En un mundo donde la salud es una de nuestras principales preocupaciones, es desconcertante escuchar que los profesionales encargados de cuidarnos enfrentan sus propias batallas. El reciente caso del cardiólogo del Hospital Insular de Gran Canaria que denunció acoso laboral es un claro ejemplo de los desafíos que enfrenta el sector sanitario. Este relato es más que un mero informe; es una travesía por el lado oscuro de un sistema que parece haberse olvidado de lo más fundamental: la integridad y bienestar de sus empleados. ¿Te suena familiar?

El nacimiento del conflicto

Todo comenzó cuando un cardiólogo decidió llevar a cabo la acción necesaria para proteger su bienestar emocional y físico. En agosto de 2021, sintiéndose acosado por su jefe y la entonces gerente, presentó una solicitud para activar el protocolo de acoso laboral. En lugar de una respuesta proactiva, lo que recibió fue una gran dosis de desidia administrativa. Lo que debería haber sido un procedimiento de protección se convirtió en un laberinto burocrático donde la salud del trabajador quedó relegada al olvido. ¿Quién nos protegerá si aquellos que deberían hacerlo fallan en su tarea?

Tres largos meses de espera

En muchas ocasiones, uno se siente como un personaje en una película de terror donde, tras abrir la puerta, sólo encuentra oscuridad. Una situación similar vivió nuestro cardiólogo, que pasó nueve meses en un limbo administrativo, sin que su petición fuera atendida ni un ápice. ¡Nueve meses! La duración ideal de un embarazo, pero en este caso, solo trajo parálisis y angustia. La espera era, como algunos de nosotros hemos experimentado, un verdadero teatro de la ineficacia.

Finalmente, tras una serie de notificaciones, la administración reaccionó, pero no sin la sombra de la inactividad. Haciendo gala de una habilidad bastante inadmisible, decidieron activar el expediente justo una semana antes de que el cardiólogo presentara una demanda por inacción. ¿Acaso pensaban que esto resultaría como un “sálvese quien pueda”?

La integración de protocolos y el teatro administrativo

¿Alguna vez te has sentido como un peón en un juego de ajedrez, movido a placer por otros? Pues bien, el cardiólogo no sólo enfrentó un ambiente laboral hostil, sino que fue víctima de un protocolo que, lejos de protegerlo, se transformó en una mera formalidad. Una vez abierta la comisión de investigación, cuando finalmente se destaparon las cartas, se descubrió que una de las implicadas en la denuncia no sólo era parte del problema, sino que además ocupaba una posición clave en la investigación. Algunos podrían pensar que esto es un mal guion de Hollywood; sin embargo, fue la triste realidad de este médico. El SCS se encontró haciendo malabares con leyes y derechos laborales que parecían estar más diseñados para las sombras que para el bienestar.

La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias

En noviembre de 2023, el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) decidió poner fin a este episodio oscuro. La sentencia declaró que la administración había fallado en su deber de proteger al cardiólogo, vulnerando su derecho a la integridad física y emocional. La condena incluyó una indemnización de 9.830 euros, pero, aunque cualquier cantidad es mejor que nada, ¿es suficiente para reparar el daño y sufrimiento sufrido?

La sentencia hizo eco de un problema mucho más amplio en el entorno laboral: el acoso laboral no es sólo un problema individual, sino un síntoma de un sistema que, muchas veces, olvida la salud de sus propios trabajadores. Y aunque se habló de «teatro», lo cierto es que para el cardiólogo y sus compañeros, este no es un juego.

Otro golpe: la sanción anulada

A lo largo del tiempo, la historia se tornó más rocambolesca. Además de la denuncia por acoso, el cardiólogo también enfrentó una sanción por supuestas faltas de conducta laboral. Sancionarlo con una suspensión de empleo y sueldo, ¡poco después de haber presentado su caso de acoso! Es como si el sistema estuviera interesado en mantener a un conflicto sin resolver, en vez de buscar su solución. El TSJC anuló esta sanción, subrayando que había caducado por la inacción administrativa. ¡Ironías de la vida! A veces, el tiempo juega a nuestro favor.

La cultura del miedo en el hospital

Lo que realmente subyace en este caso no es sólo una serie de errores burocráticos, sino una cultura del miedo que ha impregnado el entorno laboral del Hospital Insular. Desde 2019, los informes han mostrado un panorama desolador en el área de Cardiología. Muchos profesionales advirtieron sobre el deterioro del ambiente laboral, con testimonios que describían una violencia psicológica constante.

Imagínate ser un médico con la responsabilidad de cuidar vidas, y al mismo tiempo sentir que tu bienestar está en juego. Esa no es la clase de vida que uno espera llevar, ¿verdad?

A lo largo de los años, este ambiente tóxico provocó la salida de varios especialistas del servicio, dejando vacíos que sólo profundizaron la crisis. El aumento del clima de tensión y las quejas continuas finalmente culminaron en una revuelta en 2021, donde seis médicos impugnaron una convocatoria dirigida a la elección de un nuevo jefe de servicio, aludiendo que las bases estaban diseñadas para favorecer a alguien con un historial de problemas. La historia se repetía, y la rueda del conflicto giraba sin cesar.

Conclusión: hacia un entorno laboral más seguro

Es indudable que la salud de quienes nos cuidan debe ser una prioridad. Lo que ocurrió en el Hospital Insular de Gran Canaria nos recuerda que el acoso laboral puede tener consecuencias nefastas no sólo para los trabajadores, sino para toda la sociedad. Cuando se pasa por alto el bienestar de quienes están al frente del cuidado de la saludad, todos perdemos.

Es crucial que las administraciones se adopte una actitud más proactiva hacia la prevención de riesgos laborales. Los procedimientos de acoso laboral deben ser tomados con la seriedad que merecen, ya que no se trata de un juego de ajedrez; se trata de vidas y, más importante aún, de humanidad.

Así que, la próxima vez que veas a alguien vestido de blanco, recuerda que detrás de esos uniformes hay personas que también necesitan ser escuchadas y protegidas. Después de todo, en el mundo de la salud, todos somos parte del mismo equipo, y un entorno laboral seguro beneficia a todos, desde los empleados hasta los pacientes.