El 5 de noviembre de 2024 es una fecha marcada en el calendario de muchos, y no sólo en Estados Unidos. Mientras los estadounidenses se preparan para elegir a su próximo presidente, en la Unión Europea (UE) se vive un verdadero torbellino de inquietudes y esperanzas. ¿Quién será el elegido: Donald Trump o Kamala Harris? Y, más importante aún, ¿cómo afectará esta elección a las relaciones transatlánticas?
Permíteme llevarte en un viaje conversacional y reflexivo a través de los entresijos de estas elecciones, salpicado con un poco de humor, anécdotas personales y una pizca de empatía hacia las diversas opiniones que existen. Después de todo, el mundo de la política es un campo de minas donde a menudo uno se encuentra con amigos inesperados y enemigos ocultos.
La complejidad de las relaciones transatlánticas
Desde hace décadas, Europa y Estados Unidos han sido vistos como socios naturales. Sin embargo, tal como señala el analista Pedro Soriano, esta relación a menudo se percibe de manera superficial, casi como una de esas amistades que parecen perfectas en Instagram, pero que detrás de las cámaras es un poco más complicada. Aunque ambos comparten ciertos valores fundamentales, las percepciones de «sociedad» en Washington y «dependencia» en Bruselas presentan un desequilibrio que puede intensificarse con la llegada de un nuevo presidente.
Permíteme ser honesto aquí, como europeo que ha pasado tiempo en América: salir de la zona de confort es aterrador, pero también puede ser muy emocionante. Una vez me encontré en un encuentro de networking en Nueva York donde, a pesar de los nervios, hablé de política con un grupo de desconocidos mientras intentaba no derramar mi café en la elegante alfombra del lugar. Este tipo de interacciones es lo que facilita un mejor entendimiento entre culturas, incluso si en la superficie parecen chocantes.
Trump y las lecciones aprendidas
La posibilidad del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca trae consigo una cierta dosis de ansiedad. Aunque no se puede subestimar la capacidad de sorpresa que este ex-presidente puede ofrecer, su estilo autoritario plantea preguntas inquietantes. Soriano advierte que, si Trump regresa, sería «un retorno al pasado», pero sin novatadas. La experiencia de su primer mandato podría servir a Europa para navegar la tormenta que se avecina.
Recuerdo una vez que un amigo me hablaba sobre una pareja que constantemente se peleaba pero siempre regresaban juntos. «¡No importa lo mal que lo pasen, siempre vuelven!», decía entre risas. La situación de Europa es similar: ha aprendido a lidiar con los caprichos de Trump, pero ¿es sano volver a jugar a la ruleta política?
Harris y la continuidad
Por otro lado, Kamala Harris representa una opción más tranquila. Siendo más continuista con las políticas de Joe Biden, las expectativas en la UE serían que la relación se mantenga casi intacta. Con ella, el apoyo a Ucrania y el comercio seguirían en primer plano. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿es eso suficiente?
Podríamos compararlo con ese momento incómodo en una cena familiar, donde todos se sientan a la mesa esperando que nadie saque el tema tabú. Con Harris, probablemente no habrá explosiones, pero puede que tampoco haya avances significativos. En cualquier caso, Europa necesita contar con una estrategia, independientemente de quién gane.
Europa ante el inminente cambio
La UE no es una espectadora pasiva en este escenario. De hecho, se ha anticipado a las elecciones creando un grupo de expertos para analizar cada posible resultado. Pregúntate, ¿no se deberían preparar los amigos para cualquier escenario, incluso para el peor? Mientras tanto, Bruselas también está reinventándose con un Parlamento más dividido y una agenda que incluye retos como la industria y la defensa.
Sin embargo, a este proceso lleva tiempo y ningún bloque político se siente completamente seguro, especialmente cuando se habla de defensa. La UE ha vivido décadas de desventaja en este ámbito, algo que con Harris podría no cambiar de inmediato. La preocupación por un resurgimiento del proteccionismo es palpable.
Ucrania en el centro del debate
La guerra en Ucrania se ha convertido en el eje central de la política externa de Estados Unidos y, por ende, de la UE. Tanto Harris como Trump han dejado claras sus posturas sobre este conflicto, pero con matices diferentes. Trump tiende a sugerir que podría resolver la situación rápidamente, un enfoque que humanamente podría ser llamativo —lo que daría un giro cómico al conocido dicho de «la diplomacia es el arte de mentir sin dejar de ser creíbles»—, pero ¿realmente se puede hacer eso sin consecuencias?
Con Harris, parece que el soporte a Kiev continuaría, pero siempre bajo la misma premisa de que cada uno debe asumir su parte de responsabilidad. Aquí es donde creo que debemos ser empáticos con ambos lados, y, sin entrar en detalles políticos, recordar que las vidas humanas en juego deberían ser nuestra máxima prioridad.
¿Qué nos depara el futuro?
Entonces, a medida que se acerca el gran día, las preguntas se multiplican. ¿Cuál es la mejor opción para la UE? ¿Un Trump con experiencia o una Harris que promete continuidad? La respuesta puede no ser sencilla, y como muchas cosas en política, el tiempo nos lo dirá.
La realidad es que aunque Europa desea que todo siga igual, sabe que el cambio es inevitable y que debe adaptarse. Algo que aprendí por las malas, tras un valioso viaje en el que intenté explicarle a un amigo estadounidense que las tapas eran más que un simple aperitivo (¡nunca subestimes el poder de un buen* patatas bravas*!), es que a veces, no hay botón de retroceso en las decisiones políticas.
Si Trump regresa, se debe estar preparado para una nueva ola de desafíos que podría requerir que Europa se vuelva más autónoma en defensa y en el desarrollo de su industria. Y si Harris gana, aunque la calma pueda reinar, no debe considerarse un terreno fértil, ya que la UE seguirá luchando por sus intereses entre sus propios miembros.
Conclusión
El 5 de noviembre de 2024 no es solo una fecha para los estadounidenses. También es un punto de inflexión para Europa. La elección entre Trump y Harris es menos sobre personalidades y más sobre modelos de gobernanza y futuras estrategias. ¿Estamos listos para abrazar el cambio? Esa es la pregunta que queda en el aire y que, sin dudas, permanecerá vigente mucho después del conteo de votos.
En fin, esta historia política está en desarrollo y, como siempre en la vida, nos presenta oportunidades. La UE, como un buen amigo, aprenderá a adaptarse y a evolucionar, incluso si el presidente estadounidense da un giro inesperado.
Así que, mientras esperas ver quién emerge como líder en esta nueva era, quizás sea un buen momento para reflexionar sobre tus propias alianzas y relaciones. Nunca se sabe cuándo la política —o la vida— puede sorprenderte con giros inesperados. ¡Y si todo falla, siempre puedes organizar una cena con tapas para aliviar un poco la tensión!