Vivimos en un mundo donde el tiempo parece volar y, una vez que te das cuenta de ello, es fácil quedarse atrapado en la rutina sedentaria. Según la OMS, el sedentarismo se ha convertido en una «amenaza silenciosa» para nuestra salud. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que puedes hacerle frente a esta amenaza mientras trabajas desde casa? Eso es precisamente lo que hice con la ayuda de mi hermano fisioterapeuta, y déjame decirte: ¡ha sido una experiencia que ha cambiado mi vida! Así que, pónganse cómodos, que les voy a contar cómo caminar mientras trabajo no solo es posible, sino transformador.

¿Sedentarismo? No, gracias

Primero, hablemos de estadísticas. Según la encuesta nacional de salud en España, un 35% de la población entre 15 y 69 años no alcanza el nivel de actividad física saludable recomendado. O sea, ¡3 de cada 10 personas pasan la mayor parte de sus días sentadas! ¿Te suena familiar? Me acuerdo de esos días en los que pasaba horas frente a la pantalla esperando que el reloj marcara la hora de salir.

¿No les pasa que a medida que el día avanza, la silla parece volverse cada vez más incómoda, como si estuviese diseñada por un sádico? Imagínense a mí, con una pelota de pilates como silla (sí, así de innovadora fui hace un tiempo; un concepto de «ergonomía» a lo loco). Y ahí estaba, lidiando con dolor de espalda y una creatividad que, lamentablemente, se quedaba atrapada detrás de la pantalla. Pero todo cambió cuando mi hermano, mi gurú deportivo personal, me convenció de que necesitaba más movimiento en mi vida.

La magia de los 10,000 pasos

Esa cifra de los 10,000 pasos a menudo se escucha como un mantra por ahí. Pero, siendo sinceros, ¿quién tiene tiempo para salir a caminar tan lejos? La buena noticia es que no necesitamos ser tan estrictos. Resulta que un metaanálisis de la Sociedad Española de Cardiología descubrió que caminar al menos 3,967 pasos diarios ya puede ayudar a reducir el riesgo de muerte por cualquier causa. Y con 2,337 pasos podrías estar ayudando a prevenir enfermedades cardiovasculares. ¡Nada mal, eh!

Adiós a la silla, hola a la cinta

Tras un buen rato pensando y probando diferentes opciones —y sintiéndome un poco despreciable hablando con mi hermano sobre sillas y pelotas de pilates— finalmente di el paso de comprar una cinta de andar. Lo que parecía un acceso a una experiencia de tortura “gym” en mi hogar resultó ser la solución perfecta. ¿Y qué? ¡Es más sencillo de lo que suena! Pude poner mi escritorio a la altura adecuada y aquí estamos, a paso ágil mientras escribo.

Cuando empecé a caminar sobre la cinta mientras trabajaba, el primer día se sintió un poco raro, como si estuviera intentando mandar un mensaje en un barco en movimiento. Pero pronto me di cuenta de que podía ajustar la velocidad, y al principio, la coloqué en modo tortuga. La sensación de estar en movimiento, al mismo tiempo que hacía volar mis ideas, fue simplemente épica.

Ventajas inesperadas: más que un simple ejercicio

A lo largo de los días, noté que mis neuronas parecían hacer una fiesta en mi cabeza. El ejercicio promueve la creación de neuronas en adultos, lo que se traduce en un cerebro más creativo y despierto. ¿Cuántas veces hemos escuchado que “una mente sana vive en un cuerpo sano”? Parece que sí, ¡es cierto! Los investigadores Coral Sanfeliu y José Luis Trejo, en su libro El cerebro en movimiento, lo confirman:

«El ejercicio aumenta la capacidad cognitiva tanto en seres humanos como en animales de laboratorio».

Mientras avanzaba en el tiempo, empecé a darme cuenta de que mis niveles de concentración alcanzaban nuevas alturas, y las ideas brotaban de manera más fluida. ¿Quién necesita café cuando tienes una cinta de andar?

