En la época actual, donde las noticias fluyen a la velocidad de un tuit y la información es tan volátil como el precio del aguacate en el mercado, resulta preocupante observar cómo se configuran los medios de comunicación en nuestro país. Hoy quiero hablar sobre un tema candente, que podría ser un capítulo de un thriller político: el control mediático de RTVE por parte del Gobierno español y cómo esta situación afecta no solo a la información, sino a la democracia misma.

RTVE: una fortaleza en manos de unos pocos

Imagine por un momento que RTVE es un castillo. Dentro de sus muros, la información debería fluír libremente, pero lo que está ocurriendo en su interior parece más bien una obra de teatro donde el director y los actores obedecen a un guion muy específico. ¿Alguien mencionó a Sánchez y su equipo? Claro que sí. Desde que se han hecho con el control del Consejo de Administración, se ha evidenciado un sesgo claro que favorece ciertos intereses y silencia a otros. Es como si estuviéramos viendo un duelo, pero uno de los bandos tuvo acceso a todo el arsenal de armamento.

La batalla del Prime Time

Recuerdo un día en particular, sentado en mi sofá, disfrutando de un buen chocolate caliente (porque, seamos honestos, ¿quién no necesita un poco de dulzura en estas épocas oscuras?), cuando encendí la televisión. Sorprendido, vi que en un programa de RTVE se estaba criticando más a un juez por sus decisiones que a un político en apuros. La línea era clara: desviar la atención. ¿No les suena familiar? En la época de las redes sociales, este tipo de estrategia se ha convertido en un arte, capaz de viralizar el contenido que distrae al electorado.

Esto es solo un ejemplo de cómo RTVE se ha convertido en un peón en un tablero de ajedrez político, diseñado para proteger la imagen del Gobierno actual. La parrilla de programación ha sido meticulosamente diseñada para situar temas de bajo perfil sobre la agenda informativa, bajo la excusa de una producción “hábil y divertida”.

La toma de control: ¿una casualidad?

¿Y cuándo ocurrió todo esto? Bueno, hablemos de esa DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que tanto revuelo causó. En medio de una tragedia nacional, el Gobierno se permitió la aprobación de un decreto sobre RTVE. ¿Coincidencia? No lo creo. Las prioridades de los dirigentes parecen hablar de un deseo de mantener la gestión de la información bajo control. Como la famosa frase, “nunca dejes que una buena crisis se desaproveche”. Era un momento perfecto para hacer movimientos estratégicos en la oscuridad.

Efectos colaterales en la marca RTVE

Los más perjudicados en este juego son, sin duda, los buenos profesionales que trabajan en RTVE, esos que aún creen en la ética del periodismo y en el valor de una información veraz. Por supuesto, lo que se esperaba de este nuevo consejo era una administración neutra, orientada al servicio público; sin embargo, sus decisiones han llevado a una sensación de sectarismo que no se puede ocultar.

El Consejo de Informativos, sintiéndose acorralado, no se ha quedado callado. Han alzado la voz para exigir un “concurso de méritos” a la hora de seleccionar a los consejeros. ¿No es esto lo más lógico? Imaginemos que en cualquier trabajo, los jefes fueran nombrados sin escuchar a los empleados. ¡Menuda locura!

La estrategia del Gobierno: un espejo de Trump

Si bien muchos podrían pensar que hacer comparaciones entre el Gobierno español y la época de Trump es excesivo, revisar la estrategia mediática deja claro que hay ciertos parecidos razonables. En lugar de enfrentarse a la crítica, se empodera a los medios afines a golpe de chequera, volviéndose casi imposible la labor de aquellos que osan separar la información de la propaganda.

El Gobierno fomenta una política de “divide y vencerás”, donde los medios considerados críticos reciben el vacío, mientras que aquellos que mantienen una línea editorial complaciente son ampliamente recompensados. Parece que la regla es clara: o te alineas, o simplemente quedas excluido del juego.

Propaganda bajo el disfraz de información

La situación se asemeja a un juego de escondite. Una nueva campaña de desinformación ha visto la luz, intentando desacreditar imágenes y mensajes que incomodan a la Administración. Al igual que en los juegos de antiguas fiestas patrias, aquí también encontramos a los “falsos amigos” que, como el personaje de un cuento, se disfrazan de lo que no son. Es este ambiente tóxico el que lleva a cuestionar el papel de la prensa en el escenario actual.

La repercusión en la democracia: un camino peligroso

Mis queridos lectores, aquí es donde se pone realmente serio. Si una de nuestras principales fuentes de información se ve amenazada por intereses políticos, la pregunta que flota en el aire es: ¿qué queda de nuestra democracia? Los ciudadanos tienen el derecho a estar informados de manera objetiva, pero cuando ese derecho está en manos de unos pocos, la confianza comienza a desvanecerse.

Hemos llegado a un punto en el que es vital poner en tela de juicio el papel de la información. Al igual que un gran detective en una novela de misterio, es nuestra responsabilidad investigar, cuestionar y no asumir que lo que vemos en televisión es absolutamente veraz. Y,