¿Quién no ha escuchado alguna vez que España es un destino turístico de ensueño? Una mezcla de paisajes impresionantes, cultura rica y una gastronomía que nos hace babear solo de pensarlo. Y, ¡vaya! Parece que la fama no es en vano. En 2024, España ha batido un récord histórico con 94 millones de turistas que han desembolsado 126.000 millones de euros en el país. ¡Sí, lo has leído bien! Pero lo que me gustaría explorar hoy es si este crecimiento es realmente sostenible o si, como una buena siesta a la hora de la comida, estamos a punto de caer en un profundo letargo.
Un crecimiento que deja cifras a la luz y sombras a la sombra
Gabriel Escarrer, el presidente y consejero delegado de Meliá, comparte una perspectiva interesante en la reciente feria turística Fitur. Según sus palabras, el turismo en España ha llegado a una “fase de normalización del crecimiento” tras esos años “horribilis” que experimentamos durante la pandemia. ¿Les suena familiar a los que vivieron el confinamiento? Si alguna vez has hecho una videollamada con amigos, recordando anécdotas del año 2020 mientras mirabas una pared blanca, entenderás de lo que hablo.
Escarrer no es solo un oficial más en la industria del turismo, sino que está al tanto de las complejidades que enfrenta el sector. Para él, el 10% de incremento en el número de turistas extranjeros, hasta llegar a esos gloriosos 94 millones, es motivo de celebración, aunque las cosas no son tan sencillas. Suena casi como un amigo que te lanza buenas noticias, pero, al mismo tiempo, te guiña un ojo para prevenirte sobre los peligros.
¿Cuál es el problema? Bueno, parece que el crecimiento no es solo cuestión de números. Acelerar a este ritmo puede resultar en un aumento de la tensión en las comunidades que, sinceramente, ya han visto suficiente movimiento en el alquiler vacacional. Este es un momento perfecto para recordar aquellas vacaciones de verano donde tus planes de paz y tranquilidad se vieron arruinados por un grupo de turistas ruidosos que decidieron celebrar demasiado. ¡Ah, la ironía de ser parte de ese ‘todo’ que hace nuestra cultura tan vibrante!
El dilema del alquiler vacacional
Escarrer es bastante directo cuando dice que necesitamos “buscar clientes culturales, de congresos, gastronómicos” en lugar de aspirar a esos 100 millones de turistas de modo infinito. ¿Te imaginas que todos estos turistas se quedaran en tu vecindario? Piensa en el ruido, en las fiestas hasta altas horas de la noche y en las escasas oportunidades de encontrar aparcamiento.
En su crítica al auge de las plataformas como Airbnb, Escarrer menciona que el 90% de los pisos turísticos en Madrid carecen de licencia. Tómalo como una advertencia; es como tener una fiesta en casa y, de repente, darte cuenta de que se han colado más de 30 extraños en tu salón.
La gestión de la oferta y la demanda es clave en este momento. Y no solo estoy hablando de la política en torno a las licencias de alquiler; esto también incluye el cómo manejamos la capacidad de carga de nuestras ciudades ante demasiados
turistas. Así como no puedes tener un coche que consuma todo el combustible del mundo, tampoco podemos seguir recibiendo turistas a un ritmo desmedido.
El dilema de los precios: subir, pero con cuidado
En cuanto a previsiones para 2025, Escarrer nos advierte que el escenario se perfilaba hacia una “normalización”. Pero, ¿qué significa esto en realidad? Significa que los ingresos por habitación probablemente aumenten, pero no a ese ritmo mágico de doble dígito al que nos hemos acostumbrado en los últimos tres años. Es como hacer dieta: al principio, pierdes peso rápido y, conforme avanzas, te das cuenta de que todo es más lento y requiere más esfuerzo.
En otras palabras, hemos estado disfrutando de un festín de crecimiento, y ahora nos enfrentamos a la realidad de las calorías adicionales que esas hamburguesas nos han traído. Podríamos estar disfrutando de esos platillos fabulosos, pero también debemos ser conscientes de lo que estamos comiendo, o en este caso, de cómo gestionamos nuestros recursos turísticos.
El cambio climático: el sombrero de copa negro en la fiesta
No podemos hablar del turismo sin mencionar el elefante en la habitación: el cambio climático. Escarrer asume que “nadie sabe el efecto” que tendrá, y eso es honesto. Dependemos en gran medida de eventos impredecibles: huracanes, sequías y un sinfín de sorpresas climáticas que a veces se asemejan a las tramas de una novela de suspenso.
Como buen anfitrión que se preocupa por la seguridad de sus huéspedes, Meliá está implementando reformas siguiendo “los más estrictos controles”. Un momento para admirar, pero no olvidemos que el cambio climático necesita más acción y menos palabras. Y, mientras seguimos recibiendo turistas, debería ser prioridad que los destellos de degradación ambiental no se conviertan en la realidad de nuestros días.
La industria hotelera no solo necesita adaptarse a las exigencias del medio ambiente; necesita que sus huéspedes se sientan cómodos y seguros en todo momento. Para lograrlo, es fundamental ser creativos y encontrar formas de mantener a los turistas sin comprometer la salud del lugar que les acoge.
¿El futuro del turismo en España?
Como dice el refrán, «lo que se da, se recibe». Y España, como un buen anfitrión, ha estado recibiendo a millones de personas que vienen a disfrutar de todo lo que tenemos que ofrecer. Sin embargo, me pregunto: ¿Hasta dónde podemos llevarnos este juego de números? Si seguimos en esta línea, ¿estamos construyendo un futuro sostenible o vamos a acabar con un «más vale que no hubieras venido»?
El sistema necesita un reequilibrio. La promoción de experiencias auténticas y significativas debe ser nuestra prioridad, y no simplemente buscar más turistas por el mero hecho de sumar cifras. Imagina ser un viajero en una ciudad donde cada rincón está diseñado solo para ti, en lugar de ser un número más en la calculadora de ingresos de un hotel. Suena mejor, ¿verdad?
Así que, en lugar de correr tras esos 100 millones de turistas, sería ideal enfocarnos en aquellos que realmente aportan a la comunidad y contribuyen de manera positiva. En resumen, sería destacable que nuestra oferta turística no sea solo un negocio, sino también un enriquecimiento cultural.
Reflexiones finales
A medida que el turismo en España sigue creciendo, es nuestro deber como viajeros y anfitriones encontrar un equilibrio entre disfrutar de todo lo que este hermoso país tiene para ofrecer y proteger su esencia única. A veces, es bueno recordar que menos es más. ¿Quién necesita 100 millones de turistas si podemos disfrutar de la calidad sobre la cantidad?
Así que, en la próxima edición de la feria de turismo, mientras escuchamos estadísticas que nos dejan boquiabiertos, tomemos un momento para preguntarnos: ¿realmente queremos seguir este camino, o es momento de ajustar la dirección hacia un futuro más sostenible? Al final del día, la calidad de nuestras experiencias será lo que nos invite a regresar, y eso, amigo mío, vale más que cualquier cifra en el tablón de anuncios de un hotel.