Cuando queremos hablar de librerías en Barcelona, no podemos comenzar sin recordar a esos pequeños comercios que, a pesar del paso del tiempo y el embate de lo digital, siguen siendo un refugio para los amantes de la literatura. En este sentido, el sitio que se lleva el trofeo de la ternura es, sin duda, la librería Tòmiris. Acompáñame en este recorrido donde el jamón serrano y la literatura se entrelazan, y donde cada libro tiene su propia historia que contar.

Entre el jamón y las letras: un café en Tòmiris

Imagina que entras en una librería y, al instante, el aroma de un delicioso bocadillo de jamón te abraza. Esto no es un sueño, sino un día normal en Tòmiris, donde el comercio y la cultura caminan de la mano. Al frente, la nueva reina del lugar, Elena González Matas, una mujer que tras décadas entre libros, decidió darle un vuelco a su vida y abrir su propio espacio. ¿Te imaginas ser el currante detrás del mostrador, vendiendo las últimas novedades editoriales mientras el mercado de Sagrada Familia resuena con vida justo al otro lado de la calle?

La historia de Elena es la de muchos. Una mujer que en un día cualquiera de abril, dentro de un barrio que ha visto pasar diversas culturas, decidió dar un paso que cambiaría su vida. «Abrir mi propia librería era algo que tenía meditado desde hacía tiempo», nos cuenta con la pasión de quien encuentra en cada libro un pedazo de su alma.

La esencia de una librería de barrio

Recuerdo cuando era niño, y mis padres me llevaban a la librería en nuestro barrio. Era un universo distinto, donde el único sonido que se escuchaba era el suave pasar de las páginas. No había ruido, solo la mágica posibilidad de perderse en las historias. Así es como se siente Tòmiris; un lugar donde la vida –en forma de libros y conversaciones– te abraza al entrar.

Pero lo que más destaca aquí es su compromiso con la comunidad. La cercanía que se siente en el lugar es palpable. No solo es un espacio donde uno puede comprar un libro, es un lugar de reunión, un punto de encuentro para aquellos que buscan no solo literatura, sino conexión.

Preguntas de fondo: ¿qué es un libro?

Cuando hablas con Elena, la conversación vira hacia lo profundo. Preguntas existenciales que nos llevan a indagar sobre la naturaleza del ser, la filosofía que subyace a cada página. «Eso me gustaría saber, qué es el ser. Por eso me gusta leer», responde. ¿Acaso no todos hemos tenido esa inquietud? En este mundo lleno de distracciones, ahondar en esas cuestiones es quizás lo más valentón que podemos hacer.

Es aquí donde Elena revela también las contradicciones en la vida de un librero, donde hay que equilibrar la pasión por el conocimiento con el duro comercio. «Los libros son muy bonitos», añade, con una chispa en los ojos que delata su amor por lo que hace. Sin embargo, no todo es tan sencillo. A veces se siente como un «come libros» en el que debe lidiar con números, porcentajes de ventas y devoluciones que impiden que la magia fluya plenamente.

La historia de Tòmiris: un sueño hecho realidad

Elena soñaba con tener una librería de barrio. «Yo quería tener una librería de barrio para no tratar el libro como un mero producto». Y en el corazón de l’Eixample, encontró el local perfecto. Un lugar donde la luz entra por las ventanas, donde cada estantería cuenta una historia; donde un antiguo espacio de yoga se reinventa como un santuario literario.

El primer libro en ser vendido fue un ensayo de Schiller. Ahí comenzó un viaje que prometía largo y lleno de sorpresas. Es increíble cómo un solo libro puede instigar un deseo de leer que perdurará en nuestras mentes para siempre. ¿Recuerdas el primer libro que te hizo querer leer más y más? Para muchos de nosotros, ese tipo de conexión es lo que nos lleva a volver una y otra vez a nuestras librerías favoritas.

