En la vida, a veces la justicia parece un gato que siempre se escabulle entre nuestros dedos. Pero este jueves, un tribunal en Río de Janeiro le dio un respiro a la esperanza colectiva de muchos, al condenar a Ronnie Lessa y Élcio de Queiroz por el asesinato de la concejala Marielle Franco y su chofer, Anderson Gomes. Y no, no se trata de una condena cualquiera, ¡estamos hablando de penas acumuladas que suman más de 78 años para uno y casi 60 para el otro! ¿Es un final feliz? Tal vez. Pero, ¿no deberíamos preguntarnos si el precio que se ha pagado en este proceso ha sido demasiado alto?
Recordando a Marielle: Más que un número
Quiero empezar describiendo a Marielle, porque muchas veces olvidamos que detrás de los números y las condenas hay vidas. Nació y creció en el complejo de favelas de Maré, una de las zonas más vulnerables de Río. Era sociologa, activista y política, y estaba profundamente comprometida con la lucha por los derechos humanos, especialmente en lo que respecta a la violencia policial contra la población negra. Su legado es doble: el reclamo por justicia por su asesinato y su incansable lucha social, a veces oscurecida por la noticia misma.
Desde su muerte el 14 de marzo de 2018, Marielle Franco se convirtió en un símbolo de resistencia. Un día, mientras tomaba un café en un restaurante de la zona sur de Río, escuché a un grupo de jóvenes hablar sobre cómo Marielle seguía siendo una fuente de inspiración. ¿Es posible que su espíritu siga luchando a pesar de los obstáculos? ¡Definitivamente!
Una justicia agridulce
El tribunal no solo sentenció a los asesinos, sino que también impuso una indemnización considerable a los familiares de las víctimas, un total de 706.000 reales (120.000 dólares) por daños morales. La juez, en un gesto que provocó aplausos entre los presentes, destacó que «la justicia a veces es lenta, ciega y torcida, pero llega». Me parece que esto podría ser también un mantra para los amantes de las telenovelas, ¿no crees?
Sin embargo, el camino hacia esta victoria ha estado plagado de desafíos. Los asesinos, gracias a un acuerdo de colaboración con la Fiscalía, podrían cumplir como máximo 18 años en régimen cerrado. ¿Y qué me dicen de “la justicia” en este país? ¿Qué mensaje envía esto a la sociedad? Tal vez deberíamos crear una camiseta que diga: «La justicia está en camino, pero puede que esté tomando un desvío».
Testimonios que duelen
Durante los días de juicio, los testimonios fueron desgarradores. Lessa, más que un criminal, se presentó como una víctima de circunstancias. Dijo que su intención no era matar a Gomes, sino que el peso de su culpabilidad terminó siendo un fardo de palabras vacías, invocando un arma “inadecuada”. ¿Realmente? Si tu “arma” no funciona, ¿significa que estás exento de culpa? El fiscal, Eduardo Martins, no se esperaba menos que desmantelar esta narrativa, llamando a los condenados sociópatas que confiesan solo cuando están acorralados por las pruebas.
Una madre que no se rinde
No puedo dejar de mencionar la voz de Marinete Silva, la madre de Marielle. Su resiliencia es admirable. “Llevamos más de seis años luchando y nunca hemos dejado de creer”, dijo. ¿Te imaginas estar en su lugar? La magnitud de este dolor es difícil de resistir.
Y es que a menudo nos encontramos cuestionando el papel que desempeñamos en estas historias. ¿Cuánto estamos dispuestos a luchar por aquellos que han sido silenciados? Una reflexión realmente complicada.
La elefante en la habitación: los autores intelectuales
Una de las sorpresas del juicio fue la acusación de Lessa, quien implicó a figuras influyentes en el asesinato, desde un diputado federal hasta un exjefe de la Policía Civil. Estos personajes parecen estar jugando al escondite, asegurándose de que la justicia no les alcance. Pero, ¿no es esto una especie de estafa gigantesca en la que, si tienes poder e influencia, puedes salirte con la tuya? Hablamos de un ciclo de violencia e injusticia que afecta a todos.
Es el clásico caso de la “topografía del miedo”, donde aquellos que deberían proteger a las comunidades son los mismos que perpetúan la violencia. La situación es compleja, y hemos aprendido a lo largo de los años que la justicia es un camino lleno de baches. Sin embargo, es un camino que no podemos dejar de recorrer, y menos aún por aquellos que ya no pueden hacerlo.
Reflexiones finales: el legado de Marielle
A pesar de todo, la lucha de Marielle sigue viva. La sociedad no solo ha reaccionado a su asesinato, sino que también ha hecho eco de sus luchas. Cada vez que alguien se manifiesta contra la violencia, cada vez que se defensa un derecho, ahí está Marielle, en espíritu, agitando aquel dorado estandarte que representa la lucha por la verdad y la justicia.
Marielle Franco representa un faro de esperanza que iluminan también a aquellos que se ven atrapados en la red de injusticias. Su historia, su vida y su legado continúan resonando en cada rincón de Brasil y más allá. Tal vez, solo tal vez, su memoria sea un recordatorio de que, aunque la justicia pueda llegar tarde, siempre hay razones para no perder la esperanza.
Al final del día, la pregunta no es solo si la justicia ha sido servida, sino qué estamos dispuestos a hacer para que estas tragedias no se repitan. ¿Te unes al camino de la resistencia? Porque, quizás, la verdadera justicia radica en un cambio profundo en la sociedad, un cambio que podría comenzar precisamente contigo.
En resumen, la lucha por una sociedad más justa y equitativa debe continuar, no solo por Marielle, sino por todos nosotros. Nunca olvidemos que cada vez que levantamos la voz, también estamos aplaudiendo a quienes no pueden.
Espero que este artículo sea de tu agrado y cumpla con las expectativas que tenías en mente. ¡Te espero en la próxima lectura!