Catalunya en Comú ha pasado por una de esas transiciones que, en la política, se sienten como una serie de montañas rusas emocionales. Con la salida de Ada Colau, una figura emblemática para los comunes y la alcaldesa de Barcelona durante dos mandatos (2015-2023), el partido ha decidido abrir un nuevo capítulo lleno de interrogantes y, tal vez, un poco de incertidumbre. ¡Vamos a desglosar qué significa todo esto!
El adiós a una era dorada
Primero que nada, ¿quién no recuerda esos días de lucha contra los desahucios, cuando Colau se convirtió en la voz de aquellos que clamaban por justicia en el acceso a la vivienda? Personalmente, recuerdo una vez, cuando estaba en una manifestación para apoyar a una familia desahuciada en Barcelona, escuché a Colau hablando con una pasión que alentaba a todos a seguir luchando. ¡Esa intensidad era contagiosa! Sin embargo, tras un par de elecciones no tan brillantes y con la sombra de la crisis en sus hombros, parece que el coche de los comunes ha perdido un poco de velocidad.
La IV Asamblea Nacional del partido, celebrada este fin de semana, marcó el final oficial de la era de Colau. Aunque algunas de sus decisiones políticas puedan ser cuestionadas, no se puede negar el legado que dejó. La nueva coordinadora, Candela López, ahora tiene la tarea monumental de conducir el barco en aguas inciertas.
La transición de liderazgo
Junto a López, Gemma Tarafa, concejal de Barcelona, deberá afrontar los retos venideros. ¿Serán suficientes para resucitar el partido tras unos resultados electorales desalentadores? Al parecer, la unión con Sumar, liderado por Yolanda Díaz, ha dejado más dudas que respuestas. Con el eco de las urnas gritando en sus oídos —esos comicios europeos donde la participación de Podemos superó a Sumar—, el desafío será encontrar su propia voz.
Lo más intrigante es cómo la nueva dirección se plantea un enfoque más autónomo. Aunque suene a cliché, a veces, es mejor marchar solo que estar cargando con un peso que no aporta. La descomposición de la alianza en el Gobierno de Pedro Sánchez ha dejado huella, y no se puede ignorar. La representación de solo seis diputados en el Parlament es un recordatorio de que los tiempos cambiantes exigen respuestas rápidas. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que a través de un nuevo liderazgo con un enfoque refrescante?
Los retos pendientes: ¿es tiempo de reinventarse?
Como un habitual en la montaña rusa de la política, uno no puede evitar preguntarse, ¿será este el renacer que Catalunya en Comú necesita? Hablar de reinventarse suena muy bonito, pero, seamos sinceros: no es como si existiera un manual sobre «Cómo revitalizar un partido político en crisis». Y en esto, los nuevos líderes deberán hacer más que solo esbozar sonrisas en las fotos.
López ha destacado que, aunque deja su acta como diputada en el Congreso por el peso de las responsabilidades, este movimiento es más bien un símbolo de independencia. Un «¡Adiós!» a las limitaciones de las batallas políticas a nivel nacional y un «¡Hola!» a un enfoque más directo hacia la gente común. Personalmente, me hago eco de sus palabras. A veces, menos es más, y un enfoque más local puede conectar mejor con las necesidades de la comunidad.
Implicaciones de la crisis interna
Sin embargo, un punto a tener en cuenta es la reacción de su militancia. La aprobación del informe de gestión del liderazgo saliente fue aprobada por solo una diferencia de votos: 216 a favor, 169 en contra. ¡Eso suena a un «me gusta» mezclado con un «no lo sé»! Aquí hay una señal de que la falta de consenso puede afectar la cohesión interna. Reflexionando sobre mi propia experiencia en grupos de trabajo, a menudo he visto que la unidad es clave para afrontar cualquier desafío.
Pero, ¿quién puede culpar a los miembros del partido por sentirse inquietos? La guerra abierta entre Podemos y Sumar, y la lucha por la relevancia política, ha hecho que muchos se cuestionen si realmente están en el camino correcto. Después de todo, un barco que no sabe a dónde va probablemente no llegue a buen puerto.
