¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que realmente hace que un lugar sea habitable? A veces, no se trata solo de cuántos edificios puedes apilar uno sobre el otro o cuántos comercios puedes agregar a una manzana. A menudo, la verdadera magia radica en la convivencia y el espacio público que se crea. Este es un tema que definitivamente ha capturado la atención de arquitectos y urbanistas en todo el mundo, y Liu Jiakun, el nuevo premio Pritzker, se ha convertido en un brillante ejemplo de ello.
Un vistazo a Chengdu: ¿Una ciudad como cualquier otra?
Mi primera inmersión en el concepto de “convivencia urbana” fue durante un viaje a una ciudad que probablemente conocías: Chengdu. Antes de ese viaje, la imagen que tenía de China se limitaba a ciudades vibrantes y modernas llenas de rascacielos. Imaginen mi sorpresa al descubrir que una parte de Chengdu, más que un mar de concreto, ofrecía un espacio donde la gente podía realmente vivir, jugar y disfrutar de la vida.
Liu Jiakun, arquitecto oriundo de esta misma ciudad, ha llevado este concepto a niveles que nunca imaginé. No solo creció en Chengdu, sino que la conoció en sus días de infancia, observando su transformación a medida que se llenaba de edificios y vida moderna. En 2015, propuso un diseño que ha revolucionado la forma en que los ciudadanos interactúan entre ellos y con su entorno.
West Village: el edificio-barrio que redefine la vida urbana
Imagina una manzana urbana donde los edificios no son meras estructuras que compiten por tu atención, sino que se agrupan con un propósito: facilitar la convivencia. Este es el núcleo del proyecto de Liu Jiakun conocido como West Village, un concepto que va más allá de las casas y comercios, convirtiendo la manzana en un gran patio central.
Al ver imágenes de West Village, te das cuenta de que no se trata de un diseño convencional. A diferencia de las ciudades donde los edificios están arrinconados unos con otros, aquí hay un espacio en el centro que respira. Como si Liu hubiera decidido darle un respiro a la gigante Chengdu, permitiendo que la luz y el aire fluyeran por la ciudad. ¡Y no solo eso! Este patio central se transforma en un espacio que promueve actividades cotidianas —juegos, deportes y hasta cine nocturno—; en otras palabras, se trata de un lugar donde las personas pueden realmente conectarse.
La intersección de lo privado y lo público
Es fácil pensar que el espacio público y el privado son categorías rígidas, pero Liu Jiakun ha demostrado que no es así. Alkona, que mencioné antes, la estructura del West Village incorpora el aire libre y la comunidad de tal manera que la convivencia se convierte en el valor central del diseño.
Los deportes son otro gran componente de este barrio. Aquí, los campos de fútbol y baloncesto no solo son espacios de diversión, sino también puntos de encuentro para comunidades locales, que de otro modo podrían encontrarse dispersas entre edificios que no fomentan la interacción.
Una vez, recordando mi propia infancia, pensé en cómo los mejores recuerdos que tengo son de esos momentos en los que mi grupo de amigos se reunía después de la escuela en el parque, no solo para sacar el aire, sino para compartir momentos y aventuras. Liu parece haber tomado esta idea y la ha elevado a niveles arquitectónicos.
Más que solo ladrillos y cemento
Lo fascinante del West Village es cómo aprovecha el paisaje circundante. Es en sí mismo un ejemplo de cómo la naturaleza puede integrarse en la arquitectura. Esto no solo proporciona un alivio estético, sino que también mejora la calidad de vida. Las plantas y la vegetación no son solo decorativas; actúan como barreras acústicas y climáticas, atenuando el ruido de la ciudad y ofreciendo un hábitat más refugiante.
Es interesante pensar en el impacto que esto puede tener en nuestra salud mental. En nuestro mundo moderno, donde el estrés y la ansiedad parecen estar al alza, quizás lo que realmente necesitamos son espacios que nos recuerden que somos seres sociales y que, al final del día, estamos aquí para vivir juntos.
La rehumanización a través del diseño
Liu Jiakun ha llegado a ser considerado un arquitecto que rehumaniza la arquitectura. En vez de ver las estructuras como simples edificaciones, él entiende que deben ser partes vivas de la experiencia humana. A través del diseño del West Village, Liu demuestra que los espacios pueden, y deben, ser más que funcionales; deben también ser significativos.
Esto me recuerda a la famosa frase de Ouyang Jiangshan sobre la arquitectura: “La utopía puede ser un buen punto de partida”. A veces, la búsqueda de hacer de nuestras ciudades mejores lugares para vivir comienza con una fantasía. Con el West Village, Liu Jiakun ha convertido esa fantasía en una realidad tangible.
El futuro del urbanismo: ¿hacia dónde vamos?
La necesidad de revitalizar nuestras ciudades no es exclusiva de Chengdu. Muchas urbes en todo el mundo enfrentan problemas similares con el diseño y la funcionalidad. Desde las abarrotadas calles de Nueva York hasta los desolados barrios de algunas ciudades europeas, el desafío está servido. Pero ¿realmente podemos soñar con un futuro donde la convivencia humana sea el eje central de la urbanización?
Es evidente que Liu Jiakun no busca simplemente seguir tendencias; él establece ejemplos. Habrá que ver si los urbanistas de otras partes del mundo tomarán nota y decidirán sacrificar unos metros cuadrados de cemento para dar espacio a la vida.
Reflexiones finales: Espacios con alma
En resumen, el enfoque de Liu Jiakun con su obra West Village nos presenta una importante lección sobre diseño urbano. Al priorizar el espacio público y la comunidad, se transforma no solo la arquitectura, sino que también se redefine la vida diaria de las personas.
Tal vez la pregunta clave es: ¿estamos listos para dejar atrás nuestras antiguas ideas de urbanismo y abrazar un futuro donde la conexión y la convivencia sean los pilares del diseño urbano?
Porque al final del día, a veces todo lo que necesitas es un buen espacio para compartir una risa, disfrutar de un paseíto con amigos, o simplemente sentarte en un jardín y ver cómo la vida pasa. Liu Jiakun nos invita a soñar con un mundo mejor, y sinceramente, me parece que nos va tocando a nosotros soñar y actuar también.
Así que la próxima vez que pienses en cómo se ven tus alrededores, pregúntate: ¿realmente están fomentando la vida y la convivencia, o simplemente son estructuras que se agolpan unas contra otras? Quizás otras ciudades deberían tomar nota de este brillante arquitecto y comenzar a planificar espacios que, como el West Village, realmente rehumanicen nuestras urbes.