¡Hola, querido lector! Hoy quiero hablarte de un tema que me ha dejado reflexionando y, seamos honestos, un poco preocupado. ¿Alguna vez has pensado en cómo las decisiones del pasado influyen en nuestro entorno actual? En particular, me gustaría enfocarme en la fascinante y conmovedora exposición Eroding Franco, del fotógrafo y periodista Jordi Jon, que está actualmente en el Centre Cívic Pati Llimona de Barcelona. Pero no solo eso, sino que también reflejan la problemática más amplia de la desertificación en España y cómo el régimen franquista dejó su huella indiscutible en nuestro ecosistema.
Una perspectiva única sobre el pasado
Eroding Franco es más que una simple exposición fotográfica; es el resultado de años de investigación y pasión por el medio ambiente. Jon ha logrado entrelazar su trabajo como periodista con su amor por la fotografía, creando una narrativa visual que no solo documenta, sino que invita a la reflexión. La premisa es clara: el legado del franquismo ha dejado una serie de heridas en nuestro entorno, que son difíciles de curar. ¿Quién lo diría? Muchas veces, la forma en que vislumbramos nuestro paisaje está moldeada por decisiones que se tomaron hace décadas.
Las imágenes que presenta Jon van desde postales turísticas de los años 60 y 70 hasta paisajes actuales devastados por la acción humana. Confieso que al ver algunas de estas fotos, me sentí como si estuviera haciendo un viaje en el tiempo. Esa imagen de la playa soleada y vibrante que conocimos a través de fotografías de antaño contrasta de manera cruel con la árida realidad que muchas zonas enfrentan hoy en día. ¡Dame un trago de agua solo de pensarlo!
La desértica realidad de España
Hablando de agua, es alarmante que, según un informe del Ministerio de Medio Ambiente, el 80% del territorio español podría convertirse en desierto para el año 2100 si las cosas no cambian. Tómate un momento para pensar en esto: ¡anticipo un futuro en el que podríamos estar organizando «vacaciones al desierto»! Aunque, siendo realistas, estas vacaciones no tendrán el mismo atractivo que una escapada a la playa, ¿verdad?
Jon menciona que este problema no es solo climático, sino que también está íntimamente ligado a nuestras actividades económicas. Para él, la situación se complica también porque la misma economía que alimenta nuestros bolsillos —el turismo, la construcción y la agroindustria— es, al mismo tiempo, responsable de la desertificación del país. ¿No es irónico? Es como si mi amigo Manuel, que siempre pide postre después de cenar a pesar de estar lleno, se quejase de no tener suficiente espacio en la barriga.
Un viaje personal hacia la verdad
Lo que es fascinante es que Jon, a través de su trabajo desde 2019, no solo ha estado documentando la desertificación; ha estado explorando la herencia que nos ha dejado el franquismo. “No quería hacer un trabajo meramente periodístico”, dice él. Por eso, combina la documentación visual con elementos artísticos, desde fotomontajes hasta superposiciones. Es un enfoque innovador y atractivo que hace que la exposición sea memorable.
Imagínate un joven fotógrafo que, en un país con un pasado tan complejo como el de España, decide patear varias provincias durante nueve meses en busca de la verdad. A mí me habría dado pereza, pero Jon tenía un objetivo claro: mostrar cómo nuestros paisajes han cambiado y, en algunos casos, han desaparecido.
Huertos versus resorts: la doble cara de España
¿Sabías que España es conocida como la “huerta de Europa”? En la conversación con Jon, me llamó la atención su afirmación de que el turismo y la agricultura están entrelazados en un mismo hilo. La idea de ser “huerta y resort” suena bonita en el papel, pero en realidad, se traduce en una presión inmensa sobre nuestros recursos hídricos. Con cada turista que llega, la demanda de agua y espacio aumenta. ¿No te suena familiar? Es como si cada verano, cuando tus amigos deciden volar a una playa, tu nevera estuviera vacía y el agua del grifo se convirtiera en un bien preciado.
MÓN, la organización ecologista que Jon fundó, es un ejemplo de cómo la acción local puede intentar combatir estos problemas globales. Él apunta que vivimos en una era en la que el turismo «sol y playa» sigue siendo nuestra principal atracción, pero ¿qué precio estamos dispuestos a pagar? Las piscinas —que se han convertido en un símbolo de la cultura española— no solo son para disfrutar, sino que están robando recursos valiosos a nuestras tierras. ¡Una piscina por cada 35 habitantes! ¿Quién puede decir que no a eso? Pero, ¿dónde está la línea?
Ejemplos impactantes de la exposición
La exposición de Jon está repleta de imágenes que son, de hecho, verdaderas obras de arte. Una que me impactó especialmente es una toma aérea de una urbanización en Torrevieja, donde una piscina está diseñada en forma de España. Es un símbolo tanto de orgullo como de tristeza, porque detrás de esa imagen colorida hay una historia de despilfarro y falta de consideración por el medio ambiente. Es como si, de repente, un cuarto de baño estuviera decorado con nuestra bandera, mientras que el resto de la casa se desmorona.
Además, hay montajes que fusionan fotografías de paisajes actuales con imágenes de épocas anteriores. Es una forma poderosa de ilustrar la transformación del entorno. Por ejemplo, al ver la imagen de un embalse que ahogó un pueblo, realmente se siente la pérdida, y no solo de un lugar físico, sino de recuerdos y tradiciones. ¿Te puedes imaginar perder tu hogar y todo lo que tienes porque se necesitaba más agua para llenar las piscinas de turistas?
Reflexiones finales: el futuro de España
A medida que la exposición de Eroding Franco avanza, la realidad es clara: debemos hacernos responsables de las decisiones que hemos heredado. Cada fotografía cuenta una historia y, como sociedad, debemos reflexionar sobre cómo queremos que luzca nuestro futuro. Las decisiones que tomemos hoy influirán en generaciones futuras.
La realidad es que el cambio climático es un hecho y sus consecuencias son palpables en cada rincón de España. Pero, ¿qué vamos a hacer al respecto? ¡Ese es el verdadero reto! Si el pasado nos ha enseñado algo, debería ser que seguir en la misma línea de comportamiento actual es una receta para el desastre. Quizá alguna vez pensaste que un fin de semana en la playa no tiene consecuencias. Te invito a que cambies esa perspectiva.
Recuerda, querido lector, cómo una simple visita a una exposición puede abrirte los ojos sobre las complejidades de la vida moderna. Y si alguna vez tienes la oportunidad de visitar Eroding Franco, no dudes en hacerlo. Podría ser un catalizador para un cambio en tu visión, de las mismas maneras en que lo fue para Jordi Jon. Hasta la próxima, ¡y no olvides beber agua!