Recientemente, hemos estado oyendo un eco inquietante que proviene de la política y la construcción en la Comunitat Valenciana. Nos encontramos en una situación que suena a película de suspense, pero no, no es una secuela de «Gürtel: El regreso». El Consell presidido por Carlos Mazón ha decidido adjudicar contratos de emergencia por valor de 4,2 millones de euros a la constructora CHM Obras e Infraestructuras SA, cuyo presidente, ¡sorpresa!, ya tiene un pasado criminal relacionado con la famosa trama Gürtel. Pero, ¿qué nos dice esto sobre la forma en que se gestionan las obras públicas en España? Vamos a desmenuzar todo esto, a reírnos un poco para no llorar y, con suerte, a encontrar algún indicio de esperanza en el paisaje político actual.
¿Qué es la trama Gürtel y por qué nos importa?
Antes de sumergirnos en las sorpresas del contrato, tomémonos un momento para recordar qué demonios es la trama Gürtel y por qué tantas versiones de «El Padrino» parecen menos dramáticas que esto. La trama Gürtel fue un escándalo de corrupción en España que involucró a miembros del Partido Popular (PP). Implicó sobornos, malversación de fondos y un pequeño ejército de empresarios que se llenaban los bolsillos a costa del erario público. Parece algo salido de un guion de Hollywood, pero es muy real y, lamentablemente, muy presente.
Por si fuera poco, las consecuencias de este tipo de corrupción son palpables: infraestructuras dañadas,fondos mal distribuidos, y una desconfianza que ha calado hondo en la ciudadanía. La combinación de la corrupción y la política es como combinar un vino mal hecho con una comida rápida: no acaba bien y huele fatal.
Un contrato de emergencia o una decisión controversial
Ahora, hablemos del contrato de emergencia que ha levantado la ceja de más de uno. La construcción de la que estamos hablando es para rehabilitar el puente ferroviario que cruza el barranco del Poyo, un área que sufrió severos daños tras la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) del 29 de octubre. La naturaleza, con su habitual imprevisibilidad, ha dejado un escenario que requiere una solución rápida y eficaz. Aquí es donde se alega que CHM es la empresa ideal, dada su experiencia en proyectos similares. El director gerente de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV), Alfonso Novo, menciona que la empresa “dispone de capacidad para iniciar los trabajos de forma inmediata”. Ah, la inmediatez, ese valor tan preciado en el mundo actual.
Sin embargo, la rapidez tiene un precio, y aquí el precio se siente un poco más que “standard”. Este contrato surge junto a otro de 3,9 millones de euros adjudicado a la constructora Becsa SA, cuyo dueño también está relacionado con el mismo escándalo. ¿Soy yo o esto comienza a parecer un juego de cartas marcadas? La agilidad administrativa es importante, sí, pero ¿a qué costo? ¿Siempre serán las mismas caras las que se beneficien de la emergencia?
El contexto de la corrupción en la construcción
Historias como esta nos llevan a pensar en las conexiones entre la política y la construcción en España. Recientemente, un grupo de empresarios confesó su involucramiento en la financiación del PP valenciano liderado por Francisco Camps. Entre ellos se encuentran los hermanos Martínez Berna, quienes, por cierto, ya tienen antecedentes penales por delitos electorales. Y aquí es donde el asunto se torna realmente espinoso.
Los contratos que vinculamos con la trama Gürtel, tienen mucho en juego, tanto en términos de dinero como de reputación. Si observamos el panorama actual, no podemos evitar hacer una pausa y reflexionar: ¿qué aprendimos de todos estos casos? ¿Acaso hay algún tipo de efecto transformador en nuestra sociedad, o simplemente estamos repitiendo la historia con nuevos protagonistas, pero el mismo guion?
La doble moral de la política
La adjudicación de estos contratos no solo es un tema financiero; es un reflejo del estado moral de quienes nos gobiernan. La advertencia de que las viejas prácticas siguen persistiendo es clara. Se esperaría que, tras el estallido de un escándalo de corrupción, los líderes se comprometieran a cambiar las reglas del juego. Pero la realidad parece ser más complicada: se ve un ciclo continuo de promesas rotas y decisiones que, al final del día, generan más interrogantes que respuestas.
¿Y qué hay de la transparencia? Si los votantes esperan un cambio, necesitan ver acciones que refuercen ese deseo. La falta de un sistema que garantice la honestidad y la equidad en la adjudicación de contratos es como esperar que una dieta de solo pizza funcione. Es una quimera, ¡y mucho menos sabrosa!
Conclusión: ¿Camino hacia adelante?
Entonces, volviendo a nuestra pregunta inicial, ¿qué nos dice esta situación? La adjudicación de estos contratos a empresas con antecedentes en la trama Gürtel no solo plantea preguntas sobre la ética en la política, sino que también refleja un panorama complejo y, a menudo, sombrío sobre la falta de controles adecuados y la impunidad que todavía existe en ciertos sectores.
Es un momento crítico para la política española: ¿seremos capaces de aprender del pasado y evitar que se repita? La respuesta, al igual que la trama de una buena novela, puede ser complicada y llena de giros inesperados. Un futuro en el que los ciudadanos puedan confiar en sus instituciones no debería ser una utopía inalcanzable, sino un objetivo por el que trabajar.
Como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de exigir cuentas. De recordar que la transparencia no es solo un término de moda, sino un valor esencial. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de quedarnos atrapados en una repetición interminable de un mal guion. Así que, la próxima vez que alguien quiera adjudicar un contrato a empresas cuestionables, quizás deberíamos empezar a sacar las palomitas y quedarnos atentos al espectáculo que nos ofrece la política. ¿Quién dijo que no podemos disfrutar del drama mientras exigimos un poco de cordura?
Al final del día, la risa puede ser la mejor defensa, y quizás, solo quizás, nos ayude a encontrar un camino hacia la luz en medio de toda esta oscuridad.