En el complicado entorno del sistema penitenciario, donde la presión puede ser agobiante y el aislamiento a menudo es la norma, surgen preguntas importantes: ¿qué se está haciendo realmente para proteger la salud mental de los internos? ¿Cómo podemos transformar el sufrimiento en esperanza? La reciente decisión de la Generalitat de Catalunya de tomar medidas más drásticas para prevenir el suicidio entre presos plantea un enfoque diferente en la lucha contra esta problemática, que ha alcanzado dimensiones alarmantes.

Esta semana, el conseller de Justicia, Ramon Espadaler, presentó un plan que incluye novedad interesantes, como la capacidad de los psiquiatras para vetar el ingreso de internos a celdas de aislamiento si identifican riesgo de suicidio. Tras la trágica pérdida de tres internos en un corto periodo de tiempo, la respuesta es no solo necesaria, sino urgente.

Un suicidio cada 40 horas: la cruda realidad

La cifra no miente; en lo que va de año, se han registrado once suicidios en prisiones catalanas. Este repunte es alarmante si consideramos que en 2022 se contabilizaron 14 suicidios, una de las cifras más elevadas en años recientes. Reflexionando sobre esos números, me viene a la mente una historia que viví hace años en un taller de escritura para internos, donde muchos compartían su lucha diaria. Escuchar sus testimonios me recordó que detrás de cada cifra hay un rostro, una vida y, lamentablemente, una historia de sufrimiento.

La soledad del aislamiento

El régimen de aislamiento ha sido señalado una y otra vez como uno de los puntos más oscuros del sistema penitenciario. Es irónico pensar que, en un lugar donde debería existir la vigilancia y la atención, la soledad se convierte en la mayor enemiga de muchos internos. “No hay nada más triste que la ausencia de una mano amiga”, dice una frase popular, y los internos a menudo se sienten como si estuvieran en una isla, rodeados por un océano de ansiedad y desesperación.

¿Alguna vez has estado en una habitación con más de cinco personas y aun así te has sentido completamente solo? Esa sensación, amplificada por la falta de comunicación y contacto humano, puede ser mucho más devastadora en un entorno carcelario. Un estudio de Justicia i Pau de fines de 2022 reveló que más de la mitad de los reclusos en cárceles catalanas sufren problemas de salud mental, una cifra que es siete veces superior a la de la población general. ¡No es de extrañar que el clamor por un cambio se torne cada vez más fuerte!

Un enfoque multidimensional

El plan de choque que se presentará no parte de cero. Desde 2019, se habían implementado ciertos programas para evaluar a los internos cada dos años con respecto a su riesgo de suicidio. Este es un excelente paso, pero ¿es suficiente? Espadaler ha anunciado que la nueva iniciativa incorpora 10 medidas adicionales. Aquí te menciono algunas de ellas:

  1. Restricción de herramientas “letales”: Se eliminarán objetos que puedan ser utilizados para autolesionarse, como ciertos tipos de ropa y sábanas.

  2. Intervención de psiquiatras: Se permitirá que los psiquiatras intervengan antes de que un interno sea colocado en aislamiento, una acción que podría salvar vidas.

  3. Creación de una mesa permanente: Se establecerá un grupo que se reunirá mensualmente para revisar datos y establecer acciones.

Estas medidas son un ejemplo de cómo la empatía y la voluntad de mejorar pueden surgir incluso en los lugares más oscuros. Aunque la política a veces se siente distanciada del ser humano, en este caso, se percibe un intento genuino de abordar el problema de manera efectiva.

El papel de los internos

Espadaler también destacó la importancia de involucrar a los internos en las soluciones. La idea de crear un buzón de sugerencias y un programa de «internos de apoyo» es fascinante. Este tipo de iniciativas reconoce que quienes están en el sistema penitenciario también pueden ser parte de la solución. Después de todo, ¿qué es más poderoso que un individuo que ha estado allí y puede ofrecer apoyo a otro que enfrenta las mismas luchas?

Recuerdo un momento en el que un interno me confesó que, aunque estar encarcelado lo había aislado físicamente, la conexión emocional y el apoyo mutuo entre los que estaban allí eran lo que realmente le daba esperanza. La idea de que los propios internos puedan ser agentes de cambio es una estrategia valiente y refrescante.

Un compromiso social

Espadaler ha enfatizado que la prevención del suicidio es un reto que afecta no solo a los institucionales, sino a todo el entramado social. «Cada suicidio es un fracaso«, dijo durante su presentación. Es una afirmación contundente que puede hacerte cuestionar la forma en que pensamos y manejamos los problemas de salud mental en general.

Piensa en esto: ¿Qué pasaría si el sistema penitenciario se convirtiera en un modelo de rehabilitación y, no en una simple máquina de castigo? Este tipo de visión puede sonar idealista, pero los ideales son a menudo los primeros pasos necesarios para fomentar un cambio verdadero.

Conectividad y acceso a recursos

La capacidad de comunicarse con el exterior, incluso en circunstancias difíciles, es esencial. La conectividad no solo implica acceso a tecnología; también significa acceso a la información. Espadaler ha prometido mejorar la comunicación con los profesionales de la salud y establecer mecanismos de alerta para incidentes críticos.

En tiempos donde dependemos de un “clic” para conectarnos con el mundo, no deberíamos permitir que los que están detrás de las rejas queden completamente desconectados. ¿No se sentiría más esperanzador saber que, aunque estés en una celda, el camino hacia la libertad y la sanación aún es accesible?

La prevención tiene muchos rostros

El plan de la Generalitat se basa en la experiencia adquirida a través del proyecto Anaïs, un estudio que analizó casos de suicidio en el sistema penitenciario. Este tipo de análisis es crucial para abordar el problema de manera efectiva. En un mundo donde los datos se multiplican a un ritmo alarmante, es vital que nuestras estrategias no solo se funden en justificaciones, sino en hechos.

Es evidente que la crisis de salud mental en las prisiones va más allá de lo que se podría pensar inicialmente. La dura realidad de las condenas largas, el aislamiento, y el estrés cotidiano forman un cóctel venenoso que se lleva vidas. Si hay algo que esta situación resalta, es que la prevención del suicidio es una responsabilidad colectiva y una prioridad urgente.

Conclusiones

Así que aquí estamos, presenciando un momento de cambio potencial en Cataluña. Las nuevas medidas del Govern son un indicativo de que hay esperanza y que se están tomando en serio los problemas de salud mental en los entornos penitenciarios. Los suicidios son un grito de ayuda que no podemos ignorar. A medida que avanzamos, la comunidad deberá colaborar, educar y sobre todo, empatizar.

¿Crees que estas medidas marcarán la diferencia? Solo el tiempo lo dirá. Pero si cada uno de nosotros puede poner su granito de arena para ayudar a aquellos que luchan, podemos comenzar a reducir no solo las cifras de suicidio, sino también el estigma que rodea a la salud mental en todas sus formas.

La lucha es frontal, y aunque la situación es complicada, siempre existe la posibilidad de un nuevo comienzo. Siempre hay esperanza.