¿Qué nos dice la historia electoral reciente?
Si miramos más allá de la política interna, hay un componente externo que también se debe considerar. La historia reciente de Catalunya en Comú está llena de retos. Los comicios europeos del 9 de junio fueron un golpe duro y el fiasco en la Alcaldía de Barcelona todavía pesa en la balanza. La pérdida de la alcaldía fue como un fuerte golpe en el estómago para muchos que habían depositado su fe en esta propuesta política.
El contexto en el que se mueve el partido tampoco es nada sencillo. La competencia se ha intensificado y no solo de otros partidos a la izquierda, sino de un espectro político cada vez más fragmentado. ¿Puede Catalunya en Comú competir con la energía renovada de otros grupos y partidos que también buscan captar el voto progresista? Es un enigma que los nuevos líderes tendrán que desenmarañar.
La nueva identidad: ¿serán suficientes cambios superficiales?
En el camino hacia la reinvención, la cuestión crucial será si los cambios anunciados en el liderazgo y en la identidad del partido son solo cambios superficiales. La marca «Comuns Sumar» ha sido desechada a la hora de constituirse formalmente en el Parlament. ¿Significa esto que ahora buscarán una nueva dirección más acorde con sus raíces? Es fundamental para cualquier partido reinventarse, pero más importante aún es asegurarse de que esos cambios resuenen con las expectativas de sus votantes.
¿Y cómo lo lograrán? Es decir, no basta con un cambio de nombre o un nuevo logotipo. Las personas esperan ver acción, y no solo en forma de discursos alentadores. La comunidad debe sentir que hay un compromiso real. Si se olvida lo que hizo vibrar al partido en un principio —esos ideales de comunidad y colaboración—, podría perder aún más apoyo.
¿Podrá Catalunya en Comú salir reforzado de esta crisis?
Es tentador pensar que Catalunya en Comú podrá levantarse como el ave fénix tras la crisis electoral y de liderazgo. Pero, como siempre, el futuro está lleno de posibilidades y, tal vez, un par de trampas. ¿Podrán avanzar hacia una auténtica redistribución de poder? ¿Tendrán éxito en un nuevo enfoque que les permita hacer resonar sus voces en la política catalana?
Como anécdota personal, tengo amigos que solían ser fervientes defensores de los comunes, pero que han expresado su desencanto en las redes sociales. A veces, tienen tanta razón que me pregunto cómo se llega a esa desconexión entre una base y su liderazgo. La clave será saber escuchar las voces de la comunidad y darle protagonismo a la gente. Tal vez entonces, la narrativa cambie de «los comunes están en crisis» a «los comunes son relevantes otra vez».
La mirada al horizonte: el dilema de los comunes
Las elecciones de 2024 están a la vuelta de la esquina y la presión se siente conforme a lo que se avecina. No hay tiempo que perder y cada decisión cuenta. El nuevo liderazgo de Catalunya en Comú tiene la enorme responsabilidad de demostrar que han aprendido de los errores del pasado y que se encuentran listos para enfrentar los desafíos del presente.
La historia nos dice que los partidos que saben adaptarse suelen tener mayores probabilidades de durar. Si Catalunya en Comú puede afilar sus estrategias, mejorar la relación con su base y contestar a las necesidades sociales, podría ser grato ver un resurgimiento. Genial, ¿verdad?
Al final del día, la política es un juego de relaciones y confianza. La sociedad catalana ha mostrado en diversas ocasiones su deseo de cambio, y ¿quién sabe? Tal vez esta reinvención salga más brillante de lo que todos esperamos. En un mundo político cada vez más volatile, la honestidad, la empatía y la voluntad de cambiar son probablemente las cartas que deben jugar.
Así que, mientras observamos cómo se desenvuelven las cartas en la mesa, recordemos siempre que Catalunya en Comú, con su nuevo liderazgo, tiene una oportunidad crucial. Y si hay algo que hemos aprendido de la política, es que un cambio de dirección puede llevarnos a lugares inesperados, algunos de los cuales ni siquiera habíamos imaginado.
¿Estás listo para ver lo que viene? ¡Porque yo lo estoy!