Desde hace años, las Islas Canarias se han convertido en un punto crucial en la ruta migratoria hacia Europa. Sin embargo, la situación actual es insostenible y se ha transformado en una crisis humanitaria sin precedentes. El presidente de Canarias, Fernando Clavijo, no ha perdido la oportunidad de alzar la voz, y con razón. Ante el ahondado silencio del Gobierno central, se plantea una pregunta que, a estas alturas, suena más que lógica: ¿hasta cuándo seguiremos ignorando el sufrimiento humano en nuestras costas?

La realidad de la migración en el mar

Recientemente, Clavijo expresó su desesperación tras conocer que más de 50 inmigrantes habían perdido la vida en solo seis días en la llamada Ruta Canaria. Imaginen que estábamos en una cena familiar. De repente, alguien se levanta y dice que han muerto 50 personas en un accidente. ¿Qué haríamos? ¿Nos quedaríamos callados, mirando nuestro plato como si no fuera con nosotros? Eso es precisamente lo que parece estar sucediendo con la comunidad migrante en las islas.

Clavijo no solo señaló la falta de comunicación por parte del Gobierno de España, sino que, en un toque de ironía, mencionó que hasta el Papa ha elogiado la solidaridad de Canarias. Es como si nuestro buen comportamiento mereciera un aplauso, pero aún así, nadie se digne a ayudar cuando la situación se vuelve crítica. ¡Difícil de creer, verdad?

La llegada masiva de migrantes

A pesar de la crisis sanitaria y económica generada por la pandemia de COVID-19, las llegadas no han cesado. Desde el 1 de noviembre hasta la fecha, más de 3,600 personas han sido rescatadas en las costas canarias, a menudo viajando en condiciones inhumanas a bordo de pateras y cayucos. Esto nos enfrenta a un dilema moral: ¿podemos cerrar los ojos mientras nuestros semejantes arriesgan sus vidas por un futuro mejor?

Un grito en el desierto: el reclamo de Fernando Clavijo

El presidente de Canarias cuenta que ha intentado, en múltiples ocasiones, establecer un diálogo con el Gobierno central para abordar esta emergencia. «Así no se puede seguir», afirma Clavijo, aludiendo a la inacción del Gobierno y la falta de recursos. Pero la pregunta que queda en el aire es: ¿es suficiente la indignación, o necesitamos acción?

Sentir empatía por los que sufren es fácil, pero el verdadero reto es pasar de las palabras a los hechos. Es como encontrar esa excusa perfecta para no ir al gimnasio. Todos lo sabemos, pero al final, el sofá parece mucho más atractivo. A veces, como sociedad, parece que preferimos el sofá.

La política migratoria: un laberinto sin salida

Clavijo también mencionó un punto crucial: Frontex, la Agencia Europea de Fronteras, sigue «sin desplegarse» en las islas. ¡Qué sorpresa! Aparentemente, aquellos que deberían estar encargándose de la situación aún no han llegado. Este tipo de burocracia parece una escena de una mala comedia en la que los protagonistas esperan el tren, que nunca llega.

Pérdidas trágicas, historias humanas

Detrás de cada cifra y cada estadística, hay rostros y nombres. Cada uno de esos desaparecidos tiene una historia, una familia que los espera y un sueño que perseguían. ¿No nos merecemos todos un poco de interés en nuestras historias?

El hecho de que estas muertes se vean como «naturales» es un insulto a la dignidad humana. La migración nunca debería considerarse una estadística; debería ser un llamado a la acción. Es como si cada uno de esos 50 fallecimientos marcara una grieta más en el puente de la humanidad.


La burocracia y sus muelas

Es fácil señalar el dedo a los líderes y gobiernos y gritar, “¡Hagan algo!” Pero, ¿alguna vez se han parado a pensar en la complejidad de la burocracia? Es peor que tratar de seguir el hilo de un episodio de una serie de Netflix que no comprendes del todo. ¡Es un laberinto! Entre tratados internacionales, burocracias nacionales y desgastantes discusiones sobre cuotas y recursos…

Clavijo apela a que se necesita una política migratoria clara. Un punto interesante, pero… ¿no deberíamos haber tenido eso desde el principio? ¿Acaso no es un poco irónico que en el siglo XXI todavía estemos lidiando con problemas tan arcaicos?

¿Y qué pasa con Europa?

Claro, a veces la presión recae en el Gobierno español, pero ¿dónde está Europa en todo esto? La falta de una respuesta colectiva de la Unión Europea es desconcertante. Los países vecinos pueden cerrar los ojos ante la situación, pero eso no hace que desaparezca. Es como intentar tapar el sol con un dedo.

¿Qué necesitamos para que el resto de Europa entienda que la crisis migratoria no es un problema de solo un lugar? La solidaridad no debería ser una opción; debería ser un deber.

La empatía y el camino a seguir

Una crisis humanitaria como la que enfrentan las Islas Canarias no debería ser algo que pasemos por alto. Necesitamos tomar un paso hacia adelante, no solo como canarios, españoles o europeos, sino como seres humanos.

La falta de interés por parte de los grandes poderes del Estado no debería dejar que la historia se repita. En la medida que reconocemos y validamos las historias de quienes arriesgan todo por llegar a nuestras costas, también validamos nuestras propias historias.

¿Cómo podríamos ayudar? La respuesta puede estar en la educación, la sensibilización y la acción comunitaria. Siempre he creído que el cambio comienza en casa. Puede ser tan simple como involucrarse en organizaciones locales que apoyen a estos migrantes o, más difícil aún, abrir nuestra mente y nuestro corazón para tratar de comprender lo que están pasando.

Un llamado a la acción

La invitación está sobre la mesa. Canarias necesita tu ayuda. Cada voz cuenta, y cada acción, por pequeña que parezca, puede hacer la diferencia. Pensemos en lo que cada uno de nosotros puede hacer y actuemos en consecuencia.

En un mundo donde las redes sociales son un arma de doble filo, podemos utilizar este poder para amplificar las voces de aquellos que están luchando. No se trata solo de escribir un tuit y olvidarse, se trata de ser parte de una comunidad que se preocupa.


Reflexiones finales

La crisis humanitaria en las Islas Canarias no es solo una historia distante; es un recordatorio de nuestra humanidad compartida y de la necesidad de solidaridad, apoyo y acción. Fernando Clavijo puede gritar desde el corazón de Lanzarote, pero, como si fuéramos un coro desafinado, ¿quién está escuchando realmente?

La migración es un tema complejo, lleno de matices y realidades duras. La primera respuesta debe ser la compasión, seguida de la acción. ¡Y no! No tiene que ser perfecta, pero tiene que ser real. Tal vez no tengamos todas las respuestas, pero si empezamos a hacer preguntas, quizás se inicie un diálogo.

Las Islas Canarias fueron un ejemplo de solidaridad en el pasado. Ahora, es tiempo de que el resto del gobierno español y la comunidad europea se unan para no dejar a estos individuos solos en la búsqueda de una vida mejor.

Así que ahí lo tienen, amigos: un llamado a no ignorar. Un llamado a no acostumbrarnos al sufrimiento ajeno. Después de todo, lo que sucede en las islas puede parecer lejano, pero busquemos recordar que somos parte de una comunidad más grande. Y si todos ponemos un pequeño escalón, juntos podemos construir un puente hacia un futuro más prometedor.

Esto no es solo una crisis de migración, es una crisis de humanidad. ¿Estás listo para escuchar?