Comunidad, resistencia y amor por la literatura

Elena no solo es librera; es también una mujer que ha aprendido a resistir, a adaptarse a los cambios del mercado, a encontrar su camino en un mundo que a menudo parece no tenerle cariño a los pequeños comerciantes. «A veces las ventas son muy bajas, pero sé que en Navidad todo se soluciona», dice con un tono realista pero esperanzador. Hay sabiduría en sus palabras. Parte del desafío de ser un librero de barrio significa también lidiar con la gentrificación y el constante aumento de los alquileres en Barcelona.

Aquellos que han vivido en la ciudad saben que la Sagrada Familia no es solo un monumento; es un símbolo de la lucha entre lo tradicional y lo moderno. El barrio es un reflejo de la vida en constante transformación. Y en medio de todo esto, Elena sigue vendiendo libros mientras los jamones continúan corteándose al otro lado de la calle. ¿Quién necesita una montaña de oro cuando puede tener el cariño de su comunidad y la satisfacción de hacer lo que ama?

El futuro de las librerías en la era digital

Con el auge de los eBooks y las plataformas en línea, el futuro de las librerías de barrio parece incierto. Sin embargo, aquí es donde las palabras de Elena resuenan poderosamente: «Las pequeñas distribuidoras nos ayudan igual que los libreros ayudamos al lector». Ella y otros libreros están desafiando la noción de que los libros son solo productos que van y vienen. En Tòmiris, cada libro tiene su lugar y su historia. Pero más importante aún, cada lector es una pieza clave en este rompecabezas literario.

A lo largo de la charla, se convierte en evidente que el amor por la literatura no solo se transmite a través de los libros, sino a través de las interacciones humanas. Las conversaciones que giran en torno a un libro pueden resonar tanto en nuestras vidas como las palabras impresas en la página. Y en ese espacio acogedor, es correcto decir que no solo se venden libros: se crean conexiones.

El arte de recomendar libros

Un día, una mujer joven entra a la tienda tras varios años de ausencia. ¿Cómo puede un librero saber qué libro recomendar? La respuesta de Elena es simple pero efectiva: «Preguntándole qué estudia, qué le gustaba en su época de lector». Es alucinante cuán intuitivo puede ser el proceso, y cómo cada recomendación tiene un tinte personal que la hace única.

🌟 Reflexionemos por un momento. ¿Recuerdas la última vez que alguien te recomendó un libro que cambió tu perspectiva sobre la vida? Esa conexión no se genera solo con el título y el autor; es un intercambio de experiencias, dudas y secretos.

Creando un legado literario

Cuando se habla sobre el legado físico de Tòmiris, es más que solo estanterías llenas de libros. Se trata de ver crecer a los niños de la comunidad, de convertirse en un lugar donde uno no necesita comprar, sino simplemente charlar. «Lo mejor de ser librera es que es la vida en directo. Ves a los clientes crecer», menciona Elena, con una risa que ilumina su rostro.

Es un recordatorio de que cada día en la librería es una nueva historia, un nuevo capítulo en la vida de aquellos que cruzan su puerta. En una sociedad que a menudo se siente aislada y desconectada, estos espacios comunitarios permiten que las historias de vida se entrelacen y se transformen en algo hermoso.

Un cierre lleno de esperanza

Así que, ¿qué podemos aprender de la historia de Tòmiris y su dedicada fundadora? El futuro de las librerías de barrio puede ser incierto, pero lo que está claro es que la pasión, la comunidad y el amor por la literatura siempre encontrarán su camino. Cada libro en Tòmiris no es solo un producto; es una conexión, un puente entre vidas.

Al final del día, la librería de Elena es un recordatorio de que los libros son mucho más que palabras impresas. Son mensajes de amor y esperanza que nos invitan a explorar nuevas realidades.

Así que la próxima vez que pase por una librería, ya sea Tòmiris u otra, recuerda que ahí hay un mundo esperando a ser descubierto. Un mundo donde el jamón y los libros se fusionan, y donde cada página girada puede ser un nuevo comienzo. Porque, al fin y al cabo, ¿quién no necesita un poco de magia literaria en sus vidas?