Cuando piensas en la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, es posible que tu mente te lleve a héroes invencibles, películas épicas y batallas colosales. Sin embargo, la reciente película de Netflix, Número 24, nos recuerda que a veces los mayores héroes son personas comunes, como un joven contable noruego llamado Gunnar Sonsteby. Quizás te preguntes: ¿quién quiere jugarse la vida por un país que parece haber aceptado la ocupación con un encogimiento de hombros? Pero, como nos demuestra la cinta, el verdadero coraje no siempre se mide en términos de explosiones y tiroteos, sino en las decisiones sutiles, muchas veces pasadas por alto.

La historia perdida de Noruega y su aceptación renuente

Imaginemos que estamos en 1940. Noruega, un país conocido por sus fjordos y el premio Nobel de la Paz, se encuentra de repente en la lista de países invadidos por los nazis. La invasión fue tan rápida y casi sin resistencia que hacen falta menos de dos semanas para que Noruega esté completamente al servicio de la máquina germánica. ¿Te suena raro? La invasión se da con una frialdad casi escalofriante, como si los noruegos prefirieran ignorar la pesadez de la situación. En mi experiencia personal, he notado que muchas veces, la gente prefiere quedarse en su zona de confort incluso cuando el mundo arde. ¿Te has encontrado tú en una situación así?

Número 24 relata cómo Gunnar, un joven contable, decide que ha tenido suficiente de la pasividad. No se siente cómodo en su sofá mientras su país es humillado; él cree en algo más grande que él mismo. Sin embargo, la verdad es que muchos noruegos no mostraban el mismo fervor. La pregunta que queda en el aire es: ¿el amor por el país se mide por actos heroicos, o por el simple hecho de no querer perder lo que tenemos, aun si eso significa ceder ante un tirano?

De contable a héroe: una transformación inesperada

El giro que da la vida de Gunnar es digno de una película de Hollywood, pero esa es la belleza de la vida real: no siempre seguimos los guiones esperados. El sueño de un contable con una vida tranquila se convierte en un camino marcado por el sabotaje, las traiciones y, en última instancia, el heroísmo. ¿Te has mirado en un espejo alguna vez y te has preguntado qué harías en un momento de crisis? La película demuestra que, incluso los más impensables pueden levantarse por un propósito.

Preludio a la acción

Comenzando con una charla educativa a jóvenes, Gunnar nos muestra que todos queremos ser héroes, y nos fuerza a cuestionar qué significa realmente ser uno. La forma en que se presenta su historia puede resultar algo didáctica, incluso un poco didáctica, y es en este punto donde entiendo las críticas que se le hacen a la película. Pero, ¿no es fundamental que las nuevas generaciones conozcan este tipo de historias? En un mundo lleno de influencers y redes sociales, quizás lo que necesitamos son más relatos de personas comunes haciendo cosas extraordinarias.

La resistencia: un dilema moral

A medida que avanzamos en la historia, nos encontramos con un dilema fascinante: ¿hasta dónde estás dispuesto a llegar por tu patria? La resistencia en Número 24 se presenta como un lienzo lleno de matices. Las decisiones morales de Gunnar son complicadas, y la película enfoca bien ese aspecto. Aunque la historia se desarrolla en un contexto de guerra, refleja dilemas que son relevantes incluso hoy. ¿Es aceptable recurrir a la violencia si la situación lo exige? La resistencia quizás es más complicada de lo que parece.

En la charla que da Gunnar a los jóvenes, se les plantea un cuestionamiento que nosotros, los de la era moderna, también navegamos: ¿Es peor resistir a la invasión con sangre en las manos o dejarse invadir? Esto me hace recordar mis propios debates en la universidad sobre si deberíamos aceptar el cambio climático con resignación o actuar hasta el límite. ¿Realmente somos más valientes en tiempos de paz?

El contraste de generaciones: la juventud de hoy y la juventud de ayer

Una parte crucial de la película es cómo presenta a los jóvenes de la actualidad enfrentándose al legado de Gunnar. A veces, las nuevas generaciones miran hacia atrás y arrugan la nariz ante los sacrificios que hicieron sus predecesores. “¿Cómo puedes justificar matar a otros?”, preguntan, mientras se imaginan un mundo donde todo se resuelve con diálogo y mesas redondas de negociación.

Es un pensamiento interesante, ¿no crees? Esos jóvenes, con su afán por encontrar una solución pacífica, representan una ruptura con el passado. Sin embargo, me pregunto si, en situaciones extremas, realmente podríamos mantener esa ideología. Si el nazismo regresara hoy, ¿seríamos capaces de reservar nuestros principios por nuestra seguridad y la de nuestros seres queridos?

En la película, Gunnar menciona que solo 800 soldados nazis tomaron Oslo. Eso me hizo pensar: ¿cuánto valor tenemos como individuos en momentos decisivos? Si un puñado de soldados puede tomar una ciudad, ¿qué podría hacer un grupo pequeño de personas decididas?

La historia como un espejo

Y aquí es donde la película se convierte en un espejo para nuestra sociedad. Las interacciones de Gunnar con los jóvenes nos obligan a reflexionar sobre la importancia del patriotismo en una era donde todo se cuestiona. La ambivalencia hacia la guerra que muestran, siempre me hace preguntarme si podremos cumplir con deberes más grandes que nosotros mismos. ¿Estamos preparados para ser héroes en nuestras propias historias?

La vida moderna me ha enseñado que la militancia en redes sociales, aunque valiosa, puede ser vacía si no viene acompañada de acciones concretas. Al final, esas conversaciones en torno al futuro pueden convertirse en los balbuceos de aquellos que temen actuar. Las lecciones de Número 24 son relevantes en la sociedad digital actual. Tal vez deberíamos pensar más en cómo podemos traducir nuestras conversaciones en acciones.

Conclusiones sobre ‘Número 24’ y su legado

En el mundo caótico actual, donde los problemas sociales, políticos y ambientales parecen incontenibles, ¿dónde queda el heroísmo? La película nos invita a cuestionar si la verdadera valentía proviene de acciones sobre humanas o, en cambio, de decisiones pequeñas pero significativas que todos podemos tomar. Gunnar nos muestra que no es necesario ser un guerrero para ser un héroe; a veces, una mente aguda y un corazón abierto pueden ser los mejores aliados de la libertad.

Un llamado a la acción

Finalmente, al mirar Número 24, te animo a que reflexiones. El heroísmo no es un traje que solo se ajusta a los elegidos; está ahí, al alcance de todos nosotros. Tal vez hoy sea el día en que tomemos la decisión de actuar, de luchar por lo que creemos, y de crear un mundo en el que el odio no tenga lugar.

Así que, ¿qué te parece darle un vistazo a esa película? Aquí hay una idea: un buen sofá, unas palomitas y un debate manejado con tus amigos después. Pero quien sabe, quizás también termine emergiendo ese héroe silencioso que todos llevamos dentro. ¿Te animas?