La temporada navideña es, por lo general, un momento de alegría, luces brillantes y un sentido de comunidad en cualquier rincón del mundo. Sin embargo, hay lugares donde la festividad se entrelaza con el dolor y la esperanza. Este año, en Belén, el corazón de la cultura navideña palestina, el sentir entre sus habitantes fue, desafortunadamente, más hacia la resistencia que hacia la celebración. Y la pregunta que nos asalta es: ¿cómo es posible celebrar en medio del sufrimiento?

A través de estos días festivos, los ciudadanos de Belén decidieron que no pondrían un árbol de Navidad en la icónica plaza de la Manger, ni adornarían las calles, alegando la necesidad de visibilizar el sufrimiento del pueblo palestino. Este acto, aunque triste, puede interpretarse como un poderoso mensaje de protesta. En vez de las tradicionales decoraciones, buscamos simbolizar una resistencia pacífica, una forma de resistencia que habla más alto que cualquier adorno.

La paradoja de la alegría y la tristeza

Recuerdo el año pasado, cuando decidí hacer un viaje a un pueblo encantador durante la temporada navideña. La gente estaba decorando sus casas, cantando villancicos, y yo, emocionado, decidí unirme a la festividad. Sin embargo, a medida que me sumergía en el ambiente festivo, un amigo me recordó que no todos tenían la misma suerte. Esa reflexión me hizo cuestionar mi propia felicidad y cómo a veces podemos ser ajenos al dolor de otros, incluso en los momentos de mayor alegría.

En Belén, el desfile de scouts que recorrió las calles fue un recordatorio significativo de la fuerza del espíritu comunitario. Allí estaban, con sus colores brillantes y rostros radiantes, llevando un mensaje de unidad y esperanza a pesar de la adversidad. Pero sus pancartas no pasaron desapercibidas; decían cosas como «detengan el genocidio en Gaza» y «Nuestros niños quieren jugar y reír». Es un recordatorio impactante de que, a pesar de que la temporada navideña evoca alegría, hay muchas sombras que cubrir.

¿Un llamado a la acción?

¿Te imaginas estar en una celebración y a la vez tener que alzar la voz por la paz? Esa fue precisamente la realidad para muchos en Belén. El patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, comparte su experiencia más reciente tras visitar Gaza. Al regresar, no solo trajo historias de destrucción y pobreza, sino también un mensaje de resiliencia que debe resonar en nuestros corazones.

“Vi vida. No se rinden. Así que ustedes tampoco deben rendirse”, dijo Pizzaballa a los jóvenes. Este es, sin duda, un poderoso recordatorio de que la esperanza puede florecer incluso en circunstancias desalentadoras. Pero ¿cómo se logra esto? ¿Cuál es el combustible que mantiene viva la llama de la esperanza en medio de la adversidad?

Reflexiones sobre la resiliencia

Nos encontramos en un momento crítico, donde las crisis son parte del día a día. Como bien sabemos, la pandemia nos enseñó a valorizar lo que importa y lo efímero de la vida y las festividades. Sin embargo, el dolor ajeno a menudo se siente distante. ¿Cuántos de nosotros hemos tenido una charla sincera sobre estos conflictos?

Las festividades son una oportunidad de reflexión, y sería óptimo que cada uno de nosotros tomara un momento para considerar cómo nos afecta el sufrimiento de otros. Nuestro hermano humano en Belén merece que sus voces sean escuchadas. La comunidad internacional debe hacer más que simplemente observar; debemos involucrarnos y apoyar causas que ayuden a construir un futuro más justo.

Momentos de luz en la oscuridad

Las festividades de este año en Belén surgieron en medio de un contexto desgarrador. Sin embargo, la ciudad aún vio destellos de luz a través de sus habitantes. Como recordaré siempre, hay algo increíblemente emotivo al ver a las personas unirse y manifestarse por sus derechos, incluso en un momento tan delicado.

Los scouts que desfilaron no solo celebraron su cultura y tradiciones, sino que también llevaron consigo un mensaje que resonó mucho más allá de las fronteras de Palestina. Curiosamente, lo que puede parecer un desfile insignificante para algunos, puede ser un símbolo de resistencia y esperanza para muchos otros. Hay algo poderoso y puro en eso.

Pero esto nos lleva a una pregunta difícil: ¿puede realmente un desfile de scouts cambiar el curso de un conflicto? A menudo, la respuesta no es tan simple. La vida está llena de matices, y la lucha por la paz es compleja. Pero al menos, es una manifestación de que la vida sigue adelante, que hay voces que claman por justicia.

La voz de la comunidad internacional

Navegar por el terreno político de la región es todo un desafío. Recientemente, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se dirigió a la población cristiana con promesas de luchar «contra las fuerzas del mal». Estas declaraciones, aunque rimbombantes, son solo una parte del rompecabezas. Es fundamental analizar qué significan en el contexto actual de tensión y sufrimiento.

¿Estamos, al igual que los dirigentes, utilizando discursos para encubrir nuestros problemas reales? La voz de la comunidad internacional debería ir más allá de las palabras. Muchas veces, se dan promesas sin un seguimiento. Esto me recuerda a la vieja frase, «las palabras son solo aire». Necesitamos acciones concretas que promuevan la paz y la justicia.

Historias desde la línea del frente

Ya que hablamos de problemas en Gaza, es importante destacar que hay personas, nombres y caras detrás de los números que encontramos en las estadísticas. Gaza es una palabra que conjura imágenes de devastación, pero también de un vibrante espíritu humano. Durante su visita a Gaza, Pizzaballa no solo observó la destrucción. También presenció la búsqueda de vida y la determinación de quienes resisten las adversidades.

Mis propios encuentros con personas que han vivido en zonas de conflicto me han dejado huellas imborrables. Recuerdo la historia de un hombre que, a pesar de haber perdido a su familia en un bombardeo, se levantó cada mañana decidido a ayudar a sus vecinos. Me enseñó que la resiliencia humana puede ser un faro en las noches más oscuras.

Conclusión: Un horizonte de esperanza

A medida que reflexionamos sobre la situación en Belén y en Gaza, es esencial subrayar que la esperanza nunca debe extinguírsele. Desde los parpadeos de luces de los árboles de Navidad hasta los gritos de justicia por parte de la comunidad, cada pequeña acción cuenta. La resistencia no siempre se manifiesta en grandes gestos. A veces, se trata simplemente de seguir adelante, de no rendirse.

El sufrimiento se convierte en una sombra que a menudo obstaculiza la vista del futuro. Pero, a través de historias compartidas y el espíritu indomable de los muchos que luchan, podemos seguir encontrando formas de mantener la esperanza viva. Así que, en este nuevo año, reflexionemos sobre cómo podemos contribuir a un futuro mejor. Tal vez, un pequeño gesto, un tuit, un donativo o simplemente compartir una historia, pueda resonar y generar un cambio real.

Entonces, en lugar de apagar todas las luces, ¿por qué no encender una? ¡Porque a veces la oscuridad se convierte en el mejor escenario para que brille la luz!