La historia tiene la peculiaridad de ser un espejo. Nos muestra lo que hemos sido, lo que hemos logrado y, a veces, lo que nos gustaría olvidar. A medida que nos acercamos al 50 aniversario de la muerte de Francisco Franco, el 20 de noviembre de 2025, nos encontramos en un punto crucial de reflexión y debate. Este artículo propone explorar el contexto histórico que rodea esta fecha emblemática, las iniciativas del Gobierno de Pedro Sánchez y, por supuesto, la reacción de aquellos que aún se sienten incómodos con este legado.
El contexto actual: dos Españas en el recuerdo
Antes de sumergirnos en el meollo de la cuestión, permítanme compartir una anécdota personal. Recuerdo haber ido a una cena familiar donde, mientras algunos de mis tíos disfrutaban de un buen vino, surgió una discusión sobre la figura de Franco. ¡Vaya momento! Al final, decidí que la mejor estrategia sería cambiar de tema a algo menos polémico, como, no sé, ¡los colores del nuevo coche de mi primo! Pero, como esta cena familiar, la historia de España está llena de conversaciones incómodas que nos desafían a confrontar nuestro pasado.
Recordar a Franco, en este contexto, no es simplemente un ejercicio académico; es un testimonio de las realidades sociales, culturales y políticas que han moldeado a la España actual. La dictadura de Franco dejó cicatrices que, aunque no siempre están a la vista, afectan a generaciones enteras. Por eso, el Gobierno de Sánchez ha decidido que es tiempo de celebrar una España en libertad, no solo recordando lo que ocurrió, sino también reflexionando sobre lo que hemos logrado después.
La propuesta del Gobierno: “España en libertad”
Es interesante observar cómo la Secretaría de Estado de Memoria Democrática ha diseñado un programa que busca, de forma más que simbólica, rendir homenaje a los millones de españoles que vivieron bajo el yugo del autoritarismo. Bajo el lema “España en libertad. 50 años”, se han programado diversos actos que invitan a la reflexión, a la conmemoración y, por supuesto, a la celebración de la democracia.
Pero, ¿por qué este año en particular? Ah, aquí es donde las cosas se ponen realmente interesantes. Se está conmemorando el medio siglo desde la muerte de Franco y, con ello, el comienzo de un largo y arduo proceso hacia la democracia que muchos seguimos disfrutando hoy en día. Pero no sin desafíos, claro. En un país donde el recelo hacia el pasado aún enseña sus colmillos, el merecido homenaje a la memoria de aquellos tiempos convulsos podría no ser tan bien recibido por todos.
La reacción de la derecha: el manto del silencio
No sorprende a nadie que la derecha española haya reaccionado con furia ante las iniciativas del gobierno. Desde Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, hasta Vox, muchos han criticado lo que consideran una celebración “partidista” y “oportunista”. Esto es curioso, ¿no? Cuando el pasado asoma, las explicaciones suelen aparecer en forma de críticas a aquellos que quieren celebrar con sinceridad.
En lugar de recordar el dolor y el sufrimiento, algunos optan por mirar hacia otro lado y abogan por un manto de silencio. Este fenómeno social me recuerda a un viejo truco que utilizábamos cuando queríamos evitar la conversación incómoda con la abuela: “¡Mira, aquí hay un perro!”.
El hecho es que otras democracias del mundo, como Alemania, Italia y Francia, no han tenido miedo de conmemorar sus propios pasados difíciles. En 2019, Alemania celebró los 30 años de la caída del Muro de Berlín con un amplio programa de eventos que incluía exposiciones, ceremonias y conciertos. ¿Por qué España debería actuar de manera diferente?
La historia se repite: ejemplos en Europa
La historia tiene una manera especial de enseñarnos a aprender de los errores del pasado. Recordemos cómo Italia celebró el 50 aniversario de la democracia en 1995. En lugar de discutir si la celebración era partidista o no, todos, incluso los líderes de las fuerzas políticas rivales, se unieron para recordar la liberación del fascismo. Suena como una buena idea, ¿verdad?
De igual manera, en Portugal, la celebración de la Revolución de los Claveles en 2024 unió a la nación en un esfuerzo conjunto para recordar las luchas por la libertad. La idea de hacer un examen colectivo de la historia puede ser incómoda, pero es fundamental. Ni en Italia ni en Portugal se consideró una «celebración del pasado» en términos negativos, sino un síntoma de crecimiento.
La importancia de la memoria histórica
Volviendo a la importancia de la memoria, este viaje a través de la historia nos recuerda que olvidar significa permitir que los mismos errores se repitan. Hay una frase de George Santayana que siempre me resuena: “Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”. Puede parecer una obviedad, pero nunca deja de ser un recordatorio desgarrador.
Jóvenes, ¿qué pensarán sobre nuestro legado si seguimos evitando estos temas difíciles? La memoria histórica no se trata simplemente de recordar; se trata de aprender, de crecer y, sobre todo, de garantizar que nuestras libertades no se den por hecho.
¿Dónde está la Casa Real?
Un giro interesante en esta conversación es el papel de la Casa Real en estas conmemoraciones. Felipe VI se ha mostrado reticente a participar en las actividades programadas para el aniversario de Franco. En un gesto diplomático, la Casa Real se ha desmarcado de las conmemoraciones, lo cual no ha pasado desapercibido, causando revuelo tanto en la prensa como entre la población.
Me pregunto, ¿será que la Monarquía teme opacar su propia historia? Después de todo, es innegable que la transición española del franquismo a la democracia fue un proceso complejo, y como toda buena historia, incluye personajes grises en una narrativa de blanco y negro.
Más allá de las etiquetas: una invitación a la conversación
Es fácil caer en la trampa de etiquetar a las personas. Conversaciones como estas tienden a polarizar, y es imperativo recordar que es un esfuerzo colectivo. Mientras algunos se aferran a una narrativa mítica del pasado, otros intentan crear un futuro donde la verdad y la reconciliación puedan brillar. Un dilema clásico, ¿verdad?
La pregunta que debemos hacernos—y quizás una de las más dolorosas de responder—es: ¿realmente hemos aprendido de nuestra historia? En esta coyuntura, es importante crear un espacio donde las voces de todos puedan ser escuchadas, incluso si eso significa confrontar nuestros propios sesgos.
Reflexiones finales: un país en construcción
Al final del día, lo que estamos presenciando no es solo un aniversario, sino un momento crucial para la identidad española. Cada acto de conmemoración, cada comentario, cada crítica y cada aplauso es una pieza del rompecabezas que es nuestra sociedad. Es un llamado a no olvidar, a recordar de manera activa, y a enfrentarnos con honestidad a nuestro pasado.
Como catalanes, gallegos, vascos, andaluces y de todos los rincones de este diverso país, la conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Franco debe ser una oportunidad para reflexionar sobre lo que hemos logrado y lo que aún nos queda por hacer. Porque, al fin y al cabo, la historia no es solo un conjunto de hechos, sino una narrativa en constante evolución que define quiénes somos y quiénes queremos ser.
Entonces, ¿qué decidiremos recordar y celebrar en este nuevo aniversario? ¿Optaremos por la reflexión que trae consigo la memoria o nos quedaremos atrapados en las viejas rencillas que nos han dividido durante años? La respuesta está en nuestras manos.
Hay tanto más que explorar en este viaje por la memoria de España. Ojalá este artículo te invite a pensar, a participar y, quizás, incluso a aprender de nuestra historia. En tiempos de tanto cambio, nunca es tarde para formar parte de la conversación.