Cuando se habla de crianza, parece que hablo de un tema reservado para expertos, aquellas figuras veneradas en las charlas de café entre padres y madres. Pero la realidad es que todos, en algún momento, nos hemos visto navegando en las turbulentas aguas de la paternidad. Desde el llanto inexplicable de un recién nacido hasta la rebeldía adolescente, la crianza es un viaje lleno de sorpresas, ansiedades y, por supuesto, numerosas preguntas.

Nora Kurtin, al frente de Sapos y Princesas durante más de dos décadas, llega a nuestro rescate con su nueva guía Crianza activa. 0-3 años. Este libro no solo aborda 250 de esas preguntas que nos atormentan en la intimidad (ejemplo: “¿Deberíamos invitarlos a las fiestas de cumpleaños o solo a las cenas?”), sino que también nos ofrece una brújula en este mar de información abrumadora. Hoy te propongo explorar juntos algunos de los conceptos más fascinantes que presenta Kurtin, incorporando mi propia experiencia y algunas pinceladas de humor para navegar estos temas.

La sobreinformación: nuestro fiel compañero

La crianza hoy es diferente a la de nuestros padres. No porque antes no tuviéramos preocupaciones, sino porque hoy somos bombardeados por información constantemente. ¿En qué momento pasar de buscar un tutorial rápido en YouTube a sentir que se nos viene el mundo encima por no tener un plan de acción perfecto para los cólicos del bebé? A veces parece que estamos compitiendo por el «premio al padre más informado.»

Y, claro, entre Instagram, TikTok y las eternas charlas con amigos, uno empieza a cuestionar: «¿De verdad necesito saberlo todo sobre el llanto de mi hijo o puedo simplemente intentar calmarlo como lo hacía mi madre?» La respuesta, querido lector, es complicada. Nos encontramos atrapados en una espiral de información y, aunque el conocimiento es poder, también puede ser un estorbo.

¿Alguna vez has tenido esa sensación de ingresar a una búsqueda de internet sobre crianza y salir con más preguntas que respuestas? ¡Me ha pasado! Un día decides buscar sobre la alimentación de bebés y terminas tratando de descifrar el código de conducta de un niño de tres años.

Nora nos recuerda que la esencia de la crianza es reconectar con nuestro instinto: “¿No confiamos en nuestro instinto o es que lo tenemos dormido?” Es un buen punto, ¿verdad? Muchos de nosotros tal vez necesitamos sacudirnos el “qué dirán” y volver a escuchar lo que nuestras entrañas nos están diciendo.

La crianza activa: más que estar, conectar

Hablar de crianza activa significa ir más allá de la mera presencia física. Kurtin lo dice genial: “La presencia física por sí misma no funciona”. Y es verdad. ¿Cuántas veces hemos estado en el mismo cuarto que nuestros hijos, pero perdidos en nuestro teléfono? ¿Realmente estamos ahí, o sólo estamos ocupando espacio?

Un anecdótico momento que me persigue es el de esa vez que mi pequeño hijo comenzó a contarme algo fascinante sobre su dibujo. Yo, absorto en mi pantalla, respondí con un “Sí, cariño, claro” sin siquiera mirar. A los cinco minutos, giré la vista y el niño ya había perdido la emoción de su historia. ¡Ups! Al fin y al cabo, somos seres humanos intentando hacer nuestro trabajo y, a veces, también queremos escaparnos a las redes sociales.

El enfoque de Kurtin incita a educar con el ejemplo. ¿Cómo podemos pedirles que lean si, en el fondo, los únicos libros que ven en casa son los de su mascota? Es crucial ofrecerles un ambiente donde se valore la lectura, donde el interés por aprender sea contagioso. Si nuestros hijos nos ven con un libro, por lo menos se preguntarán: “¿Qué demonios está leyendo papá/mamá que es tan intrigante?”.

De este modo, conectar con nuestros hijos implica hacer un esfuerzo consciente por involucrarnos en sus vidas. No se trata solamente de estar físicamente presentes, sino de ser parte activa de sus sueños y pensamientos.

El eterno debate sobre las pantallas

Entrando en el mundo de las pantallas, si hay algo en lo que la comunidad de padres parece unirse, es en una especie de lamento colectivo. “¡Mira a tu hijo! ¡Tiene solo tres años y ya sabe usar Netflix mejor que tú!” Esto puede resultar gracioso, pero también es inquietante.

Kurtin y los expertos coinciden en que nada de pantallas antes de los dos años. Y yo, como padre que ha caído en la trampa de usar una tablet como pacificador, me siento intrigado y al mismo tiempo culpable. ¿Es fácil decirlo, pero difícil aplicarlo? Definitivamente. La realidad es que, a veces, los padres estamos tan agotados que un poco de calma parece una pequeña victoria en nuestra búsqueda de tranquilidad.

Pero aquí está la clave: “Hay que limitar las pantallas.” En el fondo, sabemos que el mundo digital es una parte inevitable de la vida, pero establecer límites es crucial. Enseñar a nuestros hijos desde pequeños sobre el uso consciente de la tecnología puede ser una de las mayores lecciones que les regalemos. También podemos recordarles que no queremos vivir en el oásis de las pantallas; hay un mundo por explorar, lleno de aventuras.

La presión de la maternidad: compartir la carga

Maternidad y sus múltiples caras: amor, cansancio, frustración. Y, ¿por qué no? Un sweet spot lleno de expectativas imposibles. Uno podría pensar que ser madre es un deporte de equipo, pero aún hoy, muchas mujeres son las que cargan con la mayor parte. Al hablar con Kurtin, entendí que el papel de los padres debe ser empatizado y compartido.

La presión que sienten las madres puede ser abrumadora. Las actividades extracurriculares, las cenas, los cumpleaños, la logística… ¡Es como si tuvieran que gestionar una pequeña empresa! Y muchas veces, sus parejas se convierten en pasajeros en lugar de copilotos.

“Se dice que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus”, se ríe Kurtin cuando abordamos el tema de cómo los padres pueden y deben involucrarse más. Así que, bien es hora de que nuestros maridos y parejas entren en el juego, ¿cierto? La responsabilidad es de ambos. Después de todo, la crianza es una experiencia de vida, y no un torneo donde ambos titanes luchan por llevarse el oro: es un esfuerzo conjunto.

La educación en un mundo de presión

La crianza no se limita a tratar de definir qué tipo de calorías consume un niño en un almuerzo o qué zapatos le compramos. También se trata de darles herramientas para enfrentarse a la vida. Hay algo que Kurtin menciona que resonó profundamente en mí al mencionar la educación: «La vida es decidir y equivocarse y aprender». Esta simple frase encierra un universo de comprensión.

A veces, tratamos de proteger a nuestros hijos de cualquier tipo de sufrimiento o error, cuando en realidad lo que deben experimentar son las consecuencias de sus decisiones. Es el momento de enseñarles a evaluar opciones, a ser responsables de sus acciones. Mis propios padres, ante un mar de decisiones, me dejaron experimentar mis fracasos sin ningún tipo de refugio. Y sabes, de ahí aprendí lecciones que no tienen precio.

Es primordial recordar que educar implica enseñar a tomar decisiones. En lugar de refugiarse en un mar de opciones, démosles la oportunidad de vivir situaciones reales. Elegir entre dos alternativas les dará una sensación de autonomía, y eso es crucial para su desarrollo como personas.

La reflexión sobre la sociedad actual: ¿anti-niños?

Y finalmente, otro punto candente que surge en vastos debates: ¿somos una sociedad que no tolera a los niños? Las interrupciones en un restaurante, los llantos en aviones y la política de “adultos únicamente” en eventos han creado una atmósfera de exclusión que requiere urgentemente una revisión social.

Si dejas que el perro entre a un local pero pones restricciones para los niños, ¿estamos reparando más los espacios para las mascotas que para las familias? Lo chistoso es que, en uno de esos eventos solo para adultos, la tensión entre las miradas de padres y no padres puede ser palpable.

Tal vez es momento de re-evaluar cómo interactuamos con los más pequeños en espacios públicos y de hacerlo desde el respeto y la empatía. Porque, al final del día, también somos parte de la comunidad.

Tal vez, una pregunta final para dejarte pensando: ¿qué mensaje realmente queremos enviar sobre la crianza y nuestros niños? ¿Está la diversión y la aventura completamente reservada para adultos? Definitivamente no, y por su puesto, tampoco debe serlo.


Con esto, te invito a reflexionar sobre tu propia experiencia en la crianza y la forma en que abordamos la paternidad en un mundo lleno de información y expectativas. Crianza activa no es más que un recordatorio de que, a pesar de la sobreinformación, lo fundamental es seguir reconectando con nuestra intuición y disfrutar cada etapa con nuestros hijos. Porque al final del día, ellos solo quieren nuestra atención y amor, y eso, querido amigo, no tiene precio.