de prensa es esencial; es el tomate en nuestra ensalada, el sabor que mantiene los ingredientes frescos y vibrantes.

El Plan de Acción por la Democracia se siente a veces como una intención mal colocada. La supresión de medios de comunicación es como tratar de apagar un fuego con gasolina; no solo no lo extingues, sino que probablemente crearás una gran explosión. Así que, ¿cuál es el equilibrio?

La delgada línea entre regulación y censura

Desde la perspectiva de Moreno, la regulación podría limitar la capacidad de expresar críticas necesarias. Pero desde la visión del Gobierno, la intención es proteger a los ciudadanos de fake news. En mi opinión, todos hemos caído en la trampa de las verdades a medias. Recuerdo el día en que “me enteré” de que comer chocolate solo era bueno para mi salud. ¿El resultado? Estuve comiendo tabletas de chocolate durante todo el mes hasta que se me apagó la «iluminación saludable».

Lo que quiero decir es que, así como nosotros, los ciudadanos debemos aprender a discernir entre la información. La censura, de cualquier forma que se presente, equivale a privar a la gente de la oportunidad de formar sus propias opiniones. Tal vez se podría crear un sistema de clasificación de medios por el que los lectores puedan ver la fiabilidad de lo que están consumiendo. Pero, ¿acaso eso no suena similar al control que ahora se propone?

Una mirada al futuro: ¿qué sigue para la prensa en España?

Este choque entre la prensa y el poder político plantea una serie de preguntas para el futuro de la información en España: ¿Podemos confiar en que las decisiones tomadas sobre la regulación de medios son en beneficio de todos? ¿Estamos dispuestos a rendir cuentas a nuestros propios líderes?

Como ciudadano, es difícil no sentirse como un espectador en un espectáculo lleno de drama. A veces, siento que estoy viendo una telenovela donde cada episodio termina en un cliffhanger. Pero es un espectáculo real, y el precio que pagamos por no cuestionar la información es demasiado alto.

El pasado 17 de septiembre, el Gobierno aprobó un conjunto de medidas para regular la financiación de los medios, lo que podría ser un movimiento hacia la transparencia, pero también puede acabar siendo un arma de doble filo. Aunque se ha sembrado un poco de esperanza de que un cambio sea para mejor, también debemos considerar qué pasaría si esta «nueva regulación» se usa para silenciar voces críticas. ¿Confiarías en que las autoridades actuarían de manera transparente?

Reflexiones finales: el poder de la información

Al final del día, esta batalla no es solo entre la prensa y la política, sino por la información misma. Si no somos proactivos en proteger este derecho fundamental, lo que está en juego es mucho más que un simple artículo; es el poder de hacernos cuestionar y de formar opiniones.

Así que la próxima vez que leas algo que no te guste o que no creas que es correcto, pregunta, indaga y si es necesario, no temas discutirlo. Porque en este rincón del ciberespacio, cada voz cuenta. Pero, sobre todo, recuerda: un país sin una prensa libre es como un día sin café: nada funciona, y todos terminamos un poco más irritables.

¡Así que sigamos llegando al fondo de las preguntas incómodas y a la verdad! ¿Te unes al debate?