La geopolítica es un poco como jugar al ajedrez, pero con más piezas, reglas en constante cambio y, sorprendentemente, menos tiempo para pensar. Desde que Donald Trump asumió la presidencia en 2017, Europa ha tenido que adaptarse a un enfoque de «negociación a lo Trump», que ha generado en ocasiones más dolores de cabeza que la última temporada de una serie dramática. Si te preguntas cómo este escenario ha dado forma a las relaciones transatlánticas, así como a las políticas energéticas de la Unión Europea (UE), estás en el lugar correcto. Agárrate fuerte, porque vamos a navegar a través de un océano de gas natural, estrategias comerciales y una pizca de humor.
Un presidente que cambia las reglas del juego
Para poner las cosas en perspectiva, recordemos el 2018, un año en el que un cansado Jean-Claude Juncker, entonces presidente de la Comisión Europea, viajó a Washington a reunirse con un joven Donald Trump. Era un tipo de encuentro para hacer que ambos parecieran ganadores en una escena de una película de acción: un presidente de una superpotencia y un líder europeo tratando de sacar lo mejor de la situación. La estrategia de Juncker era sencilla pero efectiva: hacer que Trump se sintiera como el rey de la selva. ¡Y lo logró! A través de un acuerdo, aumentó las compras europeas de gas natural licuado (GNL) americano.
Si bien uno podría pensar que la historia terminó ahí, la verdad es que se ha visto un ciclo casi bíblico de altos y bajos en las relaciones entre Europa y Trump. Si alguien hubiera estado en coma durante seis años y se despertara ahora, podría pensar que todo sigue igual. Pero, ¡oh sorpresa!, el viejo Donald ha vuelto a la carga electoral en 2024.
La nueva era de las relaciones UE-EEUU
En la cumbre de líderes europeos en Budapest tras la victoria de Trump, Ursula von der Leyen, la sucesora de Juncker, expuso cómo Europa podría, una vez más, lidiar con el nuevo presidente electo. Propuso aumentar las compras de GNL estadounidense como una manera de apaciguar al gigante americano. «Lo primero es dialogar y hacerlo sobre intereses comunes», sentenció von der Leyen.
Pero, ¿realmente se puede dialogar con un personaje como Trump? Muchos se preguntan si este es un avance estratégico o simplemente una manera de evitar conflictos innecesarios. Lo que está claro es que con cada nuevo gobierno en Estados Unidos, se revisa el manual de relaciones internacionales y se actualizan las tácticas.
Escenarios políticos y comerciales
El verano anterior a las elecciones 2024, un equipo técnico dentro de la secretaría general de la Comisión Europea estaba ocupado formulando planes. Era un momento crucial: la victoria de la demócrata Kamala Harris habría supuesto menos complicaciones. Sin embargo, si Trump salía vencedor, la situación se tornaba más compleja. El español Alejandro Caínzos lideraba la estrategia sobre cómo afrontar un posible regreso de Trump.
Una vez más, se presentaba la dualidad estrategia-reacción: ofrecer una respuesta contundente frente a potenciales aranceles, y al mismo tiempo, abrir un canal para el diálogo y la negociación. La lógica detrás de esto es fascinante. Algunos excolaboradores de la administración Trump afirman que el exmandatario se siente incómodo en el conflicto. Si se le abre una vía de salida, podría actuar más como un empresario que se sienta satisfecho con un buen negocio que como un gladiador en la arena.
Energía y defensa: los dos caballos de Troya
Una de las piedras angulares del nuevo enfoque de Bruselas es el GNL. Este recurso no solo actúa como una solución a la dependencia europea del gas ruso, sino que, además, podría facilitar la relación con Washington. Pero, aquí es donde las cosas se complican: la inversión en defensa también se ha convertido en un tema crucial.
Francia, durante este período, finalmente dejó de ser renuente a un nuevo instrumento europeo para la inversión en defensa (EDIP) que podría usarse para la compra de armamento estadounidense. Esto abriría la puerta para realizar compras a la industria militar americana, una jugada que algunos ven como una forma de aplacar la inquietud de Trump y mantener el apoyo de EE.UU. en el conflicto ucraniano.
Al parecer, el crimen de moda en el viejo continente es jugar con dos barajas: mostrar disposición a comprar armamento estadounidense, y a su vez, seguir negociando el GNL. ¡Ahora, eso es lo que yo llamo ser un malabarista!
Visiones encontradas en el viejo continente
Claro, esto también trae consigo un buen puñado de polvos políticos. En el seno de la Comisión Europea, las opiniones están divididas. Algunos creen que la UE ahora tiene suficiente experiencia para manejar a Trump. Otros, sin embargo, argumentan que el presidente electo ha aprendido de sus errores y que manejar la relación será más complicado esta vez.
En un momento de honestidad brutal, Juncker reflexionaba sobre su experiencia con Trump: «No puedo imaginar que vaya a (ser) peor». No sé tú, pero eso suena a una ambigüedad que podría utilizarse en una cita romántica un tanto tensa.
La voz de Christine Lagarde y el camino hacia el futuro
En las ruedas de prensa y entrevistas, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), es la primera en agitar la bandera de negociación. En su reciente charla con el Financial Times, recomendó seguir un camino de «Buy American» para tranquilizar a la administración estadounidense. Según Lagarde, la esencia del futuro de Europa radica en mostrar solidaridad y disposición a trabajar en conjunto.
De este modo, el GNL y los artículos de defensa se pondrían sobre la mesa como propuestas que podrían beneficiar a ambas partes. Pero, la pregunta persiste: ¿será suficiente para contentar a Trump? Tras todo lo que hemos pasado, y las estrategias de inyección de gas entre los dos lados del Atlántico, podría parecer que este es un paso hacia una nueva era de relaciones, aunque, debo decir, es un juego del que nadie puede estar realmente seguro de salir victorioso.
Conclusiones: continuando el diálogo
Así llegamos a la conclusión de este fascinante (y a veces incómodo) viaje a través de las complejidades de las relaciones Europa-EE.UU. en la era de Trump. En medio de llamados a la colaboración, propuestas de compra de GNL y debates sobre defensa, parece que el futuro está incrustado en una red de interdependencias.
Aunque, si algo aprendimos en todo este tiempo es que, en política, lo único constante es el cambio. Europa, por su parte, tiene que tomar la delantera para asegurar sus intereses, al tiempo que intenta comunicarse efectivamente con un socio tan impredecible. Pero, hey, al menos siempre podemos contar con más drama y giros inesperados, ¿no es así?
Así que, ¡traigamos el GNL! ¿Y quién sabe? Tal vez algún día haya paz en nuestro tiempo… o al menos una razón para abrir una cerveza y brindar por un acuerdo que funcione para ambos lados del océano.