Si alguna vez te has preguntado qué se siente al combinar la magia de un viaje en tren con la majestuosidad de un paisaje montañoso, déjame llevarte a un lugar que parece salido de un cuento de hadas: el tren de Artouste. Imagine un tren que serpentea por las laderas de montañas imponentes, rodeado de un lago cuyas aguas reflejan el azul del cielo, mientras la adrenalina fluye y la naturaleza te abraza con su belleza. No me lo tendrás en cuenta si empiezo a sonar un poco poético, ¿verdad? Pero, ¡es que esta experiencia lo merece!

Un acceso a la naturaleza sobre las nubes

Hablemos de cómo llegar a este maravilloso destino. El tren de Artouste comienza su trayecto en una estación situada a 1.950 metros sobre el nivel del mar, en pleno corazón de los Pirineos franceses. Si te preguntas si tendrás que hacer una larga travesía para llegar hasta allí, la respuesta es «no». Desde el conocido pueblo español de Formigal, solo son aproximadamente 30 minutos en coche. Y si estás del lado francés, Laruns se encuentra a 45 minutos. Pero ya sabes cómo es eso: un viaje corto puede convertirse en una pequeña aventura propia si te detienes a disfrutar las vistas por el camino.

Una vez que llegues, tendrás que tomar un teleférico que te llevará desde las orillas del Lago Fabrèges hasta la pequeña estación de tren. Serán 10 minutos suspendido en el aire, donde no podrás resistirte a abrir la ventana y dejar que el viento te acaricie como si fueras un jubilado en una película de verano. Oh, esos momentos en los que la vida se siente tan… ¡libre!

En el tren a la aventura

Y así comienza la verdadera magia. El tren de Artouste, pintoresco, de color rojo y amarillo, promete un trayecto que te dejará sin aliento. Durante aproximadamente 55 minutos, recorrerás un camino que se asoma a precipicios y atraviesa nada más y nada menos que el túnel d’Ours, ¡que aseguro te hará sentir como un explorador de las montañas!

Algo que debes saber es que el tren apenas tiene 50 centímetros de ancho, lo que le añade un nivel extra de emoción a esta travesía. Mientras avanzas, asegúrate de tener la cámara lista para capturar la fauna local: marmotas, rebecos y hasta águilas pueden hacerte compañía en esta aventura. A mí, por ejemplo, me pasó algo curioso en mi viaje: por unos segundos, pensé que había visto un unicornio. Spoiler: era un cabra montés que decidió hacer su mejor pose justo cuando le saqué la foto.

Un lago para recordar

El destino final de esta mágica travesía es el lago glaciar de Artouste, un espejo natural donde las aguas turquesas reflejan la espectacularidad de las montañas circundantes. Una vez que llegas, el lago te invita a desconectarte del mundo y a conectarte… contigo mismo. Así que, ya sea que quieras dar un paseo, meditar o simplemente disfrutar de un picnic con tus amigos, este lugar es ideal para ello.

Aquí, no hay prisa. Puedes elegir entre 35 rutas de senderismo que te conectan aún más con la naturaleza. Te lanzo una pregunta: ¿qué tal si dejas el teléfono a un lado y decides descubrir la belleza a través de tus ojos, no a través de una pantalla? Toma una buena cámara, pero recuerda que la mejor fotografía no siempre está en la imagen, sino en el momento que vives.

Opciones para disfrutar en el día

Si esto ya parece una experiencia de un día entero, ¡lo es! Existen dos tipos de excursiones que incluyen tanto el tren como el teleférico. La opción de «descubrimiento» tiene un costo de 27 euros, perfecto para aquellos que buscan media jornada de aventura. Por otro lado, la opción «escapada» se extenderá todo el día por 33 euros, dándote la oportunidad de aprovechar al máximo la belleza del lago y sus alrededores.

Los detalles son los siguientes:

  • 15 minutos en teleférico: de los 1.400 a los 1.900 metros.
  • 55 minutos en tren: subiendo hasta los 1.997 metros.
  • Tiempo libre: de hasta 5 horas y 45 minutos (mínimo 40 minutos en temporada baja) en el lago de Artouste con la opción «escapada».

Un poco de historia detrás del tren

Como buen amante de la historia, tengo que introducirte a la fascinante narrativa del tren de Artouste. Este no fue construido inicialmente para el turismo, sino que su historia se remonta a finales del siglo XIX, cuando el abad Ludovic Gaurier descubrió el lago. ¿Te imaginas un abad hoy en día? Tal vez sería un influencer espiritual con un canal de wellness.

La línea ferroviaria fue creada en 1924 para facilitar el transporte de materiales a la construcción de una presa hidroeléctrica. Pero, ¿quién podría haber imaginado que este tren, que fue originalmente un medio de trabajo, se convertiría en una joya turística años después? La obra finalizó en 1930 y a partir de ahí, el tren comenzó a hacer las palpitaciones del corazón de cada aventurero que tuvo el placer de montarse.

Así que cada vez que te subas a este tren, recuerda que no solo estás disfrutando de una hermosa vista; también formas parte de una historia que ha perdurado durante casi un siglo.

Recomendaciones para el viaje

¡Ahora viene la parte más crucial! Aquí hay algunos consejos que debes tener en cuenta antes de lanzarte a esta aventura:

  1. Prepara tu mochila: No olvides llevar un gorro, gafas de sol y crema solar. El sol en la montaña es un poco más fuerte de lo que uno espera. Me he dado cuenta de que los gorros son más que un accesorio; son un salvavidas para el cabello descontrolado.

  2. Hidratación: Si viajas con niños, no olvides que deben beber agua, especialmente en el teleférico, ya que el cambio de altitud puede ser un poco duro para los oídos.

  3. Disfruta de cada momento: Recuerda llegar al menos 45 minutos antes del embarque. Permítete disfrutar de la experiencia sin prisa.

  4. Aprovecha el tiempo con tus mascotas: Los perros son bienvenidos en la excursión de manera gratuita, siempre y cuando estén con correa. Piénsalo, ¡tu mejor amigo también merece disfrutar de las vistas!

  5. Captura el momento: Lleva una cámara y asegúrate de hacer “scroll” en tus recuerdos después del viaje. Pero no olvides que algunas de las mejores fotos son las que no salen en la cámara.

Reflexiones finales sobre el tren de Artouste

Así que, ¿estás listo para embarcarte en esta increíble aventura? Solo de pensarlo, siento una punzada de emoción. El tren de Artouste no solo es un medio de transporte; es una manera de reconectar con la naturaleza y, tal vez, contigo mismo. Al final del día, no se trata solo de los lugares a los que llegas, sino de las historias que llevas contigo.

La naturaleza tiene una manera singular de enseñarnos a apreciar la vida de una manera más pura. ¿Quién puede resistir la calma que brinda un lago montañés? Así que toma tus botas, prepárate para una experiencia inolvidable y olvídate del estrés por un rato. Porque, al igual que te conté esta historia, seguramente tendrás un sinfín de recuerdos que contar luego.

Ojalá que te animes a visitar el tren de Artouste; realmente, es una experiencia que recordarás. Así que mira al cielo, inspírate, y ¡disfruta de la aventura!