La adolescencia. Esa etapa fascinante y aterradora que puede hacerte sentir como si estuvieras navegando en un barco en medio de un huracán. Si alguna vez te has hecho la pregunta, «¿por qué tengo la sensación de que he perdido completamente el control sobre mi hijo?», te invito a quedarte un rato, porque hoy vamos a desentrañar ese misterio que parece complicarse con cada generación.

En este viaje al corazón del tema, abordaremos desde los retos diarios de los padres hasta las palabras sabias de expertos como Sara Desirée Ruiz, educadora social, madre e inspiradora de aquellos que buscan entender a sus adolescentes.

Los desafíos de la crianza en la adolescencia: más que una fase

Así como un adolescente se enfrenta a su transformación, los padres también estamos en constante metamorfosis. Esto me hace recordar una anécdota personal. Recuerdo una vez, cuando mi hija adolescente decidió que necesitaba un nuevo peinado, y optó por rasurarse una parte de la cabeza. No voy a mentir, tras el primer shock, me acordé de los días en que yo también quise ser único, añadiendo un color imposible a mi cabello. Pero, ¿cuánto de esa transformación es realmente una búsqueda de identidad y cuánto es pura rebeldía?

La adolescencia es una etapa llena de ciclogénesis explosiva, como lo describe Ruiz. Sin embargo, a pesar del caos, también es un momento crítico para establecer conexiones significativas. El entendimiento, la empatía y el amor son las herramientas más poderosas que podemos tener en nuestro arsenal como padres.

El libro que todos los padres deberían leer: «En esta casa mando yo, y punto»

Uno de los recursos más valiosos que he encontrado es la última publicación de Sara Desirée Ruiz, «En esta casa mando yo, y punto». Este libro parece un manual de instrucciones para sobrevivir a la tormenta. Si bien no hay un manual perfecto para criar adolescentes, el enfoque de Ruiz nos brinda herramientas útiles para limitar y guiar sin romper esos lazos tan frágiles.

Al leer sus palabras, parece como si hablara directamente a nuestra situación, instándonos a resistir la tentación de soltar la famosa frase: «¡Mientras vivas en esta casa…!» ¡Como si eso hubiera funcionado en nuestra propia adolescencia! Si tu hijo adolescente te responde a eso con un suspiro y un rodar de ojos, no te sientas mal, es una respuesta casi universal.

Cómo establecer límites sin perder el vínculo: apliquemos el sentido común

Quizás uno de los consejos más prácticos y a la vez sencillos que se pueden extraer del libro de Ruiz, y que me ha funcionado en casa, es tratar a los adolescentes como personas con opiniones válidas. Es un concepto que se siente tan obvio, pero ni siquiera se me había ocurrido, y aquí es donde la trama comienza a desenredarse.

Hablemos sobre los gritos y los castigos

Es normal que los padres lleguen cansados del trabajo y, al ver la casa hecha un desastre, recurran a gritos que podrían asustar hasta al perro del vecino. Pero, ¿realmente soluciona algo? Ruiz sostiene que los gritos no son la respuesta; más bien, son un boleto directo a un ciclo vicioso donde los adolescentes terminarán replicando ese comportamiento.

La próxima vez que sufras un ataque de ira por un plato que no ha sido fregado, recuerda: un adolescente está en una montaña de emociones y es probable que no registre ese comportamiento como un asunto de vida o muerte, como nosotros. ¿Te gustaría que alguien te gritase por no haber fregado un plato? Imagínate la respuesta, eso sí, con un poco de respeto en la mesa.

¿Generación de cristal o diamantes en bruto?

Sara Ruiz desafía el mito de que nuestros adolescentes son una «generación de cristal». En su lugar, los describe como «diamantes» en formación. Esta es una perspectiva refrescante, especialmente en una época donde todos parecen estar culpando a las redes sociales por los problemas de la juventud.

