En un mundo cada vez más polarizado, el papel de los medios de comunicación se vuelve crucial. En este contexto, nos encontramos ante una situación que muchos considerarían preocupante, sobre todo si analizamos la actual gestión mediática en España. ¿Realmente se puede hablar de un control mediático, o estamos exagerando? Tal vez te suene a película de espías, pero las tramas que emergen en el periodismo actual parecen estar más cerca del guion de una serie de televisión que de un entorno democrático saludable.

La primera trinchera: RTVE y su papel en la narrativa oficial

¿Has sentido alguna vez que estás viendo un programa y, de repente, te das cuenta de que el contenido se siente más como un discurso político que como un programa de entretenimiento? Me ha pasado más de una vez con ciertos programas de RTVE, y no es casualidad. Se ha mencionado que RTVE se ha convertido en una suerte de «línea Maginot» para el Gobierno. Al parecer, es un punto de defensa para controlar la narrativa informativa que, de no funcionar, podría abrir un verdadero «barricón» de información que el público necesita conocer.

El relato oficial, ese que nos presentan con un pegote de humor inteligente y un guiño en TikTok, parece diseñado para mantenernos… ¿dormidos? O, al menos, distraídos. Con un prime time que parece más una competición de memes y menos un espacio de reflexión, hacen que la crítica al Gobierno y sus actuaciones se diluya. El humor, un formidable aliado, se convierte en un arma de doble filo: puede enganchar a la audiencia, pero también puede ser la cortina de humo que nos impide ver lo que realmente ocurre.

Nombramientos y control: ¿una tendencia preocupante?

La reciente elección de consejeros en RTVE ha revelado un sesgo alarmante; hemos visto cómo se han nombrado individuos cercanos a los intereses del Gobierno. En medio de una DANA —una DANA es una «Depresión Aislada en Niveles Altos» y, por lo general, provoca lluvias torrenciales— el socialismo aprobaba esta maniobra mientras otros se preocupaban por la seguridad de sus hogares. ¿Qué nos dice eso sobre nuestras prioridades como sociedad?

La incredulidad ante estos eventos no solo proviene de la oposición política, sino también de los profesionales dentro de RTVE. El Consejo de Informativos ha levantado la voz, pidiendo un «concurso de méritos» para la elección de los nuevos consejeros. Y uno no puede evitar preguntar: ¿dónde está el grito de protesta de aquellos que deberían ser los primeros en resistirse a esta manipulación?

El ecosistema mediático: ¿Aliado o adversario?

Pero RTVE no está sola en esta misión. El Gobierno tiene un plan maestro que se extiende más allá de la televisión pública, abarcando medios de comunicación privados que han aceptado, sin mucho reparo, ese «dinero fácil» que viene con la publicidad institucional. Con 124,5 millones de euros en ayudas destinadas a la digitalización de los medios, no es raro que algunos hayan encontrado su «voluntad» a un precio bastante cómodo.

Cada vez que abro un periódico, me pregunto: ¿es esta realmente la noticia, o es solo un eco sutil de lo que Moncloa quiere que creamos? Tal vez es algo parecido a lo que sentía cuando leía mis cómics de infancia: el villano parece tener siempre un paso adelante, manipulando la verdad a su favor.

Y, claro, uno no puede evitar pensar en el papel de las redes sociales. Las plataformas se han convertido en campos de batalla donde, en lugar de verdad, lo que más abunda es la confusión. En esta guerra mediática, el papel de los llamados «fact checkers» ha sido objeto de críticas. ¿Son realmente guardianes de la verdad, o solo mercenarios en la guerra de la información?

Del «fake news» al «gobierno de las sombras»: el juego del poder

La táctica de deslegitimación a la prensa crítica es un recurso común que nos llega a recordar a ciertos líderes populistas que han marcado la historia reciente. El “manual” parece haber sido actualizado por el Gobierno español, que no duda en hacer un vacío a aquellos medios que atreven a cuestionar su agenda. Esto, sin duda, se traduce en una erosión de la confianza pública en los medios, desdibujando la frontera entre la verdad y la propaganda.

Y quizá lo más preocupante es que esta estrategia de desprestigio tiende a ser efectiva. La polarización de la información ha llegado a un punto donde algunos ciudadanos eligen creer que todo lo que proviene de fuentes críticas es, por default, maligno. Este fenómeno me trae recuerdos de debates acalorados con amigos sobre películas de superhéroes donde el villano siempre encuentra forma de hacer que el héroe parezca el verdadero enemigo. ¿No te ha pasado?

Reflexiones finales: ¿dónde queda la ética en el periodismo?

Cuando miramos el paisaje mediático actual, una pregunta persiste: ¿dónde queda la ética en todo esto? El periodismo de calidad es fundamental para garantizar que la democracia funcione. La necesidad de contar historias veraces y de mantener a la ciudadanía bien informada nunca ha sido más crucial.

Con esa intención, cada uno de nosotros puede asumir un rol activo. Buscar información diversa, cuestionar lo que leemos y no dejarse atrapar por la manipulación es más que un acto de ciudadanía; es un deber en estos tiempos inciertos. Después de todo, en esta era de la «infodemia», como se ha denominado, solo aquellos que son proactivos en su búsqueda de la verdad lograrán navegar por la marea de desinformación.

¡Así que, equipémonos con nuestras herramientas de «detective de la verdad» y sigamos cuestionando! ¿No es eso lo que realmente constituye una sociedad informada y libre? Cada click, cada lectura, cada pregunta cuenta.

Conclusivamente, mientras el telón se levanta sobre el escenario mediático de España, es fundamental recordar que solo a través del cuestionamiento y la información crítica podemos enfrentar los retos que se nos presentan. La historia nos ha demostrado que la responsabilidad ciudadana es la mejor defensa contra los intentos de manipulación. Así que, levanta el telón y prepárate para actuar; la obra apenas está comenzando.