La miopía se ha convertido en una de las epidemias silenciosas de nuestro tiempo. En un mundo donde los niños pasan horas delante de pantallas, y donde el tiempo de juego al aire libre parece ser un recuerdo nostálgico de la infancia, surge la pregunta: ¿Están nuestro pequeños en riesgo de convertirse en miopes? Hoy exploraremos un tema que no solo impacta la salud visual de nuestros hijos, sino que también refleja hábitos de vida más amplios. Analizaremos las estadísticas recientes, desde la prevalencia de la miopía en niños españoles hasta las últimas investigaciones que prometen frenar este fenómeno.

Mi visión del problema: el mundo digital a mis pies

Permíteme llevarte a mis días de infancia. Recuerdo cuando mis padres solían decirme: «¡Ve a jugar afuera!» Como si el aire fresco y la luz del sol fueran el tesoro más valioso. Pero ahora, mientras observo a mi sobrino de siete años, con su tablet pegada a la cara, me doy cuenta de que esas palabras suenan como un antiguo mantra. La realidad es que, en 2023, el 20,3% de los niños de entre 5 y 7 años en España son diagnosticados con miopía, según el «Barómetro de la Miopía en España», elaborado por la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación Alain Afflelou.

La importancia de la detección temprana

La detección temprana de la miopía es crucial, y no solo por el hecho de que nuestros pequeños puedan ver bien. La miopía no es un problema que desaparezca con la edad; al contrario, puede llevar a complicaciones más serias a largo plazo. Según el oftalmólogo Luis Fernández-Vega Cueto-Felgueroso, «el riesgo de patologías más serias como el desprendimiento de retina, glaucoma y cataratas aumenta significativamente». Así que, ¿no es preferible evitar que nuestros hijos se enfrenten a problemas visuales en el futuro, que simplemente colocarles unas gafas en el presente?

La influencia de las pantallas en la miopía

La vida moderna está plagada de dispositivos electrónicos, y según el informe de Visión y Vida, entre el grupo de universitarios de 17 a 27 años, la cifra de miopes llega hasta el 62%. ¡Madre mía! ¿A quién se le ocurre pensar que estudiar más horas puede resultar en ver menos? Pero en un mundo donde las clases presenciales han disminuido y los trabajos se realizan detrás de una pantalla, no es sorprendente.

La razón detrás de este aumento se halla en cómo nuestros ojos se adaptan. El Dr. Fernández-Vega explica que es el hecho de “fijar la vista de cerca mucho tiempo” lo que causa la elongación del ojo, que es básicamente lo que define la miopía. Así que, antes de darles una reprimenda a nuestros pequeños por pasar demasiado tiempo en línea, quizás deberíamos reflexionar sobre nuestras propias rutinas.

Luz natural, la luz que necesitamos

La falta de luz natural juega un papel fundamental en el desarrollo de la miopía. La luz del sol no es solo un hermoso regalo de la naturaleza; ayuda a generar dopamina, que actúa de forma protectora en nuestros ojos. Entonces, mientras nuestros hijos siguen el camino de la pantalla en habitación oscura, deberíamos preguntarnos: ¿cuántas veces los llevamos a dar un paseo al aire libre? Si todos tuviéramos el hábito de hacer más actividades al exterior, podría haber menos miopes en la población. De hecho, el Dr. Fernández-Vega aconseja que, si se requiere estudiar en interiores, se utilice una buena lámpara que proporcione una iluminación adecuada.

Prevención y revisión anual

Como padres, es fundamental llevar a nuestros niños a revisiones anuales con un oftalmólogo. La visión de los niños puede ser engañosa; pueden ver bien con un ojo y no con el otro, lo que puede llevar al desarrollo de un ojo vago. A esta altura te puedes estar preguntando, “Pero, ¿es eso realmente tan serio?” La respuesta es: absolutamente. Las revisiones son la clave para prevenir futuras complicaciones y establecer un control adecuado de la salud visual.

Métodos de tratamiento y avances científicos

Aunque actualmente no hay cura para la miopía, existen métodos prometedores para ralentizar su progreso. Entre ellos, el uso de colirios de atropina y lentes especiales con desenfoque periférico han mostrado resultados esperanzadores. Un estudio innovador que se lleva a cabo en el Hospital Clínico San Carlos en Madrid busca combinar estos tratamientos para conseguir mejores resultados. ¿A quién no le gustaría ver un futuro donde los niños no tengan que depender de gafas por el exceso de tiempo frente a las pantallas?

Los hallazgos preliminares de este ensayo clínico, presentados en la conferencia ARVO 2024, indicaron que la combinación de estas técnicas resulta más efectiva que el uso exclusivo de colirio. Según la doctora Noemí Güemes, directora del estudio: “Con el tratamiento combinado, entre tres y cuatro pacientes de cada diez no experimentaron un crecimiento del ojo”. Los tratamientos continúan surgiendo y evolucionando, y estamos más cerca que nunca de ofrecer opciones más eficaces.

Cirugía refractiva y sus limitaciones

Es posible que hayas oído hablar de la cirugía refractiva como una solución a largo plazo para la miopía. Aunque puede ser efectiva para eliminar la necesidad de lentes, los expertos advierten que no curan el problema. Así que, si bien puedes ver bien después de la cirugía, es importante recordar que el riesgo de complicaciones no desaparece. “Con la cirugía, el paciente conseguirá ver bien, pero seguirá teniendo más riesgo de problemas serios”, advierte el doctor Fernández-Vega.

Reflexionando sobre nuestra salud visual

El aumento de miopía puede parecer inofensivo al principio. Después de todo, son solo gafas. Sin embargo, si reflexionamos más a fondo, nos damos cuenta de que hay una conexión más profunda entre nuestra salud visual y nuestros estilos de vida. La prevención es la clave, y esto comienza con la forma en que nuestros hijos utilizan la tecnología y se relacionan con el mundo exterior.

Al final del día, pero ¿es suficiente simplemente cambiar la forma en que nuestros hijos interactúan con el mundo? ¿Deberíamos también comenzar a cuestionarnos a nosotros mismos sobre nuestras rutinas? La respuesta es, sin duda, un rotundo “sí”. Empecemos a hacer de la luz natural una prioridad, mantengamos un ojo en la salud visual de nuestros pequeños y abramos la puerta a una nueva generación que pueda ver mejor… y quizás, solo quizás, nos unamos a ellos en ese viaje hacia una vida más equilibrada.

Recuerda, cada niño tiene el potencial de convertirse en un adulto saludable, con una visión clara para el futuro. Así que la próxima vez que escuches a un niño gritar: «¡No quiero salir a jugar!», tal vez tú también necesites unas cuantas palabras de aliento mezcladas con la brisa fresca del aire exterior. ¿Listo para poner en práctica algunos cambios? ¡Vamos a ello!