La noche del domingo nos trajo una noticia que, aunque esperada dada la avanzada edad de su protagonista, aún nos deja un nudo en la garganta: Antonio Reig Ventura, conocido cariñosamente como Tonín, falleció a los 92 años. Este ícono de la pilota valenciana, un deporte que ya cuenta con más de ocho siglos de historia y está tan arraigado en la cultura de la Comunidad Valenciana, deja un legado que perdurará por generaciones.
El sanctasanctórum de la pilota valenciana
Tonín vivía en la emblemática Calle Pelayo, justo al lado del famoso trinquet de Pelayo, un lugar que podríamos considerar la catedral de la pilota. Si alguna vez has pasado por allí, seguramente habrás sentido la vibrante energía de los partidos, los gritos de la afición y el eco de las pelotas chocando contra la pared. Para los valencianos, ese lugar es sagrado. Uno podría decir que es como la Sagrada Familia para los barceloneses, pero con más pelotari y menos turistas con cámaras.
Recuerdo la primera vez que asistí a un partido en este fascinante recinto; era como ver una obra de arte en movimiento. La velocidad de la pelota, la destreza de los jugadores… ¡me dejó boquiabierto! ¿Quién diría que lanzar una pelota contigo mismo pudiera ser tan elegante? Pero para aquellos que así lo consideran, la pilota es más que un deporte: es una forma de vida.
¿Quién fue Antonio Reig Ventura?
Antonio Reig Ventura, o «Tonín» como todos lo conocían, no solo fue un destacado jugador de pilota valenciana. Su trayectoria marcó un antes y un después en este deporte. Nacido en Valencia, desde muy joven mostró un talento excepcional. Su pasión por la pilota lo llevó a convertirse en mito y leyenda, un verdadero embajador de este tradicional deporte.
Tonín era el tipo de persona que hacía que todos se sintieran cómodos a su alrededor. Siempre tenía una anécdota divertida o un chiste listo para ser compartido. Pregunta retórica: ¿quién no disfruta de una buena historia? Imagina esto: después de un partido reñido, todos en el trinquet se maravillaban de su habilidad, y él simplemente sonreía y decía: “La clave es practicar, practicar y, si tienes tiempo, seguir practicando”, mientras se encogía de hombros con esa modestia que lo caracterizaba.
Un legado que trasciende generaciones
A lo largo de su longeva carrera, Tonín no solo cosechó premios y reconocimientos, sino que también se dedicó a enseñar a las nuevas generaciones. Se le vio entrenando a jóvenes talentos, transmitiendo sus conocimientos y su amor por la pilota. Su objetivo era claro: mantener viva la tradición y seguir difundiendo esta rica herencia cultural.
Aquí viene a mi mente una escena entrañable. Un niño tímido un día se acercó a él en el trinquet, nervioso y con miedo a preguntar. Pero con su sonrisa cálida, Tonín se agachó a la altura del niño y, con esa voz pausada que tanto lo caracterizaba, le dijo: «No te preocupes, todos empezamos con un error. Hoy eres un campeón solo por intentarlo». ¡Qué hombre! Esos pequeños momentos son los que lo hicieron legendario.
¿Qué significa la pilota valenciana?
La pilota no solo es un juego; es un símbolo de identidad, una tradición que ha pasado de generación en generación. Para muchos, jugar a la pilota es casi un “derecho de nacimiento”. Las paredes de los trinquets son testigos de historias, de risas y lágrimas, de victorias y derrotas que nos recuerdan que, en el fondo, lo más importante es participar y disfrutar.
Tonín, con su partida, nos deja un vacío difícil de llenar, pero también nos recuerda la importancia de valorar nuestros deportes tradicionales. ¿Cuántas veces hemos visto la televisión llena de eventos deportivos ajenos, mientras nuestra propia cultura se queda al margen?
En un tiempo donde el fútbol y el baloncesto acaparan la atención mediática, es vital recordar y celebrar todas las expresiones deportivas que forman parte de nuestra identidad. En la Comunidad Valenciana, la pilota representa eso. Los niños salen a la calle con una pelota en la mano, símbolo de una conexión con su tierra. ¿No es hermoso?
Implicaciones para el futuro de la pilota valenciana
La muerte de Tonín plantea una pregunta crucial: ¿cómo garantizar que la pilota continúe floreciendo en el futuro? ¿Quedará su legado en manos de instituciones o será responsabilidad de la comunidad? Las respuestas son complejas, pero una cosa está clara: el amor y la pasión que Tonín dedicó a la pilota deben ser ejemplos a seguir.
Las instituciones educativas podrían jugar un papel fundamental. Tanto en colegios como en escuelas deportivas, se debe fomentar el interés en la pilota. Aquí es donde los jóvenes juegan un papel crucial. Imagínate a un grupo de adolescentes, en lugar de estar pegados a sus teléfonos, en el trinquet, riendo y aprendiendo. ¿No sería eso un cambio refrescante?
Una celebración por su vida y legado
La vida de Antonio Reig Ventura no debería ser solo un motivo de tristeza, sino también una oportunidad para celebrar todo lo que hizo por la pilota valenciana. Propongo que en cada trinquet de la Comunidad Valenciana se realice un torneo en su honor cada año. Sería un evento donde no solo se juegue, sino se cuenten historias sobre él, anécdotas que nos emocionen y rían al mismo tiempo, asegurando que su espíritu siga vivo.
Recordando a Tonín
Como sus amigos y compañeros se reunirán para rendir homenaje a este gran hombre, es importante recordar que la vida sigue. Sus enseñanzas, su bondad y su pasión por la pilota tienen que estar presentes en cada juego. ¿Y qué tal si en el próximo encuentro todos levantan sus palas y dicen “¡Por Tonín!”? Sería un bello tributo, ¿no crees?
La partida de este mito viviente de la pilota valenciana deja un espacio vacío, pero también una tarea en nuestras manos: mantener viva la tradición y celebrar nuestros deportes autóctonos. ¿Estamos dispuestos a hacerlo? La respuesta debe ser un rotundo “sí”. Porque, al fin y al cabo, la pilota vive en nosotros; vive en cada partido, cada risa, cada niño que sueña con ser un campeón en el trinquet de Pelayo.
¡Adiós, Tonín! Tu legado jamás será olvidado.