¿Alguna vez te has encontrado en una situación incómoda, mirando de reojo a una persona en la calle que pide ayuda, preguntándote si debes ofrecerle unas monedas o si, quizás, es mejor simplemente pasar de largo? Este dilema moral es el trasfondo de un debate que ha surgido nuevamente en Madrid, donde el Gobierno de Almeida está considerando la creación de una Ordenanza de Convivencia que podría prohibir la mendicidad en la capital. Como ciudadanos, esto nos lleva a preguntarnos: ¿realmente podemos «regular» la caridad o el sufrimiento humano?

La consulta del Ayuntamiento: un primer paso hacia la regulación

Desde hace unos días, el Ayuntamiento de Madrid ha lanzado una consulta en la plataforma Decide Madrid, donde se invita a los ciudadanos a opinar sobre ocho áreas a regular, incluida la mendicidad. La delegada del área de Seguridad, Inmaculada Sanz, ha expresado su preocupación sobre el impacto de estas «conductas incívicas» en nuestra convivencia diaria. Pero, ¿qué significa esto en la práctica?

El área de Vicealcaldía busca evaluar hasta qué punto la normativa existente es adecuada para garantizar la convivencia ciudadana. Las multas actuales por consumir alcohol en la vía pública o por realizar grafitis son bastante severas, oscilando entre los 100 a 3,000 euros. Ahora, la cuestión es: ¿debería la mendicidad también ser sancionada?

A través de la consulta, el Ayuntamiento plantea una serie de preguntas que nos hacen reflexionar. Por ejemplo, ¿es suficiente la normativa existente para abordar el comportamiento incívico? ¿Estamos, en última instancia, dispuestos a ver la mendicidad como una conducta y no como una consecuencia de problemas sociales más complejos?

El contexto: ¿por qué la mendicidad avanza en Madrid?

A menudo, la mendicidad en Madrid no es solo una cuestión de falta de recursos económicos. Muchos que se encuentran en esta situación han enfrentado problemas más profundos, como enfermedades mentales, abuso de sustancias o crisis familiares. La prohibición de la mendicidad como tal no aborda estas causas subyacentes, ¿verdad? En lugar de encontrarnos con un solution mágica, abunda la necesidad de soluciones integrales que contemplen la rehabilitación y la inclusión social.

Una mirada a la historia

Es interesante recordar que la mendicidad estuvo prohibida en Madrid durante décadas, gracias a una ordenanza franquista de 1948 que contemplaba severas sanciones a quienes ejercieran esta actividad. Hoy por hoy, aunque esa norma fue derogada en 2021, el eco de esos tiempos todavía resuena en el debate actual. La memoria colectiva tiende a olvidar, pero la historia tiene su peso.

En su día, otros municipios como Alicante intentaron implementar sanciones de hasta 1.500 euros por Mendicidad, que fueron eventualmente desmanteladas por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. Con el paso del tiempo, uno podría preguntarse: ¿es realmente eficaz criminalizar a quienes ya están en situaciones vulnerables?

Una propuesta que incomoda: las consecuencias de regular la mendicidad

Lo más curioso de esta situación es cómo, a medida que avanza la discusión sobre la mendicidad, se abren nuevos flancos de debate. La idea de que una ordenanza lleve a actos de sanción puede parecer efectiva a corto plazo, pero ¿realmente somos conscientes de las repercusiones que esto podría tener en las personas involucradas? La criminalización de la pobreza no es una novedad en la historia de muchas ciudades, pero también ha demostrado ser completamente ineficaz.

Además, la naturaleza de esta consulta invita a deliberar de forma inclusiva, pero también genera una atmósfera de desconfianza. Muchos argumentan que esto debilita la lucha por losderechos de aquellos que viven en situación de vulnerabilidad. En mi propia experiencia, he visto a personas reaccionar de diversas maneras ante el dilema de la mendicidad. Si te has encontrado en una esquina de la ciudad, quizás te haya pasado lo mismo.

Un caso cercano

Recuerdo cuando una vez me detuve a hablar con un hombre que pedía ayuda en una calle concurrida de Madrid. No solo me contó su historia, sino que me hizo reflexionar sobre el sistema que nos rodea, que parece fallar a aquellos que más lo necesitan. En ese momento, comprend