El reciente proyecto de Altri en Palas de Rei ha desatado una ola de incertidumbre y movilización en Galicia, culminando en una espectacular manifestación en Santiago de Compostela. Con miles de voces unidas bajo un mismo lema: “A Xunta non pode calar todo un país. Altri Non”, esta manifestación ha tenido una duración y una intensidad que dejan huella. Pero, ¿qué está en juego realmente?
Un domingo de movilización: ¿qué ocurrió en las calles de Santiago?
Imagina un domingo típico… el sol brilla, los cafés humean deliciosamente y las calles de Santiago se llenan de risas y charlas. Pero, en este particular domingo, la atmósfera era diferente. Miles de personas se congregaron en la Alameda compostelana, dispuestas a alzar la voz por un futuro que consideran amenazado. Es una de esas escenas que ves en las películas, ¿no? Gente de todas las edades, con pancartas en mano y un propósito claro.
¿Sabías que a una hora de comenzar la marcha, la plaza del Obradoiro ya estaba rebosante de manifestantes? Con el paso de las horas, el ejército de ciudadanos crecía, convirtiéndose en un auténtico mar humano que avanzaba hacia su destino. Siempre me ha sorprendido cómo un solo grito de unidad puede resonar con tanta fuerza.
Los protagonistas de la protesta: voces de la comunidad
Bajo la organización de Ulloa Viva y Defensa da Ría de Arousa, esta manifestación no fue solo un simple paseo. Se trató de una movilización compuesta por una veintena de asociaciones ambientales y vecinales, sindicatos y partidos políticos, todos alineados contra el mismo enemigo: el megaproyecto de Altri.
La presidenta de Ulloa Viva, Marta Gontá, se dirigió a los asistentes antes del inicio de la marcha. Sus palabras fueron profundas y resonantes: “Nuestras hijas van a heredar una ría productiva, una tierra fértil, aire limpio y agua limpia, no es negociable”. Con ello, pintó un cuadro claro de la preocupación colectiva: el deseo de preservar un entorno saludable para las futuras generaciones.
¿Por qué tanto ruido alrededor de Altri?
Altri, una empresa luso-española, ha propuesto establecer una planta de producción de pulpa de celulosa en Palas de Rei. Este proyecto, que algunos catalogan como “megaproyecto contaminante», ha sido criticado no solo en Galicia, sino también más allá de sus fronteras, donde se estima que podría poner en riesgo aproximadamente 8,000 puestos de trabajo.
Es interesante pensar en cómo el desarrollo industrial y la protección ambiental a menudo se encuentran en polos opuestos, como en una película de Hollywood donde el héroe y el villano compiten por el mismo terreno. Por un lado, están los que ven oportunidades económicas; por otro, quienes defienden un estilo de vida y un entorno natural que ha mantenido a Galicia viva durante siglos.
Opiniones que importan: ¿qué dicen los políticos?
La participación de políticos en la manifestación otorga un peso significativo al evento. La portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, declaró que la manifestación era “histórica”, evidenciando que la voz del pueblo estaba resonando con fuerza. Su mensaje al PPdeG fue claro: “non quere a macrocelulosa no corazón do país”.
Es fascinante observar cómo las grandes decisiones del gobierno pueden afectar incluso la vida diaria de la gente. La implicación política en estas decisiones es crucial. Es como ese momento en el que te das cuenta de que las decisiones que parece que se toman en una sala, lejos de la vista de la ciudadanía, realmente impactan tu vida cotidiana. ¿Quién no ha deseado, al menos una vez, que sus líderes escuchen de verdad?
La reacción de la ciudadanía: ¿un cambio a la vista?
La multitud que colmó las calles ese día plantea una pregunta pertinente: ¿podrá la presión social cambiar el rumbo del proyecto de Altri? Las manifestaciones tienden a ser el detonante de cambios; a veces. En mi experiencia, participar en una marcha puede ser liberador, también puede crear una comunidad. Estar rodeado de personas que comparten tu preocupación sobre un tema determinado puede ser increíblemente empoderador.
Considerando las declaraciones de muchos de los asistentes, el temor a perder lo que han conocido —una Galicia próspera y limpia— es palpable. “Pedímoslle a Rueda que escoite á cidadanía de Galicia”, clamaron los manifestantes. La exigencia de un diálogo auténtico y comprometido es, sin duda, un reclamo legítimo de quienes sienten que su voz ha sido ignorada.
Historias del día en las calles
Mientras caminaba mezclado en medio de la multitud, me encontré con un grupo de jóvenes que llevaban pinturas en la cara y pancartas que decían “¡Es hora de luchar por nuestro futuro!”. Me recordaba a mis días en la universidad, cuando luchábamos codo a codo por causas que creíamos justas. Su entusiasmo y energía eran contagiosos. “¿Qué hay de malo en querer un planeta limpio?”, me preguntó una de ellas. Honestamente, no había respuesta.
En contraste, también vi a varios ancianos que habían vivido toda su vida en la región. Sus ojos reflejaban una mezcla de nostalgia y esperanza. Cada uno de ellos tenía una historia patética y profunda, tejidas con recuerdos de un pasado que querían preservar para las futuras generaciones. Ese tipo de emociones, ese tipo de historia compartida, puede parecer insignificante para algunos, ¡pero no para quienes están de pie a su lado!
La importancia de la unidad
La diversidad presente en la marcha fue notable. Desde jóvenes activistas hasta abuelos, todos unidos por un propósito común. Pero toda buena historia también tiene sus desafíos. Al tratar de unificar a todos bajo un mismo lema, a menudo puede haber diferencias de opiniones.
A veces me pregunto: ¿es posible que un proyecto como el de Altri pueda coexistir sin destruir los valores que la comunidad tiene? Quizás la respuesta no sea tan sencilla como “sí” o “no”. Podría haber un terreno intermedio en el que los intereses de la industria siembren empleo y desarrollo, pero no a expensas del medio ambiente.
Reflexiones finales: ¿qué viene después?
Las manifestaciones pueden ser una forma efectiva de llevar a cabo un cambio. Sin embargo, es fundamental que las autoridades escuchen y actúen. No se trata solo de protestar; se trata de crear un espacio de diálogo genuino. El contraste entre economía y ecología siempre será un tema candente. Pero, al final del día, la decisión no debería caer solo en manos de unas pocas personas dentro de un despacho.
La pregunta ahora es: ¿seguiremos viendo a Galicia unida en la búsqueda de un futuro sostenible? Al final, la lucha de los que marcharon no es solo por la ría, por el aire limpio o por la tierra fértil. Es, en esencia, por un modelo de vida que puede trascender generaciones. Y eso es algo por lo que vale la pena luchar.
Recordemos que, aunque un megaproyecto pueda parecer atractivo, la verdadera riqueza de un país reside en su gente y su entorno. Sabias palabras que nunca deberíamos olvidar. ¿Qué historia contarás tú en la próxima marcha que estemos juntos?