Parece que en España las desgracias nunca vienen solas. En medio de una crisis climática que no entiende de límites ni de zonas protegidas, la provincia de Valencia ha sido blanco de una catástrofe que ha hecho temblar al país. Con más de 190.000 personas afectadas y miles de viviendas en riesgo, es inevitable cuestionar cómo hemos llegado a este punto. ¿Acaso los ingentes datos que alertaban sobre la peligrosidad de construir en ciertas áreas fueron ignorados? Olvidados en un cajón polvoriento tal vez. En este artículo, profundizaremos en las repercusiones de esta crisis, tomaremos un vistazo a qué sucedió en Valencia y consideraremos qué se podría haber hecho para evitarlo.

Un desastre anunciado: la fuerza de la naturaleza y la ignorancia humana

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha buscado la manera de construir su refugio en los lugares más pintorescos, aunque eso signifique arriesgar su seguridad. ¡Quién no se ha enamorado de una casa con vistas al mar! Me acuerdo de la vez que miré una casa en primera línea de playa y pensé: «¿Querré estar aquí cuando suba la marea?» Justo entonces, me vino a la mente un amigo que vive en una zona de inundaciones… la vida es un balance entre el deseo y la sensatez, ¿verdad?

En un estudio reciente hecho por el medio Datadista, se reveló que más de 75.000 viviendas están afectadas en Valencia debido a lo que se conoce como DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos). Lo sorprendente es que yacían en zonas crítica para inundaciones. Apenas 20 años después de que se declarara esta peligrosidad, casas y edificios fueron levantados como si fueran castillos de arena a la sombra de un nubarrón amenazante.

Un Plan que no se ejecutó correctamente

En 2003 se aprobó el Plan de Acción Territorial sobre Prevención del Riesgo de Inundación en la Comunitat Valenciana (PATRICOVA). Este plan tenía como objetivo gestionar y mitigar los riesgos de inundaciones, estableciendo directrices para prevenir daños en personas y bienes. ¿El resultado? Una de las más grandes crisis de inundaciones en lo que va del siglo, y una insatisfacción generalizada entre los ciudadanos.

El PATRICOVA incluye objetivos clave como evaluar y conocer los riesgos, coordinar acciones entre administraciones y orientar desarrollos urbanísticos hacia áreas no inundables. Pero, ¿qué pasó en la práctica? Visto lo visto, la aplicación de este plan dejó mucho que desear. ¿Es posible que lo ignoraran? ¿O que simplemente no se consideraron importantes las advertencias?

La DANA: Un monstruo que ha cobrado vida

El fenómeno DANA se tradujo en precipitaciones extremas que alcanzaron niveles récord en toda España. En solo 24 horas, Valencia recibió 618 litros por metro cuadrado, estableciendo un nuevo récord absoluto. Si bien las condiciones climáticas son, a menudo, impredecibles, el análisis sobre el uso del suelo y la planificación urbanística nos indica que esta situación no es solo culpa de la naturaleza, sino también de decisiones humanas erradas.

Imagina vivir en un lugar donde sabes que un aguacero puede convertir tu calle en una pista de aterrizaje improvisada. Eso está ocurriendo en zonas donde la urbanización descontrolada ha llevado a construir viviendas en áreas de alto riesgo. Las decisiones tomadas en la década de 2000, durante el auge inmobiliario, parecen hoy tan erróneas que podrían inspirar una novela de terror.

La pregunta del millón: ¿Por qué se permite construir en zonas inundables?

La normativa nacional permite la construcción en zonas inundables, siempre que se adopten medidas para mitigar riesgos. Es casi como si el Gobierno dijera: «Está bien, jugar a la lotería es arriesgado, pero si compras un seguro, está todo bien». La realidad, sin embargo, demuestra que esas “medidas de mitigación” fueron, en muchas ocasiones, solo palabras en papel.

Jorge Olcina, catedrático de la Universidad de Alicante, señala que la expansión urbanística sin control desde los años 60 ha sido un problema «enquistado». La realidad es que esas construcciones en zonas inundables han estado permitidas hasta hace pocos años. ¿Qué nos dice eso? Que nos gusta arriesgarnos, pero cuando las aguas suben, nos llenamos de arrepentimientos.

Propuestas para un futuro más seguro

La situación es alarmante, pero no todo está perdido. Podríamos aprender de lo ocurrido en Valencia para establecer políticas más efectivas que protejan a la ciudadanía. Aquí hay algunas ideas que podrían ayudar:

1. Revisión de normativas vigentes

Las normativas actuales deben ser revisadas y actualizadas para incluir** estudios de inundabilidad** exhaustivos y obligatorios antes de cualquier proyecto de construcción. Alejarnos de la construcción en áreas de riesgo debe ser una prioridad, de la misma manera que prohíbes a un amigo tocar los cables de un dispositivo eléctrico mojado.

2. Promover la Infraestructura Verde

Incorporar la naturaleza en nuestros diseños urbanos puede ser un cambio radical y positivo. Crear zonas verdes en vez de edificios puede ayudar a absorber el agua de lluvia y, quizás, mantener las calles secas. Es más fácil así, imagina que tus hijos jueguen en un parque lleno de árboles en lugar de nadar en una calle sumergida.

3. Concienciación y educación ciudadana

La gente necesita saber a qué se enfrenta al elegir vivir en zonas de riesgo. La responsabilidad debe ir más allá de las autoridades. Cada ciudadano tiene que entender cómo funcionan las condiciones climáticas y qué tipo de riesgos implican. Tal vez una película concienciadora en las salas o un video viral podría hacer la diferencia. ¿A qué no?

¿Qué viene después?

El ambiente político se está agitando y las voces comenzaron a alzarse. Paradójicamente, tras un evento tan devastador, llega una especie de «revolución silenciosa». Familias y activistas exigen el cumplimiento de normativas y reformas necesarias. Uno esperaría que cada desastre sirviera de lección, pero, como sabemos, la historia no siempre se repite como aprendizaje.

La transformación de nuestra infraestructura y cómo se gestionan los riesgos asociados con el cambio climático no puede esperar más. Si no queremos seguir siendo personajes de un drama al estilo griego, es tiempo de actuar. En un mundo donde el clima se vuelve más volátil, ¿te atreverías a vivir frente al mar? Las tormentas ya no son solo un fenómeno natural que mirar desde la distancia; son un grito de urgencia para el cambio.

Al final del día, las catástrofes traerán consigo un tsunami de desafíos, pero también, con suerte, serán un motor para la necesidad de una mejor planificación y un futuro más seguro. En un país que debe aprender de su pasado, cada gota de lluvia no solo es agua; es un recordatorio de la necesidad de actuar.