El año nuevo trae consigo esa hermosa tradición de los propósitos: dejar atrás viejos hábitos y adoptar nuevos, como aprender un idioma, leer más o hacer ejercicio. Sin embargo, como bien sabemos, la fuerza de voluntad es una apuesta arriesgada. ¿Cuántas veces te has propuesto ir al gimnasio todos los días solo para acabar en tu sofá viendo Netflix? No estás solo en esto, créeme. Pero, ¿y si te dijera que hay un enfoque más efectivo que simplemente confiar en tu autodisciplina?
La trampa de los propósitos de Año Nuevo
¿Te suena familiar? En enero, todos estamos llenos de motivación, con listas de cosas que queremos lograr. Pero a medida que pasan las semanas, esa energía se desvanece, y las excusas como “mañana empiezo” comienzan a aparecer. Según James Clear, autor de Atomic Habits, el secreto no reside en los objetivos, sino en los sistemas que creamos para alcanzarlos. Así que, ¡atención! Vamos a desglosar cómo puedes construir sistemas que trabajen para ti, en lugar de depender únicamente de tu impulso inicial.
¿Qué es un sistema?
Imagina que quieres convertirte en un corredor habitual. Tu objetivo puede ser correr una maratón, pero sin un sistema que lo respalde, es probable que ese objetivo solo quede en papel mojado. Un buen sistema podría incluir:
- Una programación específica (como correr 3 veces a la semana)
- Un plan de nutrición que te ayude a estar en forma
- Unas zapatillas adecuadas que no te hagan sentir que corres sobre clavos
La idea aquí es que los sistemas crean hábitos y, con el tiempo, automatizan tus acciones. Pregúntate: ¿alguna vez te has encontrado haciendo algo sin pensar, como abrir la nevera mientras cocinas? ¡Eso es un hábito en acción! Y la buena noticia es que podemos aprovechar esa misma dinámica para construir hábitos positivos.
El poder del «body doubling»
Una técnica que ha tomado relevancia es el «body doubling», o la idea de trabajar junto a otra persona. Puede parecer un truco simple, pero realmente funciona. Según un estudio de la Facultad de Medicina de Harvard, las personas que realizan actividades con amigos tienen un 65% más de probabilidades de mantener sus hábitos a largo plazo.
Recuerdo que una vez, un amigo y yo decidimos asistir a un taller de escritura creativa. No solo nos obligamos mutuamente a escribir, sino que también compartimos risas y café. Esos encuentros no solo fortaleciaron nuestro compromiso, sino que también fueron una excelente excusa para socializar. ¿Quién no necesita un amigo que te recuerde que tienes un compromiso contigo mismo?
La magia del «time blocking»
Ahora, hablemos del «time blocking» o la planificación por bloques. Este método consiste en dividir tu día en segmentos, donde puedes dedicar tiempo a tareas específicas. Por ejemplo, puedes reservar la primera hora de tu mañana para ese informe de trabajo que detestas, así como una hora después de comer para hacer ejercicio.
Personalmente, opté por esta técnica cuando noté que mis tardes se me escapaban entre correos y redes sociales. Así que empecé a usar Google Calendar para organizar mi día y, aunque al principio me pareció restrictivo, pronto descubrí la belleza de tener un mapa claro. Era como tener un GPS en lugar de ir a ciegas, y déjame decirte que también implica menos posibilidades de encontrarte atrapado en una serie de YouTube que no planeabas ver.
La regla de los dos minutos
Es muy común enfrentarse a la procrastinación y sentirse abrumado por las tareas. Aquí es donde entra la Regla de los dos minutos: si una tarea toma menos de dos minutos, hazla de inmediato. Aunque suena elemental, esta regla puede ser una poderosa herramienta para liberar tu mente de la carga de esas pequeñas tareas.
¿Alguna vez has sentido esa resistencia a, digamos, organizar tu armario? La próxima vez que te sientas así, intenta dedicar solo dos minutos a ello. Te sorprenderá ver cómo ese pequeño paso puede generar una ola de productividad. Me ha pasado que iniciando con esas dos minutos, luego he terminado reorganizando todo mi armario y quizás hasta encontrando un par de zapatos que había dado por perdidos.
Gestiona tu energía, no solo tu tiempo
A veces, pensar en la gestión del tiempo no es suficiente. Es crucial analizar cuándo te sientes más enérgico. ¿Eres un ave nocturna o un búho diurno? Esto marcará la diferencia en tu productividad.
Un estudio de la Universidad de Nevada sugiere que organizar tus actividades de acuerdo a tus ciclos de energía puede aumentar la productividad en un 20%. Así que, si eres de los que tienen el cerebro más activo en la tarde, guarda esas tareas creativas para ese momento en lugar de forzarte a trabajar cuando tu energía está en su punto más bajo.
Entornos que fomentan los hábitos
Al final del día, no se trata únicamente de la disciplina. Es importante crear un entorno que fomente tus hábitos. En lugar de darle espacio a las excusas, aprovecha para hacer cambios en tu entorno físico que refuercen tus objetivos. Si deseas comer más saludable, llénate la nevera de alimentos frescos y saludables. Si tu meta es leer más, coloca una pila de libros junto a tu cama en lugar de tu teléfono. La razón es sencilla: si tu sistema está bien diseñado, ¡tu cerebro buscará excusas para seguir los caminos que ya le has pavimentado!
Sistema en lugar de fuerza de voluntad
La verdad es que, en ocasiones, la autodisciplina es insuficiente. Construir un sistema sólido para incorporar nuevos hábitos es lo que realmente marca la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Recuerda…
- Busca compañía: Trabaja con alguien que comparta tus objetivos.
- Organiza tus tareas: Divídelas en bloques manejables.
- Empieza pequeña: Usa la Regla de los dos minutos como un punto de partida.
- Ajusta a tu energía: Identifica los momentos en que te sientes más productivo.
- Diseña un entorno favorables: Rodearte de lo que necesites para triunfar.
La pregunta ahora es: ¿estás listo para implementar estos sistemas en tu vida? ¡No hay mejor momento que ahora! Y recuerde, el camino hacia el cambio es un viaje, no un destino. Así que, ríete de las caídas y vuelve a levantarte, porque eso también es parte del proceso.
Aquí estamos, te invito a construir tu propia historia de éxito y, quien sabe, quizás en lugar de sentarte en tu sofá, ¡nos veremos corriendo el próximo maratón!