La reciente crisis provocada por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) en la Comunidad Valenciana ha desatado un torbellino de opiniones, críticas y preguntas sobre la gestión de las emergencias en España. ¿Por qué el Gobierno optó por no declarar la emergencia nacional? ¿Es este un mero juego de competencias políticas o una falta de responsabilidad ante una situación que, a todas luces, requería una intervención más contundente? En este artículo, vamos a explorar estas cuestiones y más, mientras analizamos el contexto y las repercusiones de este evento catastrófico.
¿Qué es la DANA y por qué es tan grave?
La DANA no es solo otro término meteorológico lanzado para asustar a la población. Hablamos de una catástrofe natural que, como su nombre indica, crea un ambiente ideal para inundaciones repentinas y otros fenómenos destructivos. La perspectiva de un desastre de este tipo puede generar una mezcla de ansiedad y desinterés, como cuando uno recibe una invitación a una cena de la que no sabe si saldrá vivo. Pero, desgraciadamente, lo que ocurrió en la reciente crisis es muy real.
Las imágenes de la devastación han sido desgarradoras; ríos desbordados, casas destruidas y, lo más impactante, vidas afectadas. La noche del martes, cuando la tormenta alcanzó su punto máximo, los primeros reportes revelaron que la situación sobrepasaba notablemente las capacidades de respuesta de una única comunidad autónoma. ¡Es como intentar apagar un incendio forestal con un balde de agua! Ante tal caos, la pregunta más pertinente es: ¿por qué no se activaron los mecanismos estatales más amplios para gestionar esta crisis?
La normativa de emergencias en España: ¿un laberinto burocrático?
En España, la gestión de catástrofes naturales sigue un marco normativo que puede parecer confuso, incluso para quienes tienen un sólido entendimiento de las leyes. A la hora de enfrentar situaciones tan críticas como la DANA, existen tres herramientas clave:
- Plan Estatal General de Emergencias de Protección Civil (PLEGEM)
- Ley del Sistema Nacional de Protección Civil (SNPC)
- Norma Básica de Protección Civil (NB)
El artículo 28 del SNPC establece claramente las condiciones bajo las cuales se puede declarar una emergencia nacional. Una sola de estas condiciones debería bastar; debemos considerar que la gravedad de la situación actual cumple con al menos dos de estas, específicamente las que requieren una coordinación entre diferentes administraciones y aquellas que requieren una dirección nacional.
Cuando el sentido común entra en juego
En el contexto de la DANA, parece que la negativa del Gobierno a declarar una emergencia nacional provoca más preguntas que respuestas. ¿Qué tan grave tiene que ser una situación para que se considere como tal? ¿Es necesario un estudio profundo que tarde meses en realizarse? Cuando personalidades de talla internacional como Ursula von der Leyen, Emmanuel Macron o Nayib Bukele se ofrecen para ayudar a España, la inacción resulta aún más desconcertante.
En esta situación, se evidenció una desconexión entre la burocracia y las necesidades reales de las personas afectadas. Mientras esas celebridades mundiales ofrecían su ayuda, quienes estaban en el terreno luchaban contra el agua, el barro y la desolación. Es un chiste de mal gusto, como un comediante que sigue haciendo chistes en medio de una tormenta. La batalla política sobre quién debería tener el mando en un momento de crisis carece de importancia cuando a las personas se les niegan lo más básico: agua, comida y seguridad.
La política como obstáculo en la gestión de emergencias
Las palabras de Alberto Núñez Feijóo, líder de la oposición, resuenan con especial fuerza: «Estamos ante una emergencia nacional. Son necesarios todos los medios del Estado». Es en este momento que debemos cuestionar: ¿los mecanismos de respuesta a emergencias han sido secuestrados por la política?
Es comprensible que se quiera evitar una «batalla por competencias»; la administración pública está llena de matices y las luchas internas son parte del juego. Pero al final del día, deben ser las vidas humanas y la seguridad de los ciudadanos lo primero. ¿No debería ser este el centro de atención en lugar de un juego de ajedrez político en el que los peones son las personas afectadas?
La falta de una acción decisiva del Gobierno puede llevar a pensar que existe una falta de voluntad para asumir la responsabilidad ante las catástrofes naturales. Este acto de evitar la toma de decisiones puede ser interpretado como una estrategia para no conceder triunfos al adversario, lo que plantea una cuestión moral seria: ¿realmente se puede justificar ante el sufrimiento humano?
¿Qué pasa con las víctimas de la DANA?
Al final de este camino lleno de confusiones y decisiones políticas, están aquellos que lo han perdido todo. Imagina estar allí, drenando el agua de tu casa y viendo cómo tus pertenencias más queridas se convierten en desechos. En un momento, la vida puede cambiar radicalmente, y sentirse desprotegido en un tiempo de crisis es una experiencia aterradora.
Los supervivientes clamaban por recursos básicos mientras que el Gobierno debatía sobre competencias y jurisdicciones. Una vez más, el eco de la sed, la hambre y la desesperanza resonaba en un lugar donde debería haber respuestas. Es un recordatorio sombrío de que, en medio de cualquier catástrofe, lo que más importa son las vidas humanas, no los juegos y estrategias políticas.
El llamado a la acción
¿Dónde estaba la dirección operativa de la UME (Unidad Militar de Emergencias)? El recurso a los pueblos de nuestros héroes en uniformes es indispensable en una situación como esta. Sin embargo, la falta de coordinación crea un vacío que afecta a las víctimas. «Ya está, no vamos a ir a ningún lado. Están esperando instrucciones», me decía un amigo mientras conversábamos sobre el tema. No es necesario ser un genio para entender que la acción debe ser inmediata y no mágica.
El mensaje es claro: necesitamos un enfoque donde la ciudadanía y su bienestar estén en el centro de atención. La burocracia debe ser un vehículo para ayudar, no una barrera que obstaculice la asistencia humanitaria.
Reflexiones finales: un cambio necesario
Estamos en un momento crucial en la historia de la respuesta a emergencias en España. La DANA ha puesto de relieve la necesidad de una revisión crítica del sistema de gestión de emergencias. No solo para abordar las próximas situaciones catastróficas, sino también para mejorar la relación entre los diferentes niveles de gobierno y la población.
Es momento de que todos, desde los altos mandos hasta cada uno de nosotros, reflexionemos sobre cómo podemos contribuir a un cambio positivo. ¿Deberíamos simplemente aceptar que el sistema es imperfecto? No, claro que no. Todos tenemos un papel que desempeñar, y la voz de cada ciudadano es esencial en la construcción de un sistema más justo, eficiente y humano. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a actuar?
En medio de este cataclismo natural y las decisiones políticas en torno a él, queda claro que la emergencia nacional no debe ser un ente abstracto, sino una realidad tangible. La vida de miles de personas está en juego, y la respuesta debe ser reflexiva, inclusiva y sobre todo, humana.
Así que, la próxima vez que escuches sobre una DANA o cualquier otra situación de emergencia, recuerda que la humanidad debe prevalecer por encima de la política. En medio del caos, ¡también podemos encontrarnos!