La transparencia no es solo una palabra de moda utilizada por políticos para ganar adhesiones, sino un principio fundamental que debería guiar la acción de cualquier administración pública. Sin embargo, la situación en el Ayuntamiento de Medina del Campo, gobernado por el alcalde Guzmán Gómez del PP, sugiere que la opacidad es más que una anécdota; es una forma de vida. ¡Acompáñame en este tour por el lado oscuro de la administración pública, donde el humor y la incredulidad se dan la mano!
Una sombra llena de interrogantes: así empieza la historia
Imagínate por un momento en un pequeño pueblo de España, donde la vida fluye de manera tranquila, donde cada nuevo día trae consigo la posibilidad de que un nuevo scandal se desvele. En este contexto, las palabras del alcalde sobre los migrantes acaban de encender la chispa de un verdadero debate. Aseguró que «los migrantes alojados en un hotel pueden causar un brote ‘de cualquier enfermedad'». Y cliché tras cliché, lo que debería ser un tema de empatía y apoyo se convierte en un juego de palabras, donde la ironía hace que uno se ría —por no llorar—.
Pero, dejando la controversia social a un lado, el problema más relevante aquí es la falta de transparencia que reina en la administración. La Ley exige que los contratos menores se publiquen trimestralmente, mostrando lo que realmente ocurre detrás de esas puertas cerradas. En su lugar, parece que el Ayuntamiento ha decidido echar el candado y perder la llave. ¿Acaso es mucho pedir que el pueblo tenga acceso a la información de lo que sucede con sus recursos?
Contratos menores: el menú del día
El problema con los contratos menores en el Ayuntamiento de Medina del Campo, que no se han publicado durante meses, es como un mal plato en un restaurante del que te han hablado maravillas. Cuando te arrives, solo encuentras una lista de ingredientes que no se corresponden con la receta prometida. Tiene un nombre bonito, pero no hay información suficiente para darle gusto al paladar…
Para que te hagas una idea, la última publicación de estos contratos en el portal de Contratación Pública se hizo en diciembre, pero solo incluye aquellos que superan los 5.000 euros, el mínimo legal para que se vean obligados a publicarlo. ¿Y el resto? Ah, parece que se lo han guardado como un secreto familiar.
Un portavoz del equipo municipal, Luis Carlos Salcedo, argumenta que la falta de personal ha contribuido a este «desliz» informático. Es como excusarse diciendo que el perro se comió la tarea. Pero, seamos honestos, en la era digital, ¿quién se cree eso? La opacidad es palpable, y las respuestas incompletas en el portal de transparencia solo alimentan el descontento.
Un portal que duele mirar
Hablemos del Portal de Transparencia. Debería ser un faro de luz en el oscuro mar de la administración pública peruana, pero en cambio parece más un faro roto que apenas emite destellos de información. Las declaraciones de bienes de los concejales son tan antiguas que probablemente tengan más polvo que el escritorio de un abuelo en su casa de verano. Cuando pinchas en la sección de «contratación», te dirige a una página que dice: “Sentimos las molestias. No hemos podido encontrar la página que está buscando”. ¿Quién se atreve a escribir un mensaje tan absurdo?
Desde la oposición, particularmente el Grupo Socialista y Gana Medina, denuncian que han pasado meses sin siquiera poder acceder al registro municipal. ¿Te imaginas intentar encontrar información pública y que te digan “no, gracias”? Es como querer entrar a una fiesta y que el portero te suelte un «ni se te ocurra». «Es como darse cabezazos contra la pared», se queja María Jesús Vázquez, de Gana Medina. Justo como sentir que intentas comunicarte con tu gato y solo recibes un maullido poco interesado.
El juego de los escondites de la información
En 2023, la oposición registró un escrito en la Fiscalía contra el alcalde y la segunda teniente de alcalde por la obstrucción a su trabajo público. El caso sigue su curso en el Juzgado de Instrucción de Medina. Espera, espera… Esto empieza a parecerse a una trama de telenovela: un misterio que se desarrolla en un pequeño pueblo, lleno de secretos y giros inesperados. Pero no es un producto de la ficción, la falta de cooperación está muy presente en la realidad.
Luis Salcedo minimiza las quejas de la oposición como un mero «argumento político». ¡Claro! Todo es una jugada política y ellos son un grupo de opositores perezosos. La ironía no se detiene ahí; cuando los ciudadanos piden información sobre el presupuesto de las fiestas patronales, el alcalde responde, con esa humanidad que lo caracteriza, burlándose de las quejas de otros ciudadanos. ¿Nunca aprendió que un poco de empatía nunca está de más? “Quizás te creas más listo que el resto de la población y…”, escribió. Y, sinceramente, uno se hace la pregunta: ¿Es esta la actitud de un funcionario público?
El comisionado de Transparencia y su triste relato
El Comisionado de Transparencia también ha criticado al Ayuntamiento por su falta de colaboración. En su Memoria Anual de 2023, se señala que el consistorio no ha contestado al cuestionario de autoevaluación que sirve para comprobar si cumplen la obligación de publicidad activa mínima. Y es que, si el propio Comisionado no puede obtener respuesta, ¿qué esperan los ciudadanos?
Incluso el Procurador del Común ha incluido al Ayuntamiento en la lista de administraciones no colaboradoras. No hay mayor sobrante que tener en el menú una opción llamada “transparencia”, pero servir solo agua. Y, como si no fuera suficiente, un ciudadano tuvo que interpelar por redes sociales para preguntar sobre el presupuesto de actividades y su solicitud fue ignorada durante más de un año. ¡Qué rapidez!
Palabras de derechos y conciencia ciudadana
En medio de esto, hay que preguntarse: ¿hasta cuándo los ciudadanos tienen que tolerar este tipo de circunstancias? La participación pública es un derecho fundamental y no una conveniencia que puede hacerse a un lado. La administración pública debería ser un espejo, no un filtro en Instagram que nos muestra solo lo bonito.
Cuando un político ignora las quejas y responde de manera sarcástica, la pregunta es, ¿es esto lo que la gente votó? Esto debería hacer reflexionar a todos sobre la importancia de elegir a aquellos que comprenden su papel en la vida pública. ¡Salud por la democracia, aunque algunos la traten como un juego!
Reflexiones finales: de la oscuridad a la luz
Reflexionando sobre todo esto, me doy cuenta de que en un mundo lleno de incertidumbre, el deseo de transparencia debería ser una constante. En nuestros pequeños pueblos y grandes ciudades, es fundamental que quienes dirigen nuestros destinos se sientan responsables de sus acciones. La política debería ser un puente entre la comunidad y los administradores, no un laberinto donde se pierden los derechos y la información.
Así que, mientras la historia de la opacidad y el desinterés por el bien común continúe, recordemos que siempre habrá espacio para el cambio. Tal vez, con un poco de humor y un toque de desilusión, logremos romper esas viejas estructuras. Al final, todos aspiramos a un futuro donde la transparencia no solo sea un término de uso común, sino un principio vivo y respirando profundamente en nuestras comunidades.
Y tú, querido lector, ¿te animarías a participar activamente en tu comunidad y presionar por un cambio? ¡La voz del pueblo es la voz de Dios! O al menos, así debería ser…