El mundo de la política suele estar lleno de dramas, enredos y, por supuesto, muchas, muchas preguntas. Como un buen culebrón, la gestión de la DANA (DANA, ¿dónde están tus alas?) en la Comunidad Valenciana ha dejado a todos hablando. En un escenario donde Carlos Mazón, el presidente de la Generalitat Valenciana, se defiende contra acusaciones de inacción y mala gestión, el espectáculo podría incluso rivalizar con cualquier serie de Netflix. Así que, abróchense los cinturones, porque vamos a profundizar en esta crisis reciente, la confusión en la que se halla la ciudadanía y la necesidad urgente de respuestas.

La tormenta que desató la controversia

Para quienes vivan bajo una roca, la DANA de finales de octubre trajo consigo una serie de lluvias torrenciales que resultaron en desbordamientos y, en general, una situación caótica. La pregunta aquí es: ¿dónde estaba nuestro amigo Carlos Mazón mientras todo esto ocurría? Se le acusó de estar incomunicado durante horas, lo que provocó un mar de rumores y, por supuesto, un gran circo mediático.

Sin embargo, Mazón ha salido a defender su honor, comentando que no estuvo incomunicado y que de hecho habló con el alcalde de Cullera, Jordi Mayor, a las 18:28 horas. Claro, el hecho de que el alcalde le dijera que “estaba lloviendo y no se esperaban grandes problemas” podría interpretarse de diversas maneras. ¿Acaso si hubiera dicho «¡Ay Dios mío, sálvese quien pueda!» hubiera cambiado el cuento?

La política es un juego de culpas

En este charco de acusaciones, las palabras de Mazón realmente golpean duro. Con un tono indignado, cuestionó al Gobierno central: «Si la AEMET ya sabía* a las 5:30 que la presa de Forata podía romperse, ¿por qué no se tomó el mando?» ¿No es un dilema digno de un thriller político?

Y en un país donde a menudo se escucha el clásico «pero yo no fui» entre los políticos, Mazón perfectamente lo encarna, negando cualquier responsabilidad por los misiles — perdón, las sanciones — lanzadas en su dirección. Se defiende al decir que el verdadero responsable debería ser el Gobierno central. Lo que nos lleva al punto importante: ¿dónde acaba la responsabilidad de un presidente autonómico y dónde comienza la del Gobierno central?

Desmentido por el tiempo

Un elemento interesante en este drama es que, a pesar de que Mazón ha sido acusado de incomunicarse, también ha sido el primero en reconocer que es importante que la gente tenga una transparencia clara acerca de lo que sucedió. De hecho, en un momento de reflexión, mencionó que lo último que quería era estar “desmintiendo mentiras y bulos”.

Es imperativo reconocer que cualquier situación de emergencia debería ser tratada con total honestidad, y aquí parece que hay una sazonada mezcla de confusión y desinformación. En lugar de un liderazgo decidible, parece que todos los actores involucrados están más preocupados por salvar su propia piel que por el bienestar de los ciudadanos.

Los desafíos de la gestión de emergencias

Aquí viene la parte complicada. Como las historias de aquellos que fueron enviados a una misión sin mapa ni GPS, la falta de coordinación en estas situaciones se convierte en un caldo de cultivo para errores y confusiones. El ministro de Transportes, Óscar Puente, se defensó diciendo que hubo «señales de desconcierto» por parte de la Generalitat. ¡Aplausos para la claridad, por favor!

Cuando tus propios ministros no están seguros de qué hacer ni de quién manda, eso no es solo desconcierto; es como tratar de construir un mueble de IKEA sin las instrucciones. Cada quien en su mundo, empujando junto al viento sin ninguna razón aparente.

El éxito de los falsos héroes

El general jefe de la UME, Javier Marcos, dijo que habían actuado con «iniciativa propia», y Mazón afirmó que eso solo agrega más confusión al relato. La UME sacó pecho, mientras que el Gobierno valenciano afirmaba no tener el mando. Parece un chiste, pero aquí no hay muchas risas.

La imagen acuñada en la cabeza de los ciudadanos es tanto de un héroe regional como de un superhéroe de la UME. Pero alguien tiene que jugar a ser el villano aquí. La pregunta es: ¿quién queda como el verdadero villano de esta historia? ¿Es el Gobierno central, que según Mazón no tomó el mando, o es el mismo Mazón, al que se le acusó de inacción?

¿Quién tiene la última palabra?

Salgamos así de la nebulosa política y pasemos a lo que todo ciudadano debería saber: por qué no se decretó la Emergencia Nacional. ¡Esperen! Porque tendrán que esperar hasta el 27 de noviembre para escucharlo de boca del propio Pedro Sánchez. Porque, ¿por qué apurarse cuando puedes tener tiempo? A veces, el suspenso es más divertido que las respuestas inmediatas.

El ministro de Agricultura, Luis Planas, ha confirmado que el President tendrá que dar cuentas ante el Congreso, lo que genera aún más tensión a una situación que ya es bastante complicada. La cosa se vuelve más irónica cuando el PP ya solicitó una cita urgente para que Sánchez comparezca. Nos encontramos así ante un verdadero espectáculo político.

Reflexiones finales: la importancia de la transparencia

En momentos de crisis como estos, donde la vida de las personas está en juego, la transparencia y la comunicación son de suma importancia. El pueblo valenciano merece saber qué sucedió realmente. La batalla de declaraciones, desmentidos y acusaciones se vuelve contraproducente e incluso puede socavar la confianza en las instituciones.

Hay que recordar que las decisiones tomadas en el centro de la tormenta no afectan solo a los líderes en sus cómodas oficinas: hay familias, hogares y comunidades que dependen de una respuesta bien coordinada.

En el fondo, todos somos humanos, y es fácil caer en el pánico y la confusión. No obstante, lo que más necesitamos al final del día es un sentido de unidad y, sobre todo, un compromiso real por parte de nuestras instituciones. Porque más allá de los titulares y las redes sociales, la vida y la seguridad de las personas deben estar por encima de cualquier juego de culpas.

¿No les parece?