A menudo, cuando pienso en la política catalana, me viene a la mente la clásica imagen de un gato en una caja de Schrödinger: ¿está vivo o muerto? Mucho se especula sobre el futuro del independentismo en Cataluña, y las constantes subidas y bajadas de las organizaciones parecen crear más dudas que respuestas. En las últimas semanas, hemos sido testigos de un nuevo golpe para el Consell de la República, una entidad que el expresidente Carles Puigdemont había ideado como un bastión del movimiento independentista desde su refugio en Bélgica.

¿Qué está sucediendo con el Consell de la República?

Para aquellos que no están tan familiarizados con el tema, el Consell de la República fue concebido como una suerte de gobierno en el exilio, un organismo que buscaba dar continuidad al proyecto independentista catalán, creando un espacio donde todos los sectores pudieran sentir que tenían voz. Su misión era ambiciosa: alcanzar un millón de socios y convertirse en un órgano legítimo que representara la voluntad del pueblo catalán.

Sin embargo, las cosas no han ido exactamente según lo planeado. La reciente decisión de Poble Lliure, uno de los principales partidos que se sumaron a este proyecto, de desvincularse del día a día del Consell, plantea serias interrogantes sobre su efectividad y su futuro. ¿Es el Consell simplemente un castillo de naipes a punto de desmoronarse?

Lo cierto es que ya no somos los únicos desconcertados. La asamblea de Poble Lliure, reunida en Arenys de Mar, reconoció que el Consell no había conseguido ser “transversal ni útil” para todas las corrientes del independentismo. Esto es un golpe duro, no solo para Puigdemont, sino para todos aquellos que aún creen en una Cataluña independiente. ¿Quién puede sentirse realmente representado dentro de una estructura que ha fallado en su objetivo principal de unificar?

Las sombras de un proyecto en crisis

Desde su lanzamiento en 2018, el Consell ha enfrentado múltiples crisis políticas y organizativas. Cada vez que me encuentro con un amigo en Barcelona, solemos bromear sobre el “drama” de la política catalana, y no es para menos. ¿Recuerdan el capítulo en el que el propio Puigdemont anunció su renuncia al Consell después de asumir la presidencia de Junts per Catalunya? ¡Cualquiera pensaría que estamos en una serie de Netflix!

La tabla de salvación que originalmente se pensaba sería el Consell ha visto cómo sus miembros clave han comenzado a abandonar el barco. Esto ha dejado a la entidad en una situación precaria, donde los rumores de corrupción y falta de fondos han comenzado a asomarse. La decisión de reducir la estructura por “falta de fondos” es como decir que un restaurante de lujo ha cerrado porque no puede pagarse el lujo: un golpe de realidad que deja un sabor amargo.

Poble Lliure y el nuevo rumbo del independentismo

La apuesta de Poble Lliure por “tomar otras vías” y construir una “unidad popular catalana renovada” suena a algo que muchos esperaban. Tal vez, como una madre cansada de su casa desordenada, decidan que es hora de reorganizar sus prioridades. Esta nueva estrategia tiene como objetivo involucrar a amplios sectores de la sociedad, algo que el Consell no logró hacer.

El hecho de que Poble Lliure quiera alejarse de las “dinámicas institucionales” actuales sugiere que están buscando una renovación que invite a voces más nuevas y diversas al diálogo, sin los estigmas de las estructuras tradicionales. Esta nueva estrategia podría ser como el regreso del padre que se fue por años y finalmente decide unirse a la fiesta familiar que se celebraba en casa. ¿Es este el giro que necesitaba el movimiento independentista?

Apuesta por una nueva dirección: el análisis

Es curioso cómo a veces los eventos más inesperados generan el mayor cambio. El Consell, que se planteaba como la savia nueva del independentismo, se ha convertido en un ejemplo de lo que puede suceder cuando los objetivos no se alinean con la realidad del terreno. Muchos se preguntan: ¿qué será lo siguiente? La lucha seguirá siendo larga y llena de matices.

Poble Lliure parece entender que el camino hacia la independencia no es una carretera de un solo sentido. Deciden buscar un entendimiento del independentismo de izquierdas que rompa con las lógicas de hace unos años. Y eso, mis amigos, tal vez es lo más emocionante. ¿Puede un nuevo enfoque ayudar a conectar las diferentes sensibilidades dentro del independentismo?

La política como un juego de ajedrez

Podríamos ver esto como un juego de ajedrez donde cada jugada cuenta. El movimiento de Poble Lliure es una jugada cautelosa, pero audaz, como cuando decides usar una pieza que ha estado en la esquina del tablero durante toda la partida. La cuestión es cómo se verá el tablero en los próximos meses y si los jugadores lograrán sincronizar sus estrategias.

Y es que, al final del día, el independentismo catalán se asemeja más a una telenovela que a un documento político. ¡Hay personajes que entran y salen, giros inesperados ! Desde la renuncia de Puigdemont hasta las deserciones de partidos como Poble Lliure, la trama se complica y se convierte en un espectáculo digno de ver. ¿Quién se atreve a pronosticar el desenlace?

La mirada hacia el futuro

Un futuro incierto no tiene por qué ser un futuro desalentador. Hay que recordar que el proceso independentista catalán ha pasado por muchas etapas. Cada golpe y cada derrota pueden ser vistos también como oportunidades para renovarse, como un phoenix que resurge de sus cenizas. El hecho de que Poble Lliure esté buscando la manera de interpelar a amplios sectores de la sociedad podría ser la clave para un nuevo impulso en la lucha por la independencia.

En mi opinión, la política es un ciclo constante de fallas y éxitos. Tal vez esté compartiendo un poco mi filosofía personal sobre la vida, pero no sería justo negarlo. Después de todo, lo que realmente caracteriza a un movimiento político es su capacidad de adaptarse, de encontrar nuevas formas de comunicarse con la sociedad.

Conclusiones y preguntas para reflexionar

A medida que concluimos este recorrido por la compleja situación del Consell de la República y el nuevo rumbo tomado por Poble Lliure, es esencial reflexionar sobre algunas preguntas. ¿Está la independencia de Cataluña más cerca o más lejos que nunca? ¿Pueden los nuevos enfoques ofrecer una luz al final del túnel? ¿Y hay alguien que realmente se atreva a poner en ley las bases de un independentismo renovado?

Así que, querido lector, la próxima vez que hablemos de política catalana, recordemos que, aunque a veces parece un juego de azar, los movimientos acertados pueden llevar a un nuevo amanecer. Y no olvides que, al final del día, siempre hay algo que aprender, ya sea de los triunfos o de los fracasos. La vida continúa, y así lo hará la lucha por la autodeterminación de Cataluña. Nos vemos en la próxima.