La selección española femenina de fútbol hizo historia en el verano pasado al proclamarse campeona del mundo por primera vez. ¡Imaginen esa alegría! La fiesta, los cánticos, el orgullo de llevar nuestro nombre a lo más alto. Sin embargo, cuando los focos brillaban más intensamente sobre el equipo, una controversia eclipsó lo que debería haber sido un momento de pura celebración. Hablamos, por supuesto, del beso no consentido que Luis Rubiales le dio a Jenni Hermoso durante la entrega de medallas. Este suceso no solo llevó al expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) a renunciar, sino que también abrió un poderoso diálogo sobre el consentimiento, el acoso y los derechos de las mujeres en el deporte.

Un momento inesperado

Recuerdo haber visto la entrega de medallas y, francamente, la emoción chorreaba por mis poros. La Roja había logrado algo extraordinario, y mi corazón latía al ritmo de los vítores. Pero luego ocurrió: el beso de Rubiales. No sé ustedes, pero a mí me dio un escalofrío incómodo, como si un pequeño duende estuviera intentando hacerme cosquillas con una pluma. ¿Qué justo acababa de suceder? La alegría se tornó en confusión, y, posteriormente, en furia.

¿Quién en su sano juicio pensaría que un beso, en un momento tan significativo, podría dar lugar a una oleada de escándalos y, peor yet, a una conversación sobre dónde empieza y termina el respeto mutuo? Este incidente no es solo una anécdota desafortunada, sino un símbolo de todas las luchas que las mujeres han tenido que enfrentar, tanto dentro como fuera de las canchas.

La reacción de Jenni Hermoso

La poderosa respuesta de Jenni Hermoso fue un verdadero punto de inflexión. En el reciente documental de Netflix titulado #SeAcabó: Diario de las Campeonas, la futbolista comparte cómo el apoyo de sus compañeras y de otras jugadoras de todo el mundo le otorgó la fortaleza necesaria para denunciar lo sucedido. “Que todas las jugadoras del mundo se involucraran de esta manera a mí me hizo tener fuerza para todo. Eso me dio un superpoder para afrontarlo y para seguir”, afirma Hermoso. Y, sinceramente, no puedo evitar asentar mi cabeza y sentir admiración. Ese tipo de sororidad es lo que necesitamos; es el antídoto contra la injusticia.

Un legado inesperado

¿Qué tipo de legado deja un incidente así? Justamente aquí es donde las cosas se ponen interesantes. Cuando Hermoso decidió poner una denuncia sobre la mesa, no sólo estaba defendiendo su posición. Estaba abriendo la puerta a un debate más amplio sobre el comportamiento inapropiado en los espacios de trabajo, sobre el poder que los hombres pueden ejercer y cómo eso necesita ser confrontado.

Cuando la propia Alexia Putellas, otra gigante del fútbol femenino, comparte en el mismo documental que «la frase de ‘lo que hemos hecho toda la vida’, ya no se hace como toda la vida», está resaltando algo crucial: el contexto de cambiantes dinámicas de poder. ¿Cuántas veces hemos oído esa frase en referencia a actitudes y comportamientos que se han normalizado, pero que ya no son aceptables en el mundo actual? La clave aquí es que las mujeres ya no están dispuestas a aceptar la historia como ha sido escrita; estamos reescribiéndola, un partido a la vez.

Un nuevo enfoque hacia el respeto y el consentimiento

La conversación sobre el consentimiento en el deporte ha explotado gracias a incidentes como el de Rubiales. Cada vez más, se reconoce que la empoderamiento femenino no solo se trata de darles una plataforma a las mujeres, sino también de asegurar que esas plataformas sean seguras y respetuosas. La pregunta entonces es: ¿cómo logramos ese cambio?

Las estructuras de poder en el deporte deben ser revisadas. Las mujeres deben saber que sus voces cuentan, que su bienestar es una prioridad y que, en este nuevo juego, el respeto es una norma inquebrantable. Jenni Hermoso y sus compañeras de equipo están marcando la pauta. Y como bien dice la propia futbolista, «era lo correcto, lo que se tenía que hacer, para que todas las demás circunstancias que han sufrido muchísimas mujeres no llegaran a algo más serio».

Historias que inspiran cambio

¿No es fascinante ver cómo una sola acción puede cambiar un paradigma? Este caso ha resonado no solo en el mundo del fútbol, sino que también ha motivado a mujeres de diversos ámbitos a hablar y actuar en torno a sus propias experiencias con el acoso y la falta de respeto. Quienes aún no lo saben, el mundo está lleno de historias que esperan ser contadas. La historia de Hermoso es solo una entre muchas que debemos escuchar y celebrar.

He hablado con amigas que han experimentado situaciones similares y, a menudo, lo que más les sorprende es la falta de apoyo inicial. Al igual que en el caso de Jenni, la presión social puede ser abrumadora y, a veces, las repercusiones pueden parecer desproporcionadas. Sin embargo, en una era donde las redes sociales permiten la amplificación de voces, la vecindad de nuestras luchas puede convertirse en una fuerza imparable.

La reinvención del fútbol femenino

La selección española femenina no solo levantó un trofeo; también ha dado un paso hacia la igualdad y el respeto. Ahora, más que nunca, el fútbol femenino se encuentra en una curva ascendente en cuanto a atención, apoyo y, sobre todo, dignidad. La conversación está evolucionando. Cada partido que juega la Roja es una oportunidad para enviar un mensaje contundente: el respeto es no negociable.

Un cambio cultural no sucede de la noche a la mañana; es un proceso continuo. Pero cada vez que un nuevo talento entra a la cancha, cada vez que una madre lleva a su hija a jugar al fútbol, y cada vez que se arman debates sobre el consentimiento, estamos un paso más cerca de transformar la narrativa que ha rodeado al deporte femenino.

Conclusiones que nos dejan un sabor a futuro

Probablemente no hay un mejor momento para reflexionar sobre el impacto que estos eventos han tenido y continuarán teniendo. La historia de la selección femenina y el caso Rubiales han marcado un antes y un después en la forma en que se percibe el fútbol femenino en España y en todo el mundo.

La lucha por el respeto, la dignidad y el reconocimiento de las mujeres en el deporte no es solo un tema de actualidad, es una cuestión de derechos humanos que nos afecta a todos. ¿Es posible que un beso no consentido haya sirvido como catalizador de cambio? Parece que la respuesta es un rotundo sí.

Así que la próxima vez que veas a la selección española femenina jugar, recuerda que están haciendo más que competir; están marcando la pauta para un futuro donde la igualdad y el respeto sean valores fundamentales que no solo se jueguen en los estadios, sino que también se vivan en la vida cotidiana.

Hasta entonces, sigamos disfrutando del fútbol, apoyando a nuestras campeonas y recordando que cada acción cuenta en esta larga, pero emocionante, travesía hacia un fútbol más inclusivo y respetuoso.