Recuerdo una conversación que tuve hace un tiempo con un amigo muy apasionado por la política. Mientras tomábamos café, él me dijo: «La defensa es como la salud: solo te das cuenta de lo importante que es cuando ya no está». Me quedé pensando en eso, y ahora, con la reciente controversia alrededor del incremento del gasto en defensa en España, siento que esa afirmación nunca ha sido tan relevante. La situación se ha vuelto un tema candente desde que el presidente Pedro Sánchez y la vicepresidenta Yolanda Díaz se reunieron para discutir un asunto que parece sencillo, pero que está lleno de matices y tensiones.

En este artículo, exploraremos los detalles de esta conversación clave, el impacto de decisiones geopolíticas más amplias y por qué deberíamos estar atentos a cómo se desarrolla este debate, tanto a nivel nacional como internacional.

La reunión en Moncloa: ¿un diálogo sin soluciones?

El encuentro entre Sánchez y Díaz en Moncloa no fue simplemente otra reunión de café al azar; duró casi dos horas y giró en torno a un tema crucial: el aumento del gasto en defensa en España. A pesar de los esfuerzos de ambos líderes por llegar a un acuerdo, parece que esta conversación, aunque esperanzadora, terminó sin soluciones concretas. ¿No es irónico? Dos figuras políticas sentadas cara a cara con un problema importante, y al final, nada de acuerdo. Quizás deberían haber invitado a un mediador o, mejor aún, a un buen comediante que los hiciera reír para romper el hielo.

Díaz defendió un modelo de seguridad europeo más autónomo, que proteja los derechos sociales y fomente la paz, algo completamente válido en un contexto donde el clima de inseguridad está a la orden del día. Sin embargo, ¡aquí está el truco! No se trata solo de hablar de paz y derechos; la realidad es que la presión para gastar más en defensa está aumentando, especialmente en el contexto de la guerra en Ucrania.

Un presupuesto militar en el contexto europeo

El debate sobre el gasto en defensa se enmarca en un contexto más amplio. La Unión Europea ha estado bajo presión para elevar su gasto militar, no solo para hacer frente a la agresión de Rusia, sino también para reducir la dependencia de Estados Unidos. Así que, aquí estamos, tratando de encontrar un equilibrio: ¿cómo aseguramos nuestra defensa sin comprometer el gasto social necesario para atender a los ciudadanos?

Durante la reunión, Sánchez se comprometió a no permitir que el aumento del gasto en defensa afecte el gasto social. Este comentario me recuerda a ese viejo truco de pedir un deseo mientras echas una moneda al pozo: es bonito y todo, pero ¿realmente se cumplirá? A medida que los conflictos geopolíticos exigen más recursos, la promesa de Sánchez podría convertirse en un cliché, como las promesas de Año Nuevo que todos hacemos y luego olvidamos en febrero.

La fragmentación dentro de Sumar

Interesantemente, dentro del partido Sumar, hay divisiones. Algunos miembros están en contra del aumento del gasto militar, mientras que otros consideran que puede ser necesario bajo ciertas condiciones. Y, francamente, eso es entendible. Cuando el dinero fluye, a menudo parece que todos quieren una parte del pastel, pero cuando se trata de decisiones difíciles, ¡oh, eso es otra historia!

Por ejemplo, partidos como Compromís, Chunta, IU y Comunes están firmemente en contra de cualquier incremento del gasto militar. Pero hay voces dentro de Sumar que abogan por una mayor coordinación entre los presupuestos de defensa de los distintos países de la UE, algo que podría ser crucial para lograr una autonomía estratégica real.

¿Aumento del gasto militar o gasto en defensa?

Hay un punto importante que Díaz mencionó en la reunión: la diferencia entre «gasto militar» y «gasto en defensa». Esto no es solo un juego de palabras; es fundamental en la conversación. Es decir, gastar en defensa puede ser aceptable si significa fortalecer nuestra ciberseguridad y fronteras. Sin embargo, si eso se traduce en un aumento constante de armamento y poderío militar, entonces tenemos que replantearnos nuestras prioridades.

La realidad es que en momentos de crisis, lo primero que suele sufrir es el apoyo social. Este dilema nos lleva a reflexionar sobre lo que realmente significa «defender» a los ciudadanos. ¿Es suficiente un ejército fuerte, o necesitamos un estado de bienestar robusto?

Contrapuntos globales y urgencia palpable

Es esencial también mirar al panorama global. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y su enfoque más aislacionista en política exterior llevó a un cambio de rumbo en la OTAN y la UE. La presión para que los países europeos gasten más en defensa se intensificó, y España no es una excepción.

Este trasfondo geopolítico no se puede ignorar. ¿Podríamos permitirnos escapar de la espiral de gasto militar sin perder la capacidad de responder a amenazas actuales? ¿Cómo calibrar la defensa sin comprometer las necesidades sociales?

La opinión pública: la gran interrogante

El gobierno de Sánchez es consciente de que cualquier medida de aumento del gasto en defensa podría enfrentar un amplio rechazo social. En estos momentos, él y su equipo tienen la difícil tarea de comunicar la importancia de este gasto sin alienar a su base electoral. ¡Suerte con eso!

Recientemente, se ha dado prioridad a las necesidades sociales en un entorno donde la precariedad y los salarios bajos son un tema candente. ¿Realmente podemos comprometernos a un mayor gasto militar y al mismo tiempo garantizar servicios sociales de calidad? La respuesta es compleja, y definitivamente merece un debate más profundo.

La brújula de la paz en el futuro europeo

A medida que la fecha del Consejo Europeo se acerca, se vuelve fundamental que se establezca una hoja de ruta clara en torno a la defensa en Europa. Además, las preocupaciones por la ciberseguridad y la situación climática también deberían estar en la conversación, según lo mencionado por Díaz. ¿Es suficiente concentrarse solo en el gasto militar, o debemos integrar otras dimensiones de nuestras políticas de defensa?

Podemos seguir hablando de configuraciones ideales para la defensa social, pero es hora de que los líderes tomen decisiones con base en todo lo que está en juego. La historia nos enseñará que las decisiones impulsivas en la paz pueden provocar guerras posteriores; la pregunta es, ¿estamos listos para aprender de esas lecciones?

Reflexiones finales: ¿es posible un equilibrio?

Así que aquí estamos, con un dilema entre manos: cómo manejar el gasto en defensa mientras se protege el gasto social. Las consecuencias de no encontrar un equilibrio pueden ser catastróficas para millones de personas que dependen de servicios sociales en lugar de poderío militar. Después de todo, ¿qué significa tener un gran ejército si los ciudadanos viven en la precariedad?

La próxima semana, Sánchez se reunirá con varios líderes para obtener sus opiniones sobre este tema delicado, y debemos estar atentos a lo que salga de estas conversaciones. Es un tiempo de decisiones en el que necesitamos más que discursos; necesitamos acción.

Así que, amigos, si alguna vez se sintieron tranquilos respecto a la política, tomen un café, acomódense y prepárense para una montaña rusa de debates, conflictos y, esperemos, algunas decisiones que realmente puedan beneficiar a todos en nuestra sociedad.

En tiempos inciertos, la mejor defensa puede ser un buen diálogo. ¿Quién sabe? Quizás el verdadero camino a la paz y la seguridad social comienza con una buena conversación (y una taza de café).