El mundo de la educación es un terreno fértil para el cambio y la evolución. En este contexto, la Conferencia de Rectores y Rectoras de las Universidades Españolas (CRUE) ha dado un paso audaz al proponer un conjunto de pautas para promover un «lenguaje libre de sexismo» en las aulas universitarias. Imagínate, por un momento, cómo sería una clase universitaria en la que en lugar de escuchar «los alumnos», te encuentres con «el alumnado». Si te parece curioso o tal vez un poco surrealista, no estás solo. En este artículo, exploraremos las propuestas, la reacción de la comunidad académica y, por supuesto, ¿qué podría significar todo esto para la educación y la sociedad en general?
Un cambio necesario: la propuesta de la CRUE
En un momento donde las voces a favor de la igualdad de género y el respeto a la diversidad están ganando fuerza, la CRUE ha reunido a 55 de sus 77 universidades para adoptar estas pautas que buscan innovar la forma en que nos comunicamos. ¿Y cuál es el objetivo? Prevenir el sexismo y promover un ambiente más inclusivo y respetuoso para todos los estudiantes, independientemente de su género.
Pautas para un lenguaje inclusivo
Algunas de las recomendaciones que han surgido son bastante sencillas, y aún así generan un debate apasionante. Por ejemplo:
- Sustitución de términos de género: En lugar de referirnos a “buscadores” o “investigadores”, se sugieren términos como “personas buscadoras” o “personas investigadoras”.
- Evitar el uso del masculino como genérico: Aquí es donde entramos en un terreno espinoso. Decir “todos” o “hombres” ya no está en la agenda; ahora, hablaremos de “algunas personas” o “seres humanos”.
Pero, en medio de esto, también hay recomendaciones orientadas hacia la sensibilidad cultural y social. Hablar de “historia de la humanidad” en lugar de “historia del hombre” puede parecer un pequeño cambio en nuestra forma de hablar, pero tiene un impacto significativo en cómo percibimos a las mujeres en la historia. ¿Acaso no tenemos ya suficientes ejemplos de cómo la historia ha invisibilizado a muchas figuras femeninas?
La relevancia de los vacíos léxicos
Uno de los puntos más interesantes del documento es la mención de los llamados “vacíos léxicos” en nuestro idioma. Por ejemplo, ¿sabías que no existe una palabra reconocida que denote el trabajo de las «genias»? Sin duda, una situación bastante curiosa cuando pensemos que el término ya tiene un sentido y una razón de ser.
Y, mientras estamos en el tema, ¿no te resulta un tanto ridículo que no haya un vocabulario específico para denominar al esposo de una presidenta? Mientras que “primera dama” es aceptado y aplaudido, el rol masculino sigue relegado al olvido. Esto nos lleva a cuestionar cómo el lenguaje puede influir en nuestra percepción de roles y valores, desde una perspectiva casi filosófica.
Las reacciones: de la aclamación al escepticismo
Como cabría esperar, la propuesta de la CRUE ha suscitado un sinfín de reacciones. Desde la sonrisa cómplice de quienes apoyan estas iniciativas hasta las críticas feroces de quienes creen que estamos inmersos en una batalla de palabras que, al fin y al cabo, no cambian la realidad. Pero, ¿qué piensas tú? ¿Es necesario cambiar nuestro lenguaje si queremos una sociedad más equitativa?
Apoyo entusiasta
Aquellos que celebran este cambio argumentan que el lenguaje es poder. Cada palabra tiene su peso, y si utilizamos un lenguaje que valide y respete la diversidad, entonces estamos tomando pasos hacia un futuro más inclusivo. En este sentido, la Universidad de Burgos ha llevado estas recomendaciones a su sitio web, como evidencia de que se están tomando en serio este tipo de transformaciones.
Críticas y resistencia
No obstante, hay quienes se oponen firmemente. Desde el partido VOX y otros sectores, argumentan que se está limitando la libertad de expresión. ¿Hasta qué punto debería un individuo sentirse obligado a expresar ideas en lo que algunos consideran un “nuevo lenguaje”? Y aquí entra el eterno dilema: ¿realmente estamos cambiando las cosas o solo estamos jugando con palabras?
Y no, no me malinterpretes. No tengo nada en contra de la lengua y el ingenio, o de un buen juego de palabras. De hecho, me parece a veces un poco cojonudo. Sin embargo, priorizar el significado sobre la estructura es fundamental si realmente queremos lograr un cambio.
Reflexiones sobre el futuro del lenguaje inclusivo
Al final del día, más allá de los debates y las controversias, lo realmente importante es el diálogo. Considerando las pautas propuestas y la resistencia que generan, se nos presenta una oportunidad única para empezar a reflexionar sobre el lenguaje que usamos, pero también sobre el impacto que tiene en nuestra cultura y en nuestra percepción de las relaciones humanas.
La importancia de la empatía
Vivimos en un mundo diverso, y como educadores, estudiantes o simplemente seres humanos, debemos esforzarnos por ser más empáticos. No se trata solo de un juego de palabras; se trata de entender que detrás de cada término hay personas con sus propias experiencias y su propia identidad. Si usar un término que incluya a todas las personas puede ayudar a alguien a sentirse más aceptado, ¿no debería ser ese nuestro objetivo final?
Un camino lleno de matices
El cambio no es fácil y, como en cualquier aspecto de la vida, habrá falta de consenso, y eso es natural. La clave radica en encontrar un equilibrio entre tradición y modernidad, entre el deseo de ser inclusivo y el respeto por las formas de comunicación que han existido durante siglos. Y mientras navegamos por esta nueva marea de lenguaje, también vale la pena recordar que hay un sinfín de formas de seguir obligando a la gente a reflexionar sobre el tema de la voz y el género, ya sea mediante el humor, la discusión apasionada o incluso a través de la ficción.
Vistas al futuro
Las pautas de la CRUE son indicativas de un cambio cultural más amplio. Mientras mientras algunas universidades de España avanzan, otras aún se debaten entre el deseo de mantener el “statu quo” y la necesidad de adaptarse a un mundo que está cambiando lentamente hacia la inclusividad.
Por último, como educadores, futuros profesionales o simplemente personas, todo comienza con la intención. Ya sea que creas que el lenguaje es poderoso o simplemente un conjunto de símbolos, la responsabilidad está en cada uno de nosotros de contribuir a un diálogo más honesto, inclusivo y reflexivo sobre el futuro que queremos construir. Porque, al final, lo que está en juego no son solo las palabras, sino la misión fundamental de promover una sociedad más justa y equitativa.
Así que, la próxima vez que estés en una clase o escribiendo un texto académico, pregúntate: ¿cómo puedo hacer que mis palabras cuenten? ¿Estoy contribuyendo a un discurso inclusivo y respetuoso? Lo que está claro es que el camino hacia la igualdad no se escribe solo. Cada uno de nosotros, con nuestras palabras, somos parte de esta historia. Y eso, a fin de cuentas, es cojonudo.