En un mundo donde el turismo se ha convertido en un fenómeno global, se torna vital que ciudades emblemáticas como Florencia encuentren un equilibrio entre atraer visitantes y garantizar la calidad de vida de sus residentes. Tras haber recibido casi 7.8 millones de turistas en el período de enero a septiembre de 2023, la alcaldía ha decidido tomar cartas en el asunto, presentando un ambicioso decálogo que promete transformar la experiencia turística. Pero, ¿realmente será suficiente? Vamos a explorarlo.
Un cambio de perspectiva: de la masificación a la sostenibilidad
La alcaldesa Sara Funaro ha sido clara: «nos importa que Florencia pueda ser atractiva, pero sobre todo habitable para sus residentes». Esta declaración resonó en mí, recordándome mis propias experiencias viajando a lugares donde el turismo había comenzado a ahogar a la comunidad local. ¿Cuántas veces te has sentido como un intruso en una ciudad que se siente más como un parque temático que un hogar auténtico?
Pero, ¿qué agresiones sufre, en concreto, Florencia por la avalancha de turistas? Imaginen las calles, ya estrechas de por sí, abarrotadas de personas que se detienen para tomarse selfies con el Duomo, mientras que, a unos metros de distancia, un residente lucha por pasar con su carrito de la compra. Y esto no es pura ficción; puede ser la realidad de muchas ciudades donde el turismo se ha convertido en la única fuente de ingresos.
Las 10 medidas de Florencia: un primer paso fundamental
El mencionado decálogo consta de diez medidas, pero me gustaría centrarme en las más impactantes y comentarlas desde una perspectiva más personal y empática. Resulta que he conocido a personas que viven en ciudades turísticas que sufren estos mismos problemas y, honestamente, ¡es desesperante!
1. Prohibición de altavoces para guías
A partir de ahora, los guías turísticos no podrán usar altavoces en el centro histórico de Florencia. Me pregunto, ¿alguien se acuerda de esos tours en grupos que parecen más como una excavación arqueológica? Para quienes viven allí, esto puede parecer un alivio, un pequeño paso hacia la paz local. Imagínate un paseo tranquilo por la Piazza della Signoria, sin altavoces gritando «¡y ahora, a la derecha, el Palazzo Vecchio!». Cada grito menos significa un poco más de aire fresco.
2. Eliminación de cajas para llaves
Ah, las cajas metálicas para llaves, ese símbolo de lo que llamamos «turismofilia» (sí, una palabra inventada por mí, ¡pero suena genial!). Quiero decir, son prácticas útiles, pero también se han convertido en un símbolo de invasión turística. Ya era hora de que alguien dijera: «¡basta!» Hay algo irónico en que en una ciudad llena de belleza y cultura, la primera vez que sales no quieras usar una caja de llaves que parece un ladrillo en la decoración de un palacio.
3. Control del alquiler turístico
La dinámica entre el alquiler turístico y los residentes permanentes se asemeja a un clásico duelo de boxeo: los anfitriones de Airbnb, por un lado, y la comunidad local, por el otro. La decisión de Florencia de limitar los alquileres turísticos parece un intento de nivelar el terreno, y es comprensible. En Barcelona, por ejemplo, los residentes han protestado durante años al ver cómo los precios de los alquileres se disparaban, casi como si el propietario de su hogar fuese también un añadido de una película de acción.
4. Límites a «vehículos atípicos»
Florencia también tiene planes de restringir el uso de vehículos «atípicos» para turistas, como esos adorables según la apariencia, pero ruidosos carros de golf. Personalmente, siempre he creído que estos vehículos son la solución rápida de aquellos que temen perderse un rincón escondido de una ciudad histórica. Pero, ¿realmente queremos sacrificar el ambiente en nombre de la conveniencia turística?
La lucha global contra el sobreturismo
Florencia no es la única ciudad que se enfrenta a este dilema. Ámsterdam está instando a los visitantes a evitar los estereotipos de «sexo y drogas», mientras que Tokio implementa tarifas para acceder a áreas concurridas. Estas decisiones valientes indican que el toujours es un reto en conjunto. ¿Tal vez deberíamos aprender de cada uno de estos intentos?
Resonando en mí, me acuerdo de un viaje a Venecia, donde las hordas de turistas casi eclipsan la belleza de los canales y edificios. Mientras paseaba, escuché a un local gritar «esto no es un parque de atracciones». Ahí es donde la empatía juega un papel crucial. Quizá las ciudades turísticas necesitan encontrar una manera de comunicar su esencia misma a los viajeros sin sacrificar lo que las hace únicas.
Un llamado a la comunidad y al visitante responsable
Como viajero, siempre he creído que la responsabilidad debe ser parte de nuestra experiencia. Así que, aquí va mi pregunta retórica: ¿es tan difícil recordar que detrás de cada monumento hay una persona con su vida y sus historias? La empatía es fundamental.
Soy un gran amante de las ciudades antiguas, pero cuando estoy de visita, me esfuerzo por adoptar una mentalidad local. ¿Qué significa esto? Desde hablar con los lugareños y preguntarles sobre sus lugares favoritos hasta hacer un descanso entre las oleadas de turistas y disfrutar de un café a la sombra de un árbol.
Quizás lo más importante que podemos hacer como visitantes es recordar que el trozo de tierra que estamos explorando también es un hogar. La clave está en respetar y valorar la cultura y la comunidad que nos recibe en lugar de tratar de sumar puntos para la «mejor foto para Instagram».
De vuelta a Florencia: un nuevo amanecer
Esta transformación en Florencia está en camino, y fácilmente podría dar el impulso necesario a otras ciudades a seguir su ejemplo. No se trata solo de la economía, sino de la idea de que los lugares amados deben ser preservados y respetados.
La alcaldesa Sara Funaro está tratando de asegurar que Florencia no solo sea un destino turístico atractivo, sino una ciudad entretenida para todos. La resiliencia de las comunidades locales debe ser considerada en cada paso del camino. Si bien los planes son un paso en la dirección correcta, solo el tiempo dirá si realmente son efectivos para revertir los efectos del sobreturismo.
A los que aman viajar, les recuerdo: cada viaje debería ser una historia compartida. Cuando ejercemos un turismo consciente, no solo ayudamos a las ciudades a prosperar, sino que también nos encontramos a nosotros mismos en la experiencia. La siguiente vez que esté en Florencia, me aseguraré de disfrutar del arte renacentista y de perderme en las empedradas, todo mientras me esfuerzo por formar parte de la comunidad, no solo como un turista en tránsito.
Conclusión: ¿es suficiente el decálogo de Florencia?
En resumen, el decálogo de Florencia representa un primer paso hacia un turismo más sostenible y respetuoso. Sin embargo, quiero dejarte con esta última pregunta: ¿seremos capaces de tomar el rol de guardianes de las ciudades y culturas que visitamos, o seguiremos siendo meros turistas que saboreamos el postre sin preocuparnos por los ingredientes?
Florencia tiene mucho que enseñarnos no solo sobre su historia y arte, sino sobre el verdadero significado del turismo. Al final del día, la mejor forma de disfrutar de un lugar es asegurarse de que siempre haya un lugar al que volver. Y sí, eso incluye también el lugar donde el gelato nunca se olvida. 🍦