La pobreza, un problema tan antiguo como la humanidad misma, ha sido un tema de discusión y análisis a lo largo de la historia. Pero ¿qué ocurre cuando un fenómeno social como la aporofobia entra en juego? Este término, que se refiere al rechazo o la aversión hacia las personas en situación de pobreza, está más presente en nuestro día a día de lo que creemos. La reciente investigación llevada a cabo por un equipo del Instituto de Investigación de Inteligencia Artificial (IIIA-CSIC) y la Universidad de Notre-Dame ha arrojado luz sobre esta problemática, ofreciendo un modelo innovador que podría ayudar a los gobiernos a diseñar políticas más inclusivas y efectivas.

¿Qué es la aporofobia y por qué importa?

Para aquellos que no están familiarizados con el término, la aporofobia se refiere al desprecio o miedo hacia las personas que son pobres. Esta actitud social no solo es perjudicial a nivel moral, sino que tiene profundas repercusiones económicas y sociales. En una sociedad donde la desigualdad está en aumento, comprender la conexión entre la aporofobia y la pobreza es crucial. Y, seamos honestos, ¿quién no ha sentido un leve estremecimiento al ver a alguien pidiendo en la calle? Pero, en lugar de ignorar esa incomodidad, es esencial preguntarnos: ¿qué estamos haciendo para aliviar esta situación?

Modelando la sociedad barcelonesa a través de algoritmos

En un esfuerzo por entender mejor esta compleja relación, el proyecto AABM (Aporophobia Agent-Based Model) ha desarrollado una simulación única. Imagina un videojuego en el que los personajes son representaciones de la sociedad, pero con un giro: estos «agentes» tienen perfiles personalizados que reflejan la realidad demográfica de Barcelona, incluyendo datos de barrios como Sarrià-Sant Gervasi, Gràcia, Les Corts y Eixample.

Te cuento una anécdota: cuando era niño, pasé un verano en Barcelona y recuerdo maravillarme con la mezcla de culturas y estilos de vida. Sin embargo, también vi situaciones de desigualdad que me hicieron reflexionar sobre la complejidad de la pobreza en una ciudad tan vibrante. Este modelo busca captar precisamente esa complejidad, permitiendo observar cómo las decisiones de cada agente impactan en la distribución de la riqueza dentro de la sociedad.

El funcionamiento del AABM: ¿cómo toman decisiones los agentes?

El modelo AABM incluye 100 «agentes» que representan diferentes aspectos de la población barcelonesa. Cada agente tiene necesidades, como comer, vestir o socializar. Pero, dependiendo de su perfil —que considera la edad, el sexo y el nivel de riqueza— cada agente evalúa cómo satisfacer su necesidad más urgente. Por ejemplo, imagina a un agente con 1.500€. Su necesidad más apremiante es comer, así que decide ir al supermercado, gastando 50€. Pero ahora, su situación ha cambiado —ha saciado su hambre— y debe decidir si va a comprar ropa o simplemente pasa tiempo con su familia. Este sencillo ejemplo es el inicio de una red de decisiones interconectadas que se ajustan a medida que cada «agente» navega por la vida.

La influencia de las normas sociales: un experimento revelador

Pero, ¿cómo influye la legislación en todo esto? La investigación introdujo varias leyes en la simulación, algunas de ellas consideradas no-aporofóbicas (que ayudan a las personas en situación de pobreza) y otras aporofóbicas (que las discriminan). Al final del experimento, el modelo mostró que cuando se aplicaron únicamente normas no-aporofóbicas, la distribución de la riqueza fue significativamente más igualitaria. Desde la comodidad de la simulación, los investigadores pudieron observar cómo las leyes pueden contribuir a mejorar o empeorar la situación de las personas en pobreza extrema.

Este hallazgo es particularmente emocionante porque podría ser un cambio de juego. Imagina que las políticas públicas no tengan que implementarse de manera reactiva, sino que puedan ser probadas en un entorno virtual antes de ser aplicadas en la vida real. ¡Es como si Matrix estuviera al servicio de la igualdad!

Un futuro más inclusivo: aplicaciones del modelo

Aunque la investigación está todavía en sus primeras etapas, sus resultados son prometedores. Según los investigadores, Laia Serradesanferm y Alba Aguilera, el modelo puede no solo aplicarse a Barcelona, sino también extenderse a otras ciudades del mundo. ¿Te imaginas que ciudades de países en desarrollo pudieran beneficiarse de esta tecnología? Esto podría abrir la puerta a un enfoque más ponderado y efectivo en la creación de leyes que aborden la pobreza y la desigualdad.

A medida que los modelos sigan refinándose, los gobiernos podrían utilizar esta herramienta para tomar decisiones informadas y no invasivas. En lugar de jugar a ser «conejillos de indias» para determinar qué funciona y qué no, podría haber un camino más claro y fundamentado hacia el progreso.

El papel de la ciencia y la tecnología en la lucha contra la pobreza

En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, es asombroso considerar cómo la inteligencia artificial puede ser utilizada para abordar problemas sociales tan complejos. ¿Quién lo diría? Cuando hablamos sobre tecnología, a menudo imaginamos robots haciendo nuestras tareas del hogar o sistemas que nos muestran el próximo gran éxito musical. Pero la ciencia tiene el poder de hacer mucho más, como modelar nuestras sociedades y encontrar soluciones a problemas antiguamente considerados insuperables.

Lo que nos recuerda que no estamos tan lejos de poder cambiar las cosas. Sí, la pobreza es un reto monumental, pero tener a la ciencia de nuestro lado es un buen comienzo. La verdad honesta es que el cambio social no sucederá de la noche a la mañana, pero cada pequeño avance cuenta.

Reflexiones finales: una llamada a la acción

Haciéndonos eco de lo que hemos aprendido, es crucial no solo crear modelos y simulaciones, sino también implementarlos en políticas reales. Como ciudadanos del mundo, todos tenemos un papel que desempeñar, desde abogar por la equidad hasta desafiar nuestras propias percepciones sobre la pobreza.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Seamos conscientes al practicar la empatía en nuestra vida cotidiana. Pero además de eso, apoyemos las iniciativas que buscan combatir la pobreza desde la raíz. Ya sea mediante donaciones, voluntariado o simplemente informándonos y educando a otros sobre estos temas, todos podemos contribuir a un futuro más justo y equitativo.

La lucha contra la pobreza no es solo tarea de los gobiernos o las organizaciones benéficas; es algo que todos devemos llevar a cabo. Así que, la próxima vez que veas a alguien en la calle, recuerda que detrás de cada rostro hay una historia, sueños y un potencial que pueden verse frustrados por la aporofobia y la desigualdad. ¡Es hora de cambiar la narrativa y construir una sociedad más inclusiva y comprensiva!