¿Recuerdas aquella vez en la que te caíste frente a todos? La risa, el sonrojo y la vergüenza se mezclaron en un cóctel emocional que, por un breve momento, te hizo querer esconderte bajo la mesa. Ahora, ¿te imaginas que en lugar de preguntarte si estabas bien, alguien te diera una palmadita en la espalda y te dijera: “¡Sé positivo, la vida es bella!”? Si alguna vez has estado en esa situación, es probable que te hayas sentido como un globo desinflado. Pero, ¿por qué sucede esto? Vamos a platicar sobre un fenómeno que, aunque parece inofensivo, puede ser más dañino de lo que pensamos: la positividad tóxica.
¿Qué es la positividad tóxica?
La positividad tóxica es esa necesidad obsesiva de buscar el lado bueno en todas las situaciones, incluso cuando nuestra realidad se siente como un constante torrente de emociones negativas. Sí, como si viviésemos en un comercial de fragancias donde siempre brilla el sol y bailamos rodeados de flores. Pero la vida real, mis amigos, no es así. En palabras de Alejandra de Pedro González, psicóloga y fundadora del centro ADP Psicología, «la idea de una interpretación optimista forzada de nuestras experiencias junto con la supresión de las emociones negativas puede resultar ser muy dañina». ¡Bingo! Nos hemos pasado de la raya al rechazar lo que sentimos solo porque no es «positivo».
Un equilibrio necesario
Históricamente, la sociedad nos ha empujado a «no ser negativos»; todos hemos escuchado ese famoso “todo va a estar bien”. ¿Sabes qué sucede cuando ignoramos nuestras emociones reales? Se enquistan. Es como cuando intentas ocultar un iceberg bajo el agua; al final, solo te quedas con un río de desbordamiento de emociones. ¡Y no me hagas hablar de lo que ocurre en una cena familiar cuando uno de tus parientes empieza a contar anécdotas que podrían dar miedo a un niño pequeño!
La trampa del pensamiento positivo
Con la llegada de las redes sociales, nos hemos visto abrumados por un bombardero de mensajes que dictan que debemos ser positivos todo el tiempo. Si sientes tristeza, no busques comprenderla o buscarla; simplemente fotografía una bonita puesta de sol, ponle un filtro y ¡voilà! Has ganado los likes que tus emociones no te pueden proporcionar.
Un estudio reciente de marzo de 2024 publicado en la revista Ciencias Cognitivas y Desarrollo Humano señala que la positividad tóxica es un problema crítico que afecta el bienestar emocional de las personas, especialmente en un planeta donde la presión social para ser feliz es un deporte extremo. ¿Y adivina qué? La competencia está bastante reñida.
Las redes sociales y la evitación emocional
Es curioso cómo pasamos de buscar compañía en nuestros amigos a encontrar consuelo en un grupo de memes. Me acuerdo de un día que, después de una jornada especialmente dura, decidí tratar de relajarme viendo videos de gatos en YouTube. Sorpresa, sorpresa, mis emociones seguían atormentándome. La realidad es que cuantos más intentamos escapar de nuestras emociones, más se aferran a nosotros. La psicóloga Maïte Issa, en su libro Tu éxito es inevitable, afirma que «apartar las emociones es un parche, no una solución».
Una risa entre lágrimas: El humor como herramienta
La risa, dicen, es el mejor remedio. Y aunque es completamente cierto, no es el antidoto a todas nuestras emociones. Si rías hoy, ¿te permitirá llorar mañana? La respuesta es compleja. A veces, un buen chiste puede ser el alivio que necesitamos; otras veces, solo es una forma de cubrir lo que sentimos. En mi caso, el humor ha sido un fiel compañero, sobre todo en esos días en que la tristeza se siente pesada. Pero al final, aprender a levantarse y dejar que la vida nos muestre su verdadero rostro es lo que realmente cuenta.
La aceptación como paso fundamental
La clave del asunto radica en aceptar que sentirse mal es parte del viaje humano. ¿No sería más liberador simplemente decir “estoy mal y eso está bien” en lugar de poner cara de «todo va a estar perfecto»? Y aquí viene la perla de sabiduría: Mark Manson, en su libro The Subtle Art of Not Giving a F*ck, nos invita a abrazar el dolor. Sí, escuchaste bien. Es como esa trote en la maratón de emociones durante la que, a veces, tenemos que tropezar y caernos. Como dice el dicho, para conocer la luz también tenemos que entender la oscuridad.
Herramientas para gestionar nuestras emociones
Es normal preguntarse: ¿y ahora qué? La buena noticia es que hay maneras de gestionar nuestras emociones sin sucumbir a lapositividad tóxica. Aquí te traigo algunas estrategias que pueden ayudarte:
Escribir en un diario
Agregar un diario a tu rutina puede ser una forma excelente de procesar lo que sientes. No tienes que ser un escritor prolífico; incluso una simple lista de lo que te preocupa puede hacer maravillas. Recientemente empecé a escribir sobre mis inquietudes, y la verdad es que al ponerlas en papel, las emociones toman un matiz diferente.
Conversaciones reales
No subestimes el poder de una conversación sincera. La comunicación es clave, ya sea con amigos, familiares o incluso un terapeuta. En lugar de dar una palmada en la espalda y ofrecer un trago de optimismo, tal vez podrías preguntar cómo se siente alguien realmente, ¿no crees?
Practicar la empatía
Al escuchar a alguien que está pasando por un mal momento, puedes hacerlo sentir que sus emociones son válidas. Escuchar es uno de los mejores regalos que puedes dar. Así que asegúrate de estar ahí para aquellos que necesiten hablar. No hay mejor apoyo que el de saber que no estás solo en tus luchas.
Las afirmaciones: un arma de doble filo
Ya sabemos que repetir afirmaciones como “soy fuerte” o “mi vida es maravillosa” puede convertirse en un arma de doble filo. Si bien pueden ser motivadoras, cuando las pronunciamos para enterrar nuestros reales sentimientos, simplemente estamos jugando a la autoengaño.
Lo que el futuro nos depara: hacia una mayor autenticidad
La positividad tóxica está comenzando a ser reconocida, y poco a poco, la sociedad está tomando nota. En un mundo en el que podemos encontrar apoyo en diferentes plataformas, también podemos elegir desmarcarnos del pensamiento positivo ultra optimista para abrazar un camino más auténtico.
Pregúntate, ¿qué tipo de vida quieres llevar? Una vida llena de presiones por mostrar una sonrisa perpetua o una vida que acepte la montaña rusa emocional que es siendo humano. Personalmente, elijo la autenticidad.
Conclusión : Un lugar para todas las emociones
Así que ahí tienes. La positividad no es intrínsecamente negativa, pero ser conscientes del riesgo de la positividad tóxica puede significar un cambio significativo en cómo manejamos nuestras emociones. Se trata de encontrar un balance. Recuerda que está bien sentir tristeza y que, a veces, pasar por un mal momento no significa que esté mal contigo.
Cuando sientas que el mundo se convierte en un lugar de solo buenas vibras, respira hondo y permítete sentir todo el espectro de emociones humanas. Uno nunca sabe, tal vez allí, en medio de tanto caos, se esconda la más valiosa lección de crecimiento personal.
Así que, la próxima vez que alguien te diga “solo buenas vibras”, recuerda: ¡a veces, las malas también son necesarias!