Hace unos días, no sé si te enteraste, pero Kanye West y Bianca Censori lograron colarse en la alfombra roja de los Grammy y, como era de esperar, ¡liaron una buena! Sus atuendos—uno vestido y otro prácticamente desnuda—fueron una referencia llamativa a su último álbum, Vultures 1. Pero, vamos a ser honestos, la actuación no parecía tan centrada en la música o la ideología, sino más bien en una estrategia de búsqueda de atención en un mundo donde el escándalo tiene un precio y los clickbait son el pan de cada día. ¿Acaso hay algún aviso que diga «si no tienes escándalo, no tienes nada»?
Del vestuario a lo simbólico: lo que la moda dice de nosotros
El modismo que emplean los famosos en los photocalls es digno de un estudio sociológico. Porque, como dice el siempre acertado Umberto Eco en su obra El hábito hace al monje, lo que llevamos puesto no solo nos protege de la intemperie, ¡sino que también cuenta una historia! Si llegas a una fiesta con un fachaleco, esas luces de neón que tanto se llevaban, te colocan inmediatamente en una categoría social. Y si decides usar un chándal de Adidas, quién sabe, puede que quieras transmitir que valoras la comodidad por encima de todo.
Lo que vestimos refleja nuestro estado de ánimo, nuestra situación económica e incluso nuestra ideología política, y numerosos estudios lo respaldan. Desde los sans-culottes de la Revolución Francesa hasta los movimientos actuales que abogan por una vestimenta más inclusiva, la ropa ha sido una forma de autorreignación y expresión personal. Así que, ¿qué personaje deseas ser hoy? ¿El provocador, el chic, o tal vez el rebelde?
La desnudez como acto político
¿Alguna vez te has preguntado qué significa realmente desnudarse? Hasta el más pequeño acto de quitarse la ropa tiene una historia que contar. La figura de Friné, que en la antigua Grecia logró su absolución por su belleza al quedar desnuda, es un ejemplo claro de cómo el desnudo puede convertirse en un acto de rebelión y reclamación de libertad. En un mundo donde a menudo ocultamos nuestras verdaderas emociones, desnudarse puede ser también un símbolo de vulnerabilidad. Y sí, puede ser incómodo, ¡lo sé! Hace un par de años, en una fiesta de verano, decidí hacer una broma y saltar al lago sin ropa. Lo que se suponía que iba a ser un inicio de conversación terminó siendo una película de terror para los asistentes… ¡Seguramente pensaron que había sido un zombi resucitado!
Y en un contexto más contemporáneo, Lady Godiva cabalgando desnuda para protestar por los altos impuestos de su esposo es un símbolo que aún resuena. Cuando la desnudez se convierte en comunidad, ya sea en festivales, playas nudistas o eventos artísticos, estamos hablando de un vínculo social y emocional que trasciende la simple estética.
La mercantilización del cuerpo en la era digital
Volviendo a Bianca Censori, algunos movimientos feministas han salido en su defensa, afirmando que su desnudez era un sometimiento a Kanye West. Pero, hombre, ¿realmente estamos hablando solo de un acto individual? La crítica queda corta si no consideramos el contexto más amplio de la mercantilización del cuerpo. Vivimos en un tiempo donde el cuerpo se convierte en un producto, en un ícono de atención, y donde la línea entre el arte y el exploit se vuelve más borrosa que nunca. En un sentido, estamos todos en un circo donde los protagonistas buscan la siguiente gran atracción.
De hecho, hoy en día las redes sociales como TikTok e Instagram han visto la proliferación de influencers que, mediante la desnudez (con distintos grados de éxito), buscan conectar y llamar la atención. En esta dinámica, el contenido educativo ha tomado giros inesperados, como en el caso del canal School of Life, en el que un profesor ofrece clases de Kant en un entorno que resultaría poco convencional—y aunque la censura sea parte del juego, ¿no es eso un signo de los tiempos?
¿Es entonces la desnudez un arte o un truco de marketing?
Aquí es donde se vuelve realmente interesante. Según Mark Fisher, la obsesión por estar actualizado con cada polémica nos convierte en unos consumidores pasivos, y lo que más irónico de todo esto es que nos desnudamos ante el mercado de la atención. La desnudez en sí misma ha perdido gran parte de su carácter simbólico y se ha convertido en una mera herramienta de marketing; ese clic que todo mundo ansía. Esto puede resultar frustrante, ¿verdad? Te despiertas cada mañana con la intención de leer sobre el cambio climático o el avance de la tecnología, y terminas navegando sin dirección, atrapado en un mar de contenido superficial.
¿Te has dado cuenta de cómo nuestras redes sociales están saturadas de influencers promocionando productos de moda, mientras tú solo querías ver un par de recetas de cocina? Esto me recuerda a la vez que mis amigos me hicieron perder tres horas en TikTok viendo vídeos de gatos. ¿Me juzgas? La verdad es que no puedes culparme. ¡Los gatos tienen un fuerte efecto sedante!
La conexión entre el escándalo y la apatía
Lo que está claro es que la era digital ha creado un ciclo vicioso en el que el escándalo genera atención, y la atención produce indiferencia. Cada vez que un famoso se despoja de sus ropas, ya sea para un evento o simplemente para hacer una performance, arranca un mar de opiniones y comentarios. Personalmente, algo que me resulta hilarante es cómo la gente puede construir una narrativa alrededor de un simple post en Instagram como si fuera un episodio de una serie de HBO. Y aquí estamos, alimentando las llamas del sensacionalismo.
El arte como medio de protesta
No hay que olvidar que la desnudez ha sido un acto de protesta a lo largo de la historia, desde los naturistas del siglo XIX hasta los activistas de hoy que desafían el sistema. En cada caso, el desnudo trae consigo una carga política; desafía las normas sociales y expone la hipocresía que se oculta bajo capas de ropa y criterio. Sin embargo, la crítica se vuelve más compleja con la constante retroalimentación del público en las redes sociales. ¿Estamos, en cierta medida, encadenados a esta cultura de escándalo?
Así que, cuando te encuentres en una conversación sobre ropa, desnudez o la última impulsiva actuación de un famoso, piensa en esto: ¿qué mensaje subyacente estamos eligiendo ignorar? Porque la lucha no termina en lo que vemos, sino en cómo decidimos responder.
Reflexiones finales: desnudarse en un mundo de consumo
Al final del día, la historia de Kanye y Bianca resume un aspecto importante de nuestra sociedad: la búsqueda de atención ha eclipsado muchas formas de comunicación auténtica. ¿Es posible que nos estemos desnudando de nuestra propia autenticidad en el proceso? Es más que probable. Mientras tanto, seguimos consumiendo ese contenido que nos deja más vacíos y desconectados que nunca. Así que, te dejo con esto: ¿realmente estamos en control, o somos solo actores en una gigantesca obra donde la trama nunca cesa de cambiar?
Es posible que un día, descubramos que el verdadero desnudo no es físico, sino emocional; la verdadera pregunta es quién está dispuesto a despojarse de capas y mostrarse tal y como es en este caótico circo de la atención. Ahora, si me disculpas, tengo una cita con un gato en Instagram. ¡Hasta la próxima!