La lucha por el equilibrio físico y mental

Un aspecto clave de esto ha sido la sensación de equilibrio que experimenté. A menudo, el agotamiento mental que se siente al final del día no se equipara con la sensación física de estar completamente sentado todo el tiempo. Por fin, el cansancio se sentía justificado. Cuando swingeo en la cinta tras de una larga jornada laboral, la sensación de haber trabajado físicamente se traduce directamente en una energía renovada, y eso, amigos, es oro puro.

Y aquí viene el giro mágico: al final del día, mi cuerpo estaba cansado. Pero el buen tipo de cansancio, ese que te incita a tumbarte a ver una serie sin sentirte culpable por no haber hecho ejercicio. ¿Alguno de ustedes se ha sentido así antes? Como si tu cuerpo estuviera gritando «¿de qué sirve estar en la cama aquí todavía?» Eso se acabó, mis amigos.

Dando los primeros pasos en casa

Ahora, probablemente te estés preguntando: “Genial, pero, ¿cómo empiezo yo con esto?” Aquí es donde entra el sabio consejo de mi hermano nuevamente. Mientras todos queremos lanzarnos al abismo y correr maratones en la primera semana, él me sugirió algo más sensato.

  1. Empieza sentado. Comienza tu día como lo harías normalmente. Cada 30 a 40 minutos, levántate y camina. Haz pausas activas.
  2. Incrementa poco a poco. Después de un tiempo, comienza a combinar tareas simples en la computadora mientras andas, como responder correos electrónicos.
  3. Sé amable contigo mismo. No sientas la necesidad de hacer todo de inmediato. La clave está en equilibrar tus momentos activos con la calma.

Recuerda que cada pasito cuenta. ¡No hay prisa!

El impacto en tu sueño

Una de mis revelaciones favoritas ha sido cómo esta nueva rutina afectó mi sueño. Antes, deambular por la casa como un zombie a medianoche trataba de encontrar el punto ideal para dormirme se sentía como una tarea titánica. Sin embargo, ahora, tras un día de actividad física regular mientras trabajo, me siento listo para caer en los brazos de Morfeo. Irónicamente, usar el móvil antes de dormir no afecta mi sueño, porque mi cuerpo está más alineado, equilibrado y cansado de la forma correcta.

Ventajas para la empresa y la vida laboral

Lo que es fascinante es que este enfoque no solo beneficia nuestro cuerpo y mente, sino que también podría ser un plus para las empresas. Desde Google y Microsoft, que han implementado escritorios con cintas de correr, hasta trabajos convencionales que están comenzando a darse cuenta de la importancia de la actividad física. Miguel Gil, un fisioterapeuta, subraya que:

«El problema de estar en cualquier puesto de trabajo que genere una postura más o menos estática es que genera fatiga muscular y estrés articular».

Piénsalo: empresas que fomentan el movimiento, que incluyen estadios en su planificación, no solo están invirtiendo en sus empleados, ¡sino también en su salud y eficiencia!

Nunca es tarde para empezar a caminar

Así que, cada vez que pienses que ya es muy tarde para cambiar hábitos, ¡recuerda que no lo es! Según estudios de CSIC, realizar actividades poco intensas, como andar al menos 3 kilómetros diarios, disminuye el riesgo de sufrir enfermedades como el alzhéimer. Esa es una invitación para que todos los afectados por la rutina sedentaria se levanten y se muevan.

Al final del día, nunca subestimes el poder de un buen paseo, incluso si es en una cinta. La frase de que “se hace camino al andar” nunca ha tenido más sentido. Y ahora más que nunca, deberíamos todos ofrecerle una cálida bienvenida al ejercicio en nuestras vidas. ¿Cuántos pasos darías hoy?

Conclusiones

Finalmente, lo que quiero que te lleves de este artículo es que caminar mientras trabajas podría cambiar todo. Desde nuevas ideas en tu mente hasta un cuerpo más saludable y una mejor calidad de vida, definitivamente hay más de lo que parece en esta práctica. Así que anímate; da el primer paso hacia una vida más activa y notarás la diferencia. ¿Te atreves a dejar la silla atrás y andar hacia el éxito? ¡Las cintas de correr te están esperando!