¡Qué gran metáfora! Los diamantes necesitan presión para formarse, y de alguna manera, esta perspectiva nos ayuda a ver a nuestros hijos con un poco más de humanidad. En lugar de considerar su sensibilidad como una debilidad, quizás debamos abrazarla como un indicativo de su fuerza interior.

La importancia de escuchar y de validar sus emociones

El espacio de conversación se vuelve tan crucial. «¿Cómo te sientes hoy?», «¿qué tal en la escuela?» Son preguntas sencillas que pueden abrir la puerta a conversaciones más profundas. Alvalidar sus sentimientos, aligera la carga de su camino hacia el autodescubrimiento.

Recuerdo una vez que mi hijo me confesó que no quería ir a la fiesta de cumpleaños de un compañero. En vez de obligarlo a ir, lo escuché. Resultó que se sentía abrumado y no quería socializar ese día. La lección fue clara: a veces, solo desean ser escuchados y comprendidos.

Las negociaciones son la clave de la convivencia

Sara hace hincapié en que negociar es esencial. ¿Cuántas veces has pensado que pones límites solo por el hecho de que «yo soy el padre»? ¡Porque, seamos honestos!, eso no le importa a un adolescente. Debemos acordar límites que sean razonables y que hagan sentido para ellos.

Imagina que estás organizando un paseo en auto. Todos deberían poder decidir a dónde ir. Si no se les da la oportunidad de participar en la decisión, probablemente rechazarán ir, incluso si es a un destino maravilloso.

Desde el desorden a la organización: un viaje de pequeños pasos

Un consejo interesante que propone Ruiz es el enfoque sobre el desorden de su habitación. Mucho de lo que parece caos es en realidad un reflejo de cómo están procesando sus pensamientos y emociones. En lugar de entrar como tornado para marcar territorio, propón una conversación sobre la organización. ¿Te imaginas lo que sería poner un límite de recogida de la habitación cada sábado?

No olvides que la salud mental cuenta

En un mundo donde la salud mental puede pasar desapercibida, especialmente para los adolescentes, es esencial tener conversaciones abiertas al respecto. Sara menciona que es un triunfo que hablen de ansiedad y depresión, aunque muchos adultos todavía entienden eso como una señal de debilidad. No se trata de ser flojos, se trata de ser conscientes.

En mi experiencia, al tener una conversación sobre salud mental, he notado que los adolescentes siente un gran alivio al poder compartir sus temores y ansiedades. Cuando empezamos a ver eso como una solicitud de ayuda, el camino se vuelve más claro.

El contexto actual: un mar de incertidumbre

La pandemia de COVID-19 ha dejado una huella significativa en la salud mental de nuestros adolescentes. Con la ansiedad como una sombra que acecha, debemos ser más receptivos a sus emociones. Según expertos, tanto el clima familiar como el ambiente en el que se mueven son factores determinantes en su bienestar.

La pregunta es: ¿qué estamos haciendo para fomentar un entorno saludable? Es hora de que nos comprometamos a abrir esas puertas de comunicación y demostrar apoyo en todo momento.

Conclusión: una travesía hacia la comprensión

Criar a un adolescente puede parecer un desafío insuperable. Pero al final del día, somos parte de su viaje hacia el autodescubrimiento, y ellos son parte de nuestras vidas de maneras que nunca imaginamos. El cambio es un viaje de mil millas que comienza con un solo paso.

Así que la próxima vez que te sientas abrumado por sus decisiones, o que te prepares para dar ese discurso sobre las normas de la casa, tómate un momento. Respira, recuerda que cada momento cuenta y que la adolescencia, aunque caótica, es también una oportunidad. No se trata de ser perfectos, sino de ser reales y de crecer juntos, como una familia.

Al final, lo importante es brindarnos la oportunidad de conocernos más profundamente. Porque al final, ¿quién no necesita un poco de apoyo en este viaje de locura llamado vida?

Ahora, la pregunta es: ¿estás listo para dar el primer paso? ¡La adolescencia no tiene por qué ser un camino solitario!