Es curioso cómo muchos de nosotros, cuando escuchamos la palabra «economía», podemos llegar a sentir un ligero escalofrío. Es como si nos dijeran que tenemos que ir al dentista, pero no te preocupes, hoy vamos a desmenuzar este tema de manera amena y comprensible. Y, quién sabe, tal vez al final de este artículo aprendas algo nuevo y hasta te animes a compartirlo en la próxima reunión familiar (esa en la que todos hablaban de la última serie de Netflix, mientras tú, con orgullo, mencionabas el crecimiento del PIB de España).

Quiero comenzar diciendo que la economía española está al alza. La última noticia del Instituto Nacional de Estadística (INE) ha revelado que el Producto Interior Bruto (PIB) creció un 0,8% en el tercer trimestre de 2024. Y que, por si fuera poco, el gasto en consumo público ha crecido un asombroso 2,5%, dejando atrás los registros históricos. ¡Eso es lo que llamo una «ayuda» para la economía!

¿Qué significa un crecimiento del PIB del 0,8%?

Para aquellos que no están familiarizados con el término, el PIB es la medida del valor total de todos los bienes y servicios producidos en un país durante un periodo de tiempo determinado. En idiomas menos técnicos, el PIB nos ayuda a saber si un país está «bien» – o si, como diría mi abuela, «se las está viendo canutas». Y un crecimiento del 0,8% es un signo positivo, especialmente comparado con otros países europeos donde las cifras son más bien aburridas.

En mi opinión, es como cuando te pesas por la mañana y ves que has bajado un par de kilos. ¡Alegría! Pero… espera, ¿será que la balanza está rota? En el caso de España, no parece ser así, ya que las cifras son consistentes.

La influencia del consumo público

Pero hablemos de lo que realmente importa: el consumo público. Un crecimiento del 2,5% en este apartado no es un hecho que se deba pasar por alto. Especialmente cuando se menciona que es el mayor incremento en 30 años. Cuando escuché esto por primera vez, no pude evitar preguntarme: «¿será que han decidido subir el presupuesto para fiestas patronales?».

Ahora, dejemos las bromas a un lado. Lo que esto indica es que el Gobierno está invirtiendo en el bienestar de la sociedad, y eso a su vez impulsa la economía. Así, mientras yo observaba cómo se desarrollaba el mercado de consumo en mi fin de semana de compras, me di cuenta de que más gente estaba comprando, ya sea por ese último iPhone o por una buena botella de vino.

Evaluemos la demanda nacional e internacional

Uno de los datos más interesantes es que la demanda nacional ha aportado 2,8 puntos al crecimiento interanual del PIB. Esto significa que no solo estamos recibiendo aportaciones del exterior, sino que nosotros mismos somos responsables del tirón económico. ¡Bien hecho, España! De alguna manera, estoy empezando a sentirme como parte de un equipo triunfador.

Sin embargo, no todo son flores. La demanda externa restó medio punto al crecimiento. O sea, que si me preguntan cómo está mi salud para caminar, podría responder que hago ejercicio, pero que de vez en cuando me encuentro con un chocolate que no puedo rechazar. Las exportaciones de bienes y servicios también han mostrado un crecimiento del 0,4%.

Si quieres que la economía crezca, no puedes depender únicamente de los mercados extranjeros. Porque, seamos honestos, si cada vez que algo no sale bien dependemos de otro, solo estamos un paso más cerca de ser el chiste del colegio al que nadie quiere invitar a la fiesta.

La inversión se retrocede, ¿es motivo de alarma?

La inversión ha retrocedido un 1,3% en este trimestre. Aquí es donde mi lado pesimista empieza a hacer ruido, como un niño que no quiere ir a la cama. ¿Qué significa esto para nosotros? Que la inversión en vivienda ha disminuido, lo cual podría ser preocupante si continúan las tendencias.

Ahora, no es que sea un experto en construcción, pero si algo he aprendido de observar las dinámicas del mercado es que una caída en la inversión puede afectar diversas áreas. Piensa en ello: menos construcción significa menos trabajos, y eso puede repercutir en la demanda de productos y, a su vez, en la economía general. Ahí tenemos una cadena de eventos que, francamente, preferiría no ver desarrollarse.

El impacto de la inflación y el consumo privado

La inflación también es un tema que disciplina nuestras decisiones de compra. En un entorno donde los precios suben, el gasto en consumo final de los hogares ha aumentado un 1,2%. Es como cuando decides que, a pesar de que las zapatillas que tanto deseas tienen un precio desorbitado, decides «regalártelas» porque, al final del día, «te lo mereces». Pero, ¡cuidado! Hay que tener en cuenta que el presupuesto puede tener un límite.

Además, es interesante mencionar cómo los españoles decidimos finalmente salir a disfrutar —ya sea en restaurantes o en escapadas de fin de semana— después de un prolongado periodo de restricciones. Sin duda, la vida social está en aumento, y eso trae consigo tanto risas como, probablemente, una que otra cuenta bancaria algo más vacía.

Conclusión: ¿eso significa que debemos ponernos a celebrar ya?

Entonces, ¿está todo bien en la economía española? Tal vez no debamos celebrar con fuegos artificiales todavía. Si bien las cifras son esperanzadoras y marcan un crecimiento constante, no podemos ignorar los vientos que soplan en el horizonte. Sabemos que las inversiones han retrocedido y que la demanda externa aún no se ha alineado con nuestras proyecciones.

Por tanto, lo que parece claro es que debemos mantenernos vigilantes. La economía es como una montaña rusa… a veces estamos en la cima, pero otras veces estamos en el fondo y nos preguntamos si todo fue un sueño. Pese a ello, la relación entre el gasto público y el consumo privado se asemeja a una danza bien coreografiada, donde cada parte desempeña su rol.

Así que, reflexionando sobre todo esto, quizás deberíamos aprender a celebrar nuestro crecimiento, pero sin dejar de estar alerta. Después de todo, la economía es un mar que nunca deja de moverse, y nosotros estamos en medio de ese vaivén.

Así que, para la próxima vez que te encuentres con alguien hablando de estos temas en alguna reunión y te sientas perdido, recuerda que la economía no tiene por qué ser aburrida. Si logras seguir la pista de lo que sucede, tal vez puedas ser el alma de la conversación… ¡Y aunque un poco de humor nunca está de más, recuerda que, al final del día, nuestras decisiones cotidianas también son sus protagonistas!