Una vez más, el ciclo electoral está en marcha y, como un viejo amigo que vuelve de visita, Donald Trump ha regresado al centro de atención de la política estadounidense. ¿Pueden creerlo? El mismo tipo que prometió «hacer a América grande otra vez» en 2016 ha evolucionado—o quizás más bien, ha reversionado—su enfoque electoral. Sin embargo, esta vez hay un giro interesante: ¡la retórica obrerista ha desaparecido casi por completo! ¿A dónde se fue esta vez? Vamos a desglosar sus nuevas propuestas y qué dicen sobre los planes futuros de este ex presidente.
La evolución de la campaña de Trump: del obrerismo a la austera retórica
Comencemos con un recordatorio de lo que solía prometer Trump en 2016. Quizás recuerden cuándo hablaba de impuestos más justos, de frenar a los hedge funds y de apoyar a la clase trabajadora. Aquel Trump prometía eliminar el “carried interest”, ese pequeño truco que permite a los inversores de fondos de private equity pagar menos impuestos. Pero ahora, con su nueva campaña, se ha despojado de esa narrativa. ¿La razón? Mmmm, quizás porque no es muy amigable con sus amiguetes de Wall Street.
En lugar de centrarse en la clase trabajadora, Trump ha trazado cinco objetivos principales: aislacionismo, recortes de impuestos a los ricos y a las empresas, toma de la administración pública con sus leales, aranceles, y, por supuesto, deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados. ¡Vaya cambio de dirección! Es como si Trump se hubiera olvidado de dónde había puesto su sombrero de mago, porque ahora le resulta más fácil prometer cosas que no están muy alineadas con su pasado.
Aislacionismo: ¿Un regreso a la era pre-globalización?
Uno de los aspectos más destacados de su campaña es su postura aislacionista. Especialmente en lo que respecta a Ucrania. ¿Recuerdan cuando Trump dijo que no podía permitir que Estados Unidos siguiera metiéndose en conflictos ajenos? Ahora, parece que ha ampliado esa idea para incluir el abandono de Ucrania. ¿Es esta una estrategia diplomática? O, mejor dicho, ¿es una estrategia para hacernos olvidar que en el pasado se metió con el enredo de Rusia y Ucrania?
Para muchos, esta postura va a resultar un poco sorprendente. ¿Acaso olvida Trump las necesidades de un antiguo aliado? Pero aquí estamos, asistiendo a una presentación cada vez más como un show de cabaret político.
Recortes de impuestos: en la dirección hacia la desigualdad
Pasemos a los recortes de impuestos, un tema sobre el que Trump ha tenido un amorío, por así decirlo, desde hace tiempo. Esta vez, su plan incluye bajar el Impuesto de Sociedades al 15% desde el 21%—vamos, ¡una oferta irrefutable para aquellos en la cúspide del mundo financiero! A esto solo le podría llamar una especie de “Toma de riqueza 101”.
Es inevitable preguntar: ¿Quién se beneficia realmente de esto? ¿Tú? ¿Yo? Mmmm, probablemente no. Más bien parece que el dinero irá a sus amigos en Wall Street. Resulta que el déficit público de los EE. UU. ya ha alcanzado el 7% del PIB. Así que, añadir más recortes fiscales suena un poco como tratar de llenar una piscina con una manguera rota.
La administración pública: contratando leales en lugar de competentes
Y hablando de manejar el gobierno, Trump ha mencionado su deseo de «controlar la Administración Pública». Me gustaría ver el manual que está siguiendo, porque eso suena más a un reality show que a una administración seria. Algo así como «¿Quién es el empleado de la semana?» Las opiniones varían, pero muchos creen que su plan de crear 30,000 nuevos puestos políticos de confianza… bueno, eso parece llevar a una interesante “Politicización 2.0” de la burocracia.
En este punto, la pregunta es: ¿quién realmente quiere ver a sus amigos y aliados en posiciones de poder? ¿No se supone que el gobierno debería contratar a las personas más capacitadas, independientemente de su lealtad a una figura política? Y poner al “rey de los desahucios” y al “rey de las cancelaciones” en su gabinete no ha hecho más que intensificar las dudas sobre su compromiso real con el bienestar de la clase media y trabajadora.
Aranceles: el dilema de los comerciantes
Ah, los aranceles. ¡Qué tema! Trump ha prometido imponer tarifas que son más altas que las cifras que verías en una tienda de antigüedades. Con un 20% de aranceles para el mundo y un 76% para México. Es evidente que su intención es proteger a los trabajadores estadounidenses, pero, ¿realmente cree que se saldrá con la suya con un Congreso dispuesto a enfrentarlo?
La historia nos dice que esas medidas han llevado a aumentos de precios que suelen caer sobre los mismos ciudadanos que dicen querer proteger. ¿El precio de una caja de tomates en el supermercado? Podría adivinarse que se dispararía, y probablemente la gente le preguntaría a Trump en el camino hacia el checkout: «¿En serio, esto es lo que prometiste?»
¿Y qué hay de la deportación masiva de inmigrantes?
Finalmente, llegamos a la deportación de 11.5 millones de inmigrantes indocumentados. Es un gran número, pero a estas alturas, muchos se preguntan si esto es realmente posible. ¿Dónde se llevarían a todos esos trabajadores necesarios en la economía de EE. UU.?
Imaginemos un escenario en el que Trump realmente lograra hacer esto: el sector agrícola se hundiría, los restaurantes cerrarían y, bueno, ¿quién se encargaría de hacer todos esos trabajos considerados «menos que»? La ironía es que muchos de esos trabajos son realizados por personas que trabajan duro, y los casos incluyen incluso restaurantes que Trump frecuentaba. Es un razonamiento que nos deja pensando. Así que, en lugar de la gran deportación de sus fantasías, quizás deberíamos estar más enfocados en cómo equilibrar las necesidades del país ante los desafíos de la economía actual.
Reflexiones finales: entre la retórica y la realidad
Mientras analizamos estas nuevas promesas de Trump, hay que tener claro que lo que prometen no siempre es lo que se traduce en resultados reales. A menudo, se trata de palabras seductoras que cautivan a sus seguidores, pero que pueden no tener fundamento en la realidad en la que se encuentra la nación.
Es una verdad universalmente conocida que la política no siempre sigue una línea lógica. Estamos en un momento en el que reconfigurar tendencias es más importante que nunca, pero también hay un fin último en el que los resultados se traducen en acciones que afectan a la vida de millones de personas.
Así que, mientras seguimos las peripecias de Trump, solo podemos preguntarnos: ¿estamos realmente listos para lo que viene? Los próximos meses serán decisivos para Estados Unidos y, a la luz de estas nuevas propuestas, parece que la política volverá a estar llena de sorpresas. Y, dado el estilo de Trump, podemos esperar que sean sorpresas impactantes.
Si hay algo que hemos aprendido de la política es que, al final, el verdadero cambio proviene de lo que se hace, no de lo que se dice.