En el marco del bicentenario de su nacimiento, Juan Valera, un nombre que resuena en los anales de la literatura y la política española, ha tomado nuevamente el centro del escenario. Cada vez que se menciona su nombre, uno no puede evitar sentir una mezcla de admiración y nostalgia. ¿Cómo es posible que una figura tan polifacética, quien escribió, diplomático y, después de todo, parlamentario, se convierta en un eco en nuestras conversaciones sobre la política contemporánea?

Quizás lo que más me fascina de Valera es cómo su vida y legado son un espejo que nos invita a reflexionar sobre el presente. La cantidad de debates que podríamos tener sobre su contribución a la política actual es casi infinita. A medida que profundizo en su historia, no puedo evitar preguntarme: ¿Dónde están hoy en día las figuras de su calaña?

Una mirada a sus inicios: la búsqueda de una voz

Juan Valera nació en 1824 en Córdoba, en una familia acomodada, un entorno que le permitió acceder a una educación de calidad. Desde muy joven, mostró un gran interés por las letras y la política. Su primera obra, Ensayos políticos, en la que su padre le brindó apoyo, fue un intento por hacerse un espacio en un mundo que parecía ajeno. En una ocasión, me encontré con un viejo amigo que también escribe. Sus primeras publicaciones no tuvieron un impacto inmediato, y a menudo se ríe de cómo una simple hoja de papel puede tener más peso que un libro impreso. Valera vendió solo tres ejemplares de su obra, pero eso no lo detuvo. ¡Ah, la perseverancia! ¿Quién no recuerda su propio camino lleno de tropiezos antes de encontrar la estabilidad?

En 1851, Valera decide lanzarse al mundo de la política y se presenta como candidato a diputado. Un intento que falló, pero aquí viene lo mejor: no se dio por vencido. Como bien suele decirse, «quien persevera, alcanza». Con el tiempo, consiguió su acta de diputado en 1858 por Archidona, y desde ahí no dejó de ser una presencia constante en el Congreso hasta bien entrado el siglo XX.

El Valera parlamentario: entre el murmullo y el eco

La vida parlamentaria de Valera ha sido objeto de análisis durante muchos años. Con un estilo que, si bien no era de los más activos en cuanto a participar en debates, sus intervenciones estaban impregnadas de inteligencia y un ciertas dosis de humor. En algunas ocasiones, los informes de sus discursos describen una combinación de corrección de estilo y una profundidad que es difícil de encontrar hoy en día.

Recuerdo un evento en el que un amigo mío, que también se dedica a la política, recordó un viejo discurso de Valera sobre comercio internacional. Mi amigo minimalista, en su particular estilo, intentó emularlo. Sin embargo, la audiencia estaba más preocupada por la hora del almuerzo que por las palabras de mi amigo. ¿Qué pasó con el arte de fascinar al público?

Valera, por su parte, no solo se enfocó en cuestiones literarias; también discutió temas de crucial relevancia diplomática, como el tratado con Japón y los temas relacionados con la economía global. En el contexto actual, donde las discusiones a menudo son más ruido que sustancia, tengo la sensación de que un Valera en nuestros días sería como un faro en un mar de incoherencias. ¿Realmente necesitamos un artífice del arte diplomático que con su palabra y presencia haga temblar los cimientos de la política actual?

Huella perdurable: monumento y memoria

Una realización adyacente a la figura política de Valera es el monumento que se erigió en su honor en el Paseo de Recoletos de Madrid. Un bello trabajo que, casualmente, fue confeccionado por su sobrino Lorenzo Coullaut. Este detalle me trae a la mente escaparates poblados de arte y cuánto de nuestra historia, de nuestros recuerdos familiares, se perpetúan a través de estas manifestaciones.

El proceso para la creación de este monumento no fue inmediato. Este candente deseo de rendir homenaje a Valera evidenció un deseo de recordar la importancia de su legado. ¿Necesitamos quizás más monumentos dedicados a figuras que aportaron tanto a nuestro país y su ética política?

La relevancia de Valera en la actualidad

La vida y obra de Juan Valera resuenan particularmente en momentos donde el sectarismo y la polarización parecen dominar el discurso público. En la política contemporánea, es fácil encontrar líderes que se aferran a las líneas partidarias a costa de la razón y la verdad. Desafortunadamente, su influencia parece disminuir en la actual Cámara de Diputados.

Alberto Michnik, periodista y defensor de las libertades democráticas, señala que la división clave en la política hoy no es simplemente entre derecha e izquierda, sino entre aquellos que defienden un sistema democrático basado en el respeto y los que proponen formas de autoritarismo. En este contexto, los políticos de la talla de Valera se convierten en puentes necesarios que nos conectan con la civilidad y el respeto mutuo.

¿Es que acaso la desaparición de figuras como Valera contribuya a nuestro empobrecimiento político? Sin duda, la falta de voces críticas que desafíen la norma y que aporten diferentes perspectivas es una de las razones.

Reflexiones finales: un legado que aún resuena

Ninguna figura política es perfecta, por supuesto. Valera tenía sus limitaciones, pero logró traspasar fronteras y dimensiones que muchos en el presente no han alcanzado. En su vida, dejó un legado no solo literario, sino también político que aún debe ser estudiado y, ¿por qué no? imitado en algunos aspectos.

Así que, la próxima vez que escuches de Juan Valera, recuerda su papel en la historia, su legado literario y cómo cada uno de nosotros, en nuestra pequeña parcela de vida, puede hacer la diferencia al articular nuestras opiniones y contribuir a un diálogo civilizado. No hace falta ser un diputado excelente para hacer eco de sus pensamientos, ¡quizás solo un buen par de amigos y un par de copas de vino para empezar la conversación!

Porque al fin y al cabo, este legado no está destinado únicamente a los académicos; también es una invitación abierta a todos nosotros: ciudadanos curiosos, interesados en un futuro donde la democracia y la libertad sean más que palabras vacías. ¿Te atreves a ser parte de esta conversación?