La enfermedad venosa crónica (EVC), comúnmente conocida como varices, es un tema que ha estado en el centro de atención más que nunca. En un mundo donde el «look» es casi una cuestión de vida o muerte (quien no se ha sentido mal por no poder lucir ese short ideal en verano), las varices pueden provocar ansiedad y preocupación. Pero hoy, ¡vayamos un poco más allá del miedo a las pantorrillas moradas y averigüemos qué realmente representan estas molestas venas!
¿Cuánto daña el tabú de la estética?
Cuando miro a mi abuela (sí, esa que siempre tiene una receta de pastel en la palma y un par de anécdotas nostálgicas para compartir), no puedo evitar pensar en lo que las varices representan para ella. Como muchas mujeres de su generación, ha sido parte de la estadística: alrededor del 25-30% de la población adulta femenina en los países occidentales sufre esta condición. Pero, ¿realmente es solamente un signo de envejecimiento o hay algo más detrás de esas venas dilatadas?
Un día, mientras ella lucía orgullosa una falda corta (o intentaba hacerlo, con esos muslos más anchos que la propia falda), se quejaba del dolor y la pesadez que sentía en las piernas. Me sorprendió escucharla; no era una preocupación estética, era un malestar real. Y aquí entra el primer mito: las varices no son solo un problema estético. Afectan la calidad de vida.
Entendiendo la anatomía de las varices
Es importante saber, antes que nada, qué están haciendo esas venas traviesas en nuestro cuerpo.
Las arterias llevan la sangre oxigenada del corazón a los órganos, mientras que las venas traen la sangre “usada” de vuelta. Al igual que un sistema de transporte público, las venas tienen «paradas» (válvulas) que aseguran que la sangre circule en la dirección correcta. Cuando esas válvulas fallan, la sangre empieza a retroceder y, como una cena arruinada, la presión aumenta, lo que puede provocar que las venas se dilaten y se conviertan en varices.
No me gusta pensar que los problemas de mi cuerpo son directamente proporcionales a mi historia familiar de herencia. Pero no voy a engañarte: hay un componente que juega su papel. Además, factores como la obesidad, el sedentarismo o simplemente pasar mucho tiempo de pie pueden acelerar el proceso. Por lo que, entre tu abuela y yo, no te sorprendas si el tema de conversación en las reuniones familiares se vuelve inevitablemente la salud de nuestras piernas.
Síntomas que van más allá de lo visible
Sí, las varices pueden verse en tus piernas, pero ese no es todo el cuento. El dolor, la hinchazón y esa incómoda sensación de pesadez son solo la punta del iceberg. Según la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, las limitaciones físicas y emocionales que pueden acompañar a las varices son importantes, y muchas personas se sienten reacias a hablar de ellas.
Me acuerdo de una vez que simplemente quería llevar mis adorados zapatos de tacón. Después de una noche de dolores, juré que mis zapatos estarían en una isla desierta hasta que se resolviera ese malestar. ¿Te suena? Realmente, esos momentos de superación son el corazón de la pelea contra la EVC.
¿Mito o realidad? La verdad sobre las varices
¿Alguna vez has escuchado que las varices son solo un problema estético? ¡Error! Mientras que la apariencia es solo un capítulo en esta novela, las consecuencias son mucho más amplias. La insuficiencia venosa puede traer consigo problemas serios, como úlceras venosas o coágulos de sangre. Por lo tanto, mirar hacia otro lado no es una opción.
Como anecdótico como ha sido mi viaje, la experiencia de otros también es un reflejo de la realidad. Un conocido, llamado Javier (sí, desde aquí lo pondré en un lugar prominente en este relato), ignoró los primeros síntomas de las varices. Se pasó meses usando crema en sus piernas esperando que el “brillo” desapareciera. Spoiler: solo empeoró. Así que, aquí va el primer consejo: no ignores el problema.
Cambios en el estilo de vida: la mejor medicina
Tomar acciones proactivas puede ser una de las mejores decisiones que tomes. Algunas de las estrategias más efectivas son:
- Movimiento y ejercicio: levántate, muévete, camina. Recuerdo que cuando empecé a trabajar desde casa, mis caminatas por la casa eran mis pequeñas aventuras diarias. Trato de tomar el tiempo para mover mis piernas; desde bailar con música pop hasta un simple paseo.
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Cambios en la alimentación: adoptar una dieta saludable no solo es bueno para nuestras piernas; ¡también para nuestro estado de ánimo! (¿Quién no se ha sentido mejor después de comerse una buena ensalada? O al menos intentarlo antes de darte el atracón de chocolate.)
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Elevación de piernas: es tan sencillo como ver una serie en Netflix con los pies en la pared. ¿Quién no lo hace de todos modos?
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Terapia compresiva: sí, suena un poco como ese amigo que siempre lleva una manta en el coche, pero las medias de compresión son realmente útiles para aliviar el flujo sanguíneo y reducir la hinchazón.
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Consultar a un médico: como ya mencionamos, no somos expertos en nuestro propio cuerpo. Ir a un especialista puede ofrecer opciones adecuadas y personalizadas.
El rol del humor y la conexión emocional
Una de las mejores armas para lidiar con problemas de salud es el humor. Reírse de uno mismo puede realmente aliviar el peso de la situación. Así que, cuando todavía lucho con las decisiones de mi carrera de zapatos bajos o tacones que parecerán eternos, simplemente elijo hacer chistes. Porque al final del día, todos estamos en el mismo barco de las “piernas con personalidad”.
Además, conectar con otros que están pasando por lo mismo puede ser terapéutico. ¡Las redes sociales están llenas de grupos de apoyo! Quiero decir, todos necesitamos un espacio donde puedas compartir tus historias de varices en una conversación sin tabús.
Reflexiones finales: cuidando nuestras piernas
Las varices son más que un problema estético; son un recordatorio de cómo nuestro cuerpo necesita atención. Así que sí, puedes lucir esas piernas con orgullo (y sí, también me refería a las mías, por si no lo pensaste).
La salud de las piernas puede influir en nuestro bienestar general, así que no te duermas en los laureles… ni te pongas esos tacones, a menos que quieras tener una charla seria sobre tu salud venosa más tarde. Entonces, ya sabes: el camino hacia una vida más sana podría ser tan sencillo como unas pequeñas caminatas diarias y, por supuesto, ese cambio de chip mental. ¿Te atreverás a dar el primer paso?
Así que, a partir de hoy, ¡a movilizar esos músculos! Recuerda: tus piernas te lo agradecerán. 😊