La época navideña está a la vuelta de la esquina, y con ella llegan las listas de regalos, las luces brillantes y, por supuesto, la expectativa de los más pequeños de la casa. Pero, ¿qué sucede cuando entre esos regalos brillantes se incluye un teléfono móvil? Según el doctor Pedro Gorrotxategi, presidente de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), estos dispositivos no son simplemente juguetes modernos; son un “problema” en potencia.

En un mundo cada vez más digital, este tema se ha vuelto crucial. Así que, acomódate con tu taza de chocolate caliente (o tal vez un buen licor de jengibre si eres de esos) mientras exploramos esta complicada cuestión. ¡Aquí va un recorrido cargado de reflexiones, anécdotas y, por supuesto, un poco de humor!

La tentación de regalar tecnología

Cuando era niño, uno de mis momentos favoritos de diciembre era quedarme noche tras noche mirando las luces en el árbol, soñando con qué regalos podría recibir. Recuerdo el año que me regalaron una consola de videojuegos: pasé horas jugando, pero también pasé días enteros sin salir de casa. Ah, la pureza de la infancia, acompañada de una buena dosis de sedentarismo. ¿Te suena familiar?

Hoy en día, la tentación de regalar tecnología, especialmente móviles, es aún mayor. Sin embargo, como señala el doctor Gorrotxategi, el uso de pantallas digitales por parte de los niños ha superado todas las recomendaciones. En el tiempo que me tomó escribir este párrafo, probablemente varios niños ya habrán hecho scroll en su TikTok favorito. Pero, ¿es esa la conexión que realmente queremos para nuestros hijos?

Riesgos del uso excesivo de móviles

Retrasos en el lenguaje: ¿una nueva era de la comunicación?

El doctor Gorrotxategi menciona un problema que me llamó especialmente la atención: los retrasos del lenguaje en los más pequeños. Antes, la comunicación era más directa; ahora, parece que en lugar de hablar, muchas veces se “chatean” sentimientos a través de emojis.

Lo digo con sinceridad: quien no ha intentado tener una conversación significativa con un adolescente cuyos únicos sonidos son aquellos que emiten los videojuegos… Es como hablar con un robot, ¿verdad? Por lo tanto, es comprensible que el uso de móviles y pantallas en general traiga consigo un coste social.

Sedentarismo y problemas de salud

Si sigues las recomendaciones del médico, no muy sorprendentemente, el aumento del sedentarismo y de la obesidad es otro efecto secundario preocupante de los dispositivos móviles. Recuerdo que, en mis días de niño aventurero, mi mayor temor de verano no era el acoso escolar, sino perderme entre la jungla del parque de mi barrio, trepando árboles y huyendo de las ardillas. Ahora, la jungla se ha convertido en una extensa selva de juegos virtuales que mantiene pegados a los niños en el sofá.

La miopía, que tradicionalmente se pensó que era solo un problema de los “lectores empedernidos”, ahora cobra una nueva dimensión con el uso constante de pantallas. Hay días que miro mi smartphone y me desespero pensando en lo que me esperaría si realmente concedo a los niños esos dispositivos.

En vez de que nuestros pequeños se conviertan en exploradores activos, los vemos pasando horas inmóviles, felices en un universo virtual. ¿Dónde se ha ido la esencia de la aventura?

Problemas en las relaciones sociales

El uso de móviles no solo se limita a la salud física; también afecta las relaciones familiares y sociales. Gorrotxategi destaca que estos dispositivos pueden llevar a acoso, aislamiento y alteraciones en la dinámica familiar.

Yo recuerdo las cenas familiares de antaño, donde las conversaciones fluían, las risas resonaban y los juegos de mesa llevaban a batallas amistosas. Hoy en día, muchas familias comparten la mesa mientras cada miembro está en un mundo diferente, atentos a sus pantallas. De repente, el único “Hola” que escuchamos es el de los grupos de chat. ¿No se siente un poco extraño?

¿Qué alternativas ofrecer?

Ahora, no quiero sonar como un viejo gruñón que se opone a la modernidad. Después de todo, soy un firme creyente de que el equilibrio es esencial. Así que, ¿cuáles son algunas de las alternativas que podemos ofrecer para estas fiestas?

Regalos interactivos

Regalar algo que motive a los niños a salir y jugar sería una excelente idea. Piensa en bicicletas, juegos de mesa, kits de ciencia, o incluso entradas para algún evento deportivo. Hay algo mágico en ver a un niño experimentar el mundo real, provocando risas y juegos en lugar de interacciones virtuales.

Fomentar la curiosidad

Los juguetes que estimulan la curiosidad y la creatividad son perfectos. Recuerdo una vez que mi primo recibió un set de construcción en lugar de un videojuego. Durante semanas, nuestra casa fue un campo de batalla repleto de juguetes… y muchos días fueron gastados en creativas historias de aventuras. ¡Y para ser sincero, nos divirtió más que cualquier videojuego!

Actividades familiares

Planear actividades familiares al aire libre es otro buen recurso. ¿Qué tal un picnic, una excursión al campo, actividades deportivas o incluso una noche de juegos de mesa? En la era de los dispositivos, estas pequeñas reuniones pueden convertirse rápidamente en momentos memorables que se guardarán en el corazón de los niños.

Conclusiones reflexivas

Aunque nos encontramos en un mundo donde regalar tecnología parece lo más natural del mundo, es crítico recordar sus implicaciones. El consejo del doctor Gorrotxategi resuena fuerte: en lugar de pensar en teléfonos como regalos, reflexionemos sobre las oportunidades de crecimiento que se pueden ofrecer sin necesidad de pantallas.

Al final, la verdadera esencia de la Navidad está en las conexiones humanas, las experiencias compartidas y, por qué no, en las historias contadas alrededor de la mesa.

Entonces, antes de salir corriendo a comprar ese último modelo de smartphone que seguramente hará que tu hijo grite de felicidad, pregúntate: ¿realmente es un regalo, o podría convertirse en un problema? Después de todo, el valor de la infancia no está en las pantallas, sino en los recuerdos que se hacen sin ellas.

Recuerda que la mejor opción puede ser siempre el equilibrio; puedes permitir el acceso a la tecnología, pero al mismo tiempo, fomentar experiencias vivenciales que alimenten su desarrollo integral. Así que esta Navidad, cavemos un poco más profundo en el baúl de las posibilidades y decidamos no sólo qué regalar, sino también qué legado dejar.

¡Y no olvides disfrutar las muchas “aventuras” que nos esperan juntos!