La reciente tragedia provocada por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) en España ha dejado a su paso una estela de preguntas angustiosas. Más de 200 vidas se perdieron y muchos quedaron damnificados en una serie de eventos que cada vez parecen más como un déjà vu. En medio de la crisis, la Generalitat Valenciana se vio envuelta en una tormenta de críticas por su comunicación durante una de las horas más críticas: ¿fue un descuido, un error humano o un problema estructural? Con la presión de un evento meteorológico que parece más propio de una película de desastres, ¿por qué fallaron los sistemas de aviso? ¡Ah, el caos!

Una mirada retrospectiva al desastre

Permíteme llevarte atrás en el tiempo, aunque no mucho, solo hasta el 29 de octubre de este año, un día que debería haber estado marcado en rojo en los calendarios de todos los valencianos. La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) envió múltiples correos electrónicos a la Generalitat advirtiendo sobre los severos riesgos de ruptura de la presa de Forata. Pero, en un giro irónico digno de una película de suspenso, parece que la alerta no llegó a donde realmente necesitaba estar: a los ayuntamientos del barranco del Poyo.

Imagina la escena: en tu computadora, recibes correos sobre desbordamientos inminentes y posibles evacuaciones, y de repente te das cuenta de que esos mensajes nunca llegaron al barrio de tu amigo que estaba justo en la línea de fuego. Triste, ¿no? Y sí, esto es exactamente lo que ocurrió.


La cadena de errores: ¿dónde empezó el fallo?

Según los informes, la Generalitat emitió un aviso general a 52 ayuntamientos alrededor del río Magro a las 12:15, evidentemente en un intento de hacer frente a la alerta hidrológica. Pero mientras se enfocaban en el Júcar y la presa de Forata, el barranco del Poyo empezó a cobrar vida, esculpiendo un camino de destrucción con un caudal que, en una hora, creció de 28,7 a 1.686 metros cúbicos por segundo. Me pregunto, ¿cómo es posible que no se dispararan las alarmas cuando el agua empezó a alzarse como si estuviera desafiando la gravedad?

Un «apagón informativo» en la digitalización

La Generalitat alegó que la CHJ incurrió en un “apagón informativo” sobre la situación en el Poyo. Aquí es donde se torna realmente interesante. La CHJ, en su defensa, afirmaría más tarde que la situación en el barranco fue un tsunami inesperado, lo cual siempre huele un poco a excusa, pero ¡vamos! Si hay algo que sabemos sobre el tiempo es que es impredecible. No obstante, esto no exime a las autoridades de su responsabilidad. ¿No deberían haber actuado con información disponible? Uno pensaría que, con toda la tecnología que tenemos hoy, tal vez un «ping» o alerta de emergencia podría haber evitado algunas tragedias.


La importancia de una comunicación eficiente

Las palabras de los líderes políticos, aunque a menudo bien intencionadas, son solo palabras si no van acompañadas de acciones concretas. En el mundo de las emergencias, la comunicación rápida y efectiva podría ser la diferencia entre la vida y la muerte. Pero cuando las autoridades no logran conectarse entre sí, estamos hablando de una sinfonía con músicos que no pueden escuchar la partitura.

El correo de emergencia avisando sobre la situación en el barranco del Poyo fue mandado a las 12:25. En medio de la creciente agitación en el Poyo, la Generalitat siguió manteniendo su enfoque en el Júcar. La falta de un protocolo claro parece haber creado un colapso mayor que las aguas arrasadoras. Un poco irónico, ¿no? La lluvia salvó a algunos y ahogó a otros. ¿Cómo se logró este lado oscuro de la naturaleza?


Testimonios de la tragedia

Cuando hablo de tragedias naturales, a veces parece que estamos hablando de estadísticas, de números fríos que solo aparecen en las noticias. Pero cada número en esas cifras de muertes representa una vida, una historia. Si tuviéramos la posibilidad de hablar con esos 200 fallecidos, ¿qué dirían sobre la falta de alertas?

Recuerdo una vez que viví una tormenta eléctrica muy fuerte en Valencia. Estaba en casa, y aunque sabía que estaba lloviendo, no fue hasta que vi a los vecinos correr a refugiarse que me di cuenta de que la cosa se estaba poniendo seria. Al menos pude refugiarme, pero la idea de no recibir información o aviso me hace reflexionar: ¿qué hubieran hecho mis vecinos si no hubiera habido tiempo suficiente?


Lecciones aprendidas y el camino hacia adelante

Ahora, mientras nos recuperamos de esta tragedia, es vital que aprendamos de lo que ha
ocurrido. No podemos darnos el lujo de repetir esta historia. Es un momento de plena autocrítica y de evaluación de responsabilidades. Necesitamos preguntarnos fundamentalmente:

  • ¿Cómo podemos mejorar la comunicación entre las autoridades locales y la CHJ?
  • ¿Es este un signo de que hay que replantear los protocolos de evacuación?
  • ¿Qué papel juega la tecnología avanzada en todo esto y cómo podemos implementarla mejor?

Hay un viejo dicho que dice: «El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra» y ojalá que podamos dejar atrás esa afirmación en situaciones de emergencia.

Innovación y tecnología: posibles soluciones

Las innovaciones tecnológicas pueden también ofrecer respuestas. Imaginen un sistema que pueda prevenir el desbordamiento a tiempo, o aplicaciones móviles que envíen alertas en tiempo real a los ciudadanos. De hecho, ya hay iniciativas en marcha por parte de algunas empresas tecnológicas que están utilizando IA y Big Data para gestionar alertas de desastre en tiempo real. ¿Por qué no aprovechar esos avances y asegurarnos de que sean accesibles para todos?

Y para no sonar como un pesimista que nunca ve el lado positivo, es importante recordar que esta crisis también ha servido como un llamado de atención. Un recordatorio de que necesitamos cuidar más nuestro medio ambiente, ser más responsables y trabajar juntos para construir comunidades resilientes.

Reflexiones finales

La DANA ha traído un dolor inmenso, pero también una oportunidad para reflexionar y mejorar. Las vidas perdidas no deberían ser en vano. Desde aquellos que no recibieron el aviso a los que luchan por recuperar la normalidad en medio de este desastre, todos tienen una voz que necesita ser escuchada. Aprendamos de esta experiencia para asegurar que nunca más se repita.

Así que, si estás sentado hoy, pensando en tu vecindario, en tu comunidad, y sorprendido de lo que podría suceder, recuerda: todos tenemos un papel que jugar. No se trata de manejar la culpa, sino de desarrollar una cultura de prevención y unir esfuerzos para superarnos juntos.

La próxima vez que escuches un informe sobre precipitaciones inusuales o el riesgo de inundaciones, asegúrate de recibir y difundir esa información con urgencia. Nunca sabes cuándo puede ser un «éxito o una tragedia». Solo entonces podremos empezar a construir un futuro donde cada vida cuente, donde cada alerta se tome en serio y, sobre todo, donde cada uno de nosotros cuente.