El fútbol es un fenómeno universal que despierta pasiones intensas, y los clásicos entre el FC Barcelona y el Real Madrid siempre son motivo de controversias, discusiones y, por supuesto, espectáculo. A medida que nos adentramos en lo que fue otro enfrentamiento entre estos gigantes del fútbol, es imposible no fijarnos en el papel del árbitro, Gil Manzano, quien tuvo una tarde llena de decisiones que han sido objeto de análisis y debate. ¿Realmente se le escaparon situaciones clave o simplemente está aprendiendo en su carrera? Vayamos al grano.

Un inicio intenso: la lesión de Mbappé

El partido comenzó de manera vibrante, pero rápidamente se tornó más serio cuando en el minuto 15, Kylian Mbappé llegó a un rincón del campo donde parece que los dioses del fútbol lo observaban. Sin embargo, se produjo un primer error grave de Gil Manzano: no pudo permitir que le vendasen el tobillo a Mbappé en el campo. En su lugar, el jugador fue atendido sobre el césped. Decidir cuándo van las vendas y cuándo van los gritos es una especie de arte. ¿No lo creen?

Recuerdo una vez en mis días de árbitro aficionado, cuando me encontré con una situación similar en un partido del barrio. Vamos a decir que impartir justicia en el fútbol no es lo mismo que manejar un picnic familiar. Pero eso es otro asunto…

Penalti en el aire: Gavi y el VAR

El minuto 33 trajo consigo más drama: Camavinga intentó despejar el balón, pero Gavi, astuto como un zorro, se adelantó y fue golpeado en el muslo. Gil Manzano, en un principio, no pitó nada. Pero, como un bandido con remordimientos, el VAR le llamó la atención y tuvo que conceder el penalti.

Es como cuando tu madre te pilla tratando de robar galletas de la caja y te hace confesar. ¿Es acaso el VAR nuestro «mamá» del fútbol, haciendo que los árbitros reflexionen sobre su conducta? Ahora bien, Camavinga recibió una merecida amonestación por su acción temeraria. No sé ustedes, pero me parece que el VAR no solo sanciona las jugadas controvertidas, sino que también es una especie de conciencia colectiva para los árbitros.

La expulsión que no fue: una segunda amarilla a Camavinga

Pasando al minuto 45, llegamos a otro punto candente. Gil Manzano perdonó la segunda amarilla a Camavinga, quien realizó un agarrón bastante claro a Lamine Yamal, que se retiraba con balón controlado. ¿Por qué es esto relevante? Sencillo: el partido estaba repleto de decisiones que tenían a los aficionados al borde de sus asientos. Como con cualquier decisión, preguntémonos: ¿estamos viendo un espectáculo o simplemente falta de criterio?

Si uno se toma la molestia de ver partidos de la liga amateur, puede notar que los árbitros allí tienen un conjunto más de reglas menos rígido. En un partido de barrio, uno podría permitir que dos amigos tuvieran una conversación sobre su plan de vacaciones mientras el juego continúa. Aquí se trata de una competencia seria, lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿por qué se permiten esas imperfecciones en el más alto nivel del fútbol profesional?

Los mártires de la protesta: Íñigo Martínez y sus amonestaciones

Ya nos acercamos al segundo tiempo y la tensión comenzó a elevarse. Al minuto 48, Íñigo Martínez, sentado en el banquillo, tuvo una de esas crisis de “¿por qué yo?” al recibir una tarjeta amarilla por protestar. Su indisciplina en una posición que, podríamos decir, debería ser más estratégica que emocional, nos lleva a reflexionar: ¿realmente fue necesario?

Es lo que ocurre cuando en esa conversación familiar, alguien pregunta “¿quién no tiene el control remoto?”, y todos se apresuran a dar excusas. Gil Manzano podría haber optado por una dosis de paciencia, pero tal vez pensó que sería mejor establecer un precedente. Sin embargo, ¿no se le podría haber disculpado? Al fin y al cabo, todos pasamos por momentos de frustración.

La roja que cambió el rumbo: Szczesny en el foco

Agravadísimo error en el minuto 54. Con la portería del Barcelona abierta como la puerta de una casa en verano, Szczesny derriba a Mbappé. Manzano, inicialmente ciego a la acción, decidió no sancionar nada. ¿Es esto un reflejo de lo que ocurre cuando los árbitros intentan ser benévolos y terminan haciéndose los ciegos? Más que quizás.

Tras las protestas de Vinicius—quien recibió amarilla, pero no la expulsión que merecía—, el VAR nuevamente entró en acción. Al final, el colegiado copia lo que dictamina la famosa herramienta y expulsa al guardameta polaco. Esta “ayuda” tecnológica parece ser un híbrido entre una salvación y una condena. Si el fútbol es un juego de errores humanos, el VAR se presenta como una colcha de retazos que aún no se adapta a la perfección.

Vinicius y la falta no sancionada: otra complicación en el partido

A medida que transcurre el tiempo y el ambiente se vuelve cada vez más tenso (¿alguien ya se está hidratando en la grada?), llegamos al minuto 67. Aquí, Vinicius pisa por detrás a Koundé, y aunque Gil Manzano, nuevamente, pita la falta, no le muestra la segunda amarilla. Insisto: ¡esto ήταν más inesperado que la aparición de una araña en un picnic!

Si has jugado al fútbol, sabes que cuando estás tan concentrado, las decisiones pueden volar de un lado a otro. Sin embargo, la falta de expulsión aquí manifiesta una inconsistencia que deja mucho que desear. Los aficionados, como siempre, empiezan a hacer preguntas. ¿Acaso se tolera todo en un Clásico? ¿Dónde está la justicia deportiva?

Reflexiones finales: la subjetividad del arbitraje

El partido en su conjunto estuvo lleno de decisiones cuestionables que no solo afectaron el resultado del encuentro, sino que dejaron una sensación de decepción en muchos aficionados. La sensibilidad del arbitraje es aún un punto delicado. La subjetividad en el arbitraje es tan latente como la habilidad de los jugadores para engañar al contrincante. ¡A veces parece que están jugando más allá del fútbol!

Gil Manzano tendrá que reflexionar sobre su actuación y, aunque algunas decisiones fueron fuertes, de alguna manera creó un espectáculo que no será olvidado pronto. El fútbol nos enseña que tras cada error, hay una lección valiosa. Y aquí nos preguntamos: ¿qué tan bien puede un árbitro aprender de sus propias decisiones?

El deporte y la vida tienen mucho en común. Para ambos, hay reglas que siguen cambiando, aunque algunas sintamos que deberían ser inamovibles. Al final, la emoción que provoca el fútbol debe prevalecer a través de cada encuentro. Así que, mientras los partidos continúan, los aficionados esperan no solo resultados positivos, sino también un poco de justicia. ¡A seguir soñando con un fútbol